Capítulo 8

1.6K 107 0
                                    

Al día siguiente, James se preguntaba si Taylor se había ido de la ciudad. La respuesta solo la tenía su familia. Pero dejo de preguntárselo y decidió darse una ducha, vestirse, desayunar e ir a ver cómo iban los asuntos en la empresa que lleva a medias con Allan. Ya que la salvó de la quiebra.

Mientras que conducía con su coche hacia el sur de la ciudad, pensó en Taylor y en lo que abría pasado con la herencia. Se preguntó que si Joan se dio cuenta de la ausencia de su mujer. Pero también se preguntó que si se abrían ido al lugar secreto que tenía Joan.

Muy a su pesar, James continuó haciéndose preguntas, mientras que seguía conduciendo. Pero no olvidó a lo que realmente iba. Y era a saber cómo iba una de sus empresas.

Joan despertó en la habitación que llevaba pocos días compartiendo con Taylor y se preguntó dónde estaba su esposa.

Entonces comenzó a recordar el testamento de su suegro, el viaje hasta la isla y como domino a su esposa por haberse acostado con James. Pero también recordó que había dejado a su esposa encima de la cama de la habitación hecha mazmorra sexual y que la dejó atada.

Él se levantó exhausto con un dolor de cabeza y caminó para salir de la habitación.

Cuando logro abrir la puerta y salir, caminó hacia el otro lado de la casa.

Al llegar ante la habitación donde dejó a su esposa, abrió lentamente la puerta de esta. Pero sintió una punzada en la cabeza y se la agarró mientras que entraba en ella.

Fue hasta Taylor, que permanecía quieta en la cama y cuando la alcanzó, se sentó en la cama.

En breve, se quitó las manos de la cabeza y comenzó a quitarle la mordaza y el antifaz a su esposa y cuando la miró, se percató de algo.

Pero dejo de mirarla en unos segundos. Pues ella había comenzado a despertarse.

―Buenos días Taylor ―dijo él―. Vamos a desayunar.

Después le quitó las esposas y cuando este se levantó, le dio el mismo traje de látex a Taylor.

―¿Vas a volver a dominarme después de desayunar?

―No lo sé. Tal vez ―dijo él―. ¿Por qué me lo preguntas?

―Porque me vas a hacer poner el mismo traje que tenía ayer mientras que me dabas con la vara.

―Tú póntelo y cállate. Si tengo que dominarte lo haré. Y no vas a rechistar por ello.

Hicieron una pausa:

―Póntelo y vamos a desayunar.

Taylor obedeció, mientras que su esposo comenzaba a salir de la habitación.

Una milesima de segundo después, ambos desayunaron juntos. Pero el silencio se hizo entre ellos. Pues Taylor no tenía nada que decir. Y sabia que si hablaba, empeoraría las cosas.

Después del desayuno, Joan marchó a la ciudad dejándole unas órdenes a ella. Que cuando regresase, cenarían juntos y que quería que se pusiera algo con lo que poder cenar juntos en el salón y a solas. Y a Miryam le ordenó encargarse de cena para tener que evitar que Taylor tocase la cocina.

James llegó a la empresa que tenia junto a Allan. Al menos desde que le compró la acciones de esa empresa.

Mientras que subía el ascensor, pensó en todo su imperio y lo que haría con ello. Lo único que le importaba era un heredero a parte de Taylor. Pero ahora la posibilidad de un heredero quedaba lejos.

Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora