―Quítate la ropa y date una vuelta ―dijo Joan después de que se tomará una copa y se metiese una raya ante Taylor. Su ahora esposa.
Los Parker se habían hecho marchar hace veinte minutos en un avión privado y Joan decidió que era el momento de hacer lo de siempre. Meterse algunas rayas y beber para poder tener sexo que durara lo que quedase de día.
―¡No me has oído! ―repitió él―. Quítate la ropa y da una vuelta o lo hare yo.
Taylor observó algo que nunca había visto. Al menos en el hombre que amaba. Nunca había visto a James meterse droga o estar borracho. Bueno salvo en una ocasión. En la gala benéfica que se celebró hace algunas semanas en la ciudad. Justamente cuando aquel día le poseyó en la limusina y después en su departamento.
―¡HAZLO! ―le gritó.
Taylor comenzó a obedecerle. Ya que el miedo le recorría el cuerpo.
Ella comenzó a desnudarse y cuando estuvo desnuda, Joan volvió a ver la desnudez de aquella mujer que había probado en dos ocasiones y que ahora le pertenecía.
―Buena chica ―le respondió él.
Joan fue ante ella y al estar frente a ella, comenzó a mírale con deseo.
Él cogió a Taylor rápidamente, la giró y puso su espalda junto a su pecho para que sintiera su erección.
Joan bajó lentamente su mano hacia el sexo y Taylor forcejeo contra él. Pero él le dio una palmadita en el trasero.
―Quieta o tendré que empezar a darte un castigo. ¡Es lo que quieres!
Taylor negó con la cabeza.
―Bien.
Joan volvió a llevar su mano al sexo de Taylor y entro su mano en el. Comenzando a estimular su clítoris.
Taylor comenzó a gemir. El dolor que le estaba produciendo Joan a ella, era un dolor tan intenso que ahora comprendía por lo que tenía que pasar cualquier sumisa a la hora de entregarse a su dominante.
Ella comenzó a curvarse hacia adelante, porque sentía el dolor. No quería que su marido le tocase. Le daba asco que lo hiciese.
Cuando Joan notó que Taylor se estaba corriendo, decidió de parar de estimularle el clítoris.
Tal y como la tenia sujeta, la llevó a una de las habitaciones del lado izquierdo de la casa.
Cuando ambos llegaron, Joan abrió como pudo la puerta de la habitación y en breve entraron.
Él cerró la puerta con llave y soltó a su esposa.
―No te muevas y no intentes nada mientras que enciendo la luz. ¿Has entendido?
Pero el silencio no le dio una respuesta.
―Responde Taylor.
―Sí. No haré nada.
Cuando Joan le dio a la luz, Taylor contempló que tenía ante a sus ojos, una mazmorra sexual. Entonces ella entendió que su pesadilla estaba a punto de comenzar de otra forma en cómo lo había hecho con James.
Ella intentó escapar, pero enseguida supo que no podía hacerlo. Pues sabía que su familia estaba en juego. Ya que su ahora marido le había amenazado con ellos si intentaba hacer algo que no fuera cumplir sus normas.
―Ven.
Joan llevó a su esposa hacía una cama que tenía puestas unas sábanas de color rojo.
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Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)
Teen FictionTras el secuestro, la violación y la obligación de casarse con su secuestrador; Taylor sufre las consecuencias de la decisión que tomó para mantener a salvo a su familia y al hombre que ama. James. Que no sé deparará en buscarla para mantenerla a sa...