Capítulo 14

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Mientras que Clare y Allan desayunaban tranquilamente en la cocina al día siguiente, mientras que el timbre del departamento sonaba.

Allan fue a abrir la puerta.

Cuando la abrió, vio a alguien que desconocía en ella. Esa persona le entró una carta y después se marchó.

Fue de nuevo a la cocina y abrió la carta.

Clare y Allan vieron que era una invitación a una fiesta. Que se celebraría al día siguiente en la dirección que ponía.

Ambos empezaron a sospechar y dejaron la invitación a un lado sin darle mucha importancia en unos segundos. Pero ambos decidieron de ir a la fiesta mientras que terminaban de desayunar.

James se levantaba por que había escuchado el timbre.

Cuando Howard le entregó una carta que tenía en la mano segundos después, mientras que se servía el desayuno.

Abrió la carta y la estuvo leyendo, mientras que Howard le servía un café descafeinado con dos tostadas con mantequilla y mermelada.

James observó que era una invitación que le citaba para ir a una fiesta el próximo día. Pero él pensó que era algo sospechoso. En cambio, decidió asistir a aquella fiesta para distraerse.

Después de desayunar, James se marchó darse una ducha y diez minutos después de eso, él se marchó a trabajar.

Joan se había levantado temprano, porque no había logrado dormir en toda la noche pensando en sus problemas.

Taylor se despertó y no vio a su esposo al lado.

Ella se levantó de la cama y fue a ver donde estaba Joan. Pero no lo encontró por ningún lado.

Cuando vio que Miryam estaba en la cocina haciendo los desayunos, Taylor le preguntó:

―¿Dónde está mi esposo, Miryam?

―En el despacho ―respondió ella―. Lleva ahí desde bien temprano. Iba a llevarle un café.

―Puedes ponerme otro con algo de comer para llevárselo yo.

―¿Por qué tan servicial señora?

―Me apetecía hacerlo.

―Bien.

Miryam le puso los desayunos en una bandeja y en unos minutos, Taylor se marchó al despacho.

Cuando llegó, abrió la puerta del despacho y Joan se quedó sorprendido cuando vio que era su mujer la que entraba.

―¿Qué te trae por aquí, querida? ―preguntó Joan.

―Venia a desayunar contigo.

―Eso es nuevo en ti.

―Lo sé. Pero ya me acostumbre a ti.

―Cierto ―dijo Joan sospechando―. Tráelo.

De pronto, sonó un sonido extraño para ella en el ordenador.

Joan vio que era un e-mail y vio que era una invitación para una fiesta. Ahí ponía la dirección exacta a la que tenía que ir. Pero en ella ponía que tenía que ir acompañado. Algo que no le dio mucha importancia, ya que tenía a su esposa ahí con el desayuno.

―¿Qué ocurre Joan?

―Me ha llegado una invitación a una fiesta. Es mañana.

―Una fiesta en la ciudad.

―Sí.

―¿Y qué piensas hacer?

―No lo sé. Quizás que no vayamos.

Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora