Capítulo 15

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Todo estaba listo.

Él se repetía una y mil veces sus propios planes.

Mientras que él desayunaba, no imaginaba el momento para atacar en la fiesta y ya sabía cómo debía de hacer su entrada.

Pero a pesar de lo que ocurriese ese día, no habría vida para hacerle pagar a sus enemigos, el acto que en esa fiesta iba a cometer. Pues esperaba acabar con todos ellos antes de que consiguiera su otro propósito.

Al día siguiente, Joan se despertó mientras que Taylor dormía.

Mientras que la observaba dormir, se preguntó que sería ese nuevo brillo en la mirada triste que aun tenía su esposa.

Cuando ella se despertó, no dijo nada. Salvo que Joan fue hasta el armario y le dio un hermoso vestido para la fiesta. Quería que Taylor luciese más hermosa que otras veces.

Taylor solamente se quedó asombrada al ver un hermoso vestido lado de color blanco con el escotado de flores.

Antes de la hora acordada, ambos se vistieron ―Joan se puso un traje de chaqueta en color gris con una corbata negra con rayas blancas y Taylor el vestido que su esposo le dio con un hermoso recogido con Trenzas que Miryam le había hecho y unos tacones de color negro― y después cogieron el helicóptero y viajaron a Nueva York para ir a esa fiesta.

En el helicóptero, Joan le entró a su esposa un collar que suplantaría el collar que llevaba desde hace días. El que Joan le puso para poder dominarla y el que había usado para dominar a otras sumisas.

Cuando llegaron al lugar de la fiesta, Joan y Taylor bajaron del helicóptero y fueron al piso adecuado donde se celebraba.

Ahí, observaron que ya había varios invitados y Joan se percató que allí estaba Allan, Clare y James. Pero cuando ella se percató de que ellos estaban allí, tragó saliva.

―Veremos a ver si superas las pruebas de esta noche, querida ―le susurró Joan a Taylor.

Ambos fueron a saludar a James, Allan y a Clare para disimular a tranquilidad entre ellos.

Cuando Joan y Taylor llegaron ante Allan y Clare, ambos hermanos se abrazaron y Allan le susurro a Taylor al oído:

―¿Estás bien?

―Sí ―respondió ella.

―Parece que todos estamos en esta fiesta ―dijo Allan.

―Cierto ―respondió Allan―. A mi esta fiesta me da muy mala espina.

―Es una fiesta norma y común ―dijo Joan―. Disfrutemos de ella.

―Cierto.

Taylor se separó de todos y fue hasta la mesa. Ya que allí estaba James y quería hablar sobre ese negocio de España con él.

Cuando llegó a la mesa segundos después, ella disimulo y le dijo a James:

―Puedes decirme que es ese negocio que te traes ahora entre manos en España.

―Hola Taylor. Yo también me alegro de verte ―dijo James con sarcasmo.

―Hola ―dijo de nuevo ella.

James no dijo nada y ella solo le pudo decir una vez más:

―Vas a responderme a la pregunta.

―Es un negocio limpio Taylor. No tienes nada que preocuparte.

―Debo de preocuparme, porque es mi empresa James.

―Es un negocio de transportar alimentos. Pero si no te fías de mi, mandare a Allan a España para ello.

―Lo hare yo personalmente.

―¿Y Joan te dejará?

―No lo sé.

Ellos hicieron una pausa:

―¿Cómo estás? No sabía nada de ti y de tu salud, desde el día en que saliste del hospital ―dijo de nuevo James.

―Estoy bien. Gracias James.

―Podemos bai...

―Disculpa ―dijo Joan interrumpiendo a James y a Taylor―, me permites a mi mujer. Quiero bailar con ella.

―Claro ―dijo James―. Toda tuya Joan.

Joan se llevó a Taylor y unos segundos después ambos bailaron una hermosa pieza que la banda estaba tocando.

―Joan... yo... ―dijo Taylor nerviosa―...lo siento. Necesitaba saber de qué se trataba el trabajo del cual quiere beneficiarse James con mi empresa.

―No es eso lo que me fastidia de ti, Taylor. Es que te marchas de mi lado sin avisar y pienso lo peor.

―Lo sé. Y otra vez lo siento. Estoy dispuesta a asumir los castigos.

―Ahora no pienses en eso ―le dijo Joan y le dio una vuelta a Taylor.

Cuando la tuvo de nuevo frente a ella, volvió a decirle:

―Ahora disfruta del baile y de la fiesta.

Taylor abrazó a Joan. Ya que se había mareado un poco. Pero decidió quedarse abrazada a él porque su perfume era embriagador.

De pronto, se empezaron a escuchar disparos y todos los invitados se echaron al suelo. Mientras que los varones sacaron sus pistolas.

―¿Qué ocurre Joan? ―preguntó Taylor asustada.

―Bienvenida a mi mundo, Taylor ―dijo él―. Quédate aquí. Y agachada. Es mejor para mantenerte a salvo.

Taylor permanecía agachada, cuando vio que su marido salía por una de las zonas del edificio.

Algo le tapo la nariz a Taylor. Eso le hizo forcejear a ella hasta que se quedo dormida.

―Lleva la chica al coche. Y que permanezca a salvo ―dijo González.

Este se llevó junto a sus hombres a Taylor.

Mientras tanto, Joan fue a ver si su esposa estaba bien. Pero no la encontró. Fue cuando pensó que la fiesta era una encerrona de James para llevarse a Taylor.

Él fue hasta a James.

Ante él, le pegó un puñetazo y este cayó al suelo, mientras que Joan le preguntaba:

―¿Dónde se han llevado tus hombres a mi esposa?

―Eran hombres de González. Escuché su voz, mientras que se llevaban a Taylor.

―¡Que!

Joan se sentó en el suelo y Allan dijo:

―Esto era una trampa. Yo lo presentía.

―Ahora solo nos queda estar unidos para salvar a Taylor de González ―dijo James.

―¡Estás de acuerdo Joan! ―exclamó Allan.

Y con valor, Joan se levantó del suelo y dijo:

―Estoy de acuerdo.

Después de aquello, todos se marcharon de la fiesta a su casa para pasar el susto que acababan de recibir.

Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora