Joan bajó a desayunar al día siguiente, mientras que pensaba que tenía a su esposa castigada en la mazmorra. Atada con muy poca movilidad desde hace veinticuatro horas. Pero decidió dejarla un poco más de tiempo. Ya que quería desayunar antes y resolver algunos asuntos.
Antes de salir de la habitación, se había metido una raya. Hacía días que no se metía una y decidió de hacerlo ese día, por si quería dominar con fuerza a su esposa.
Él fue hasta la cocina y ahí en unos segundos, vio a Miryam. Que recogía la poca vajilla que había sido usada y la cual ella limpio mientras que esperaba a que Joan despertara para hacerle el desayuno.
―¿Y tu esposa? ―preguntó Miryam.
―En la mazmorra. Castigada desde ayer. ¿Por qué?
―Por nada ―respondió ella―. Pero es la primera vez que tienes a una sumisa castigada desde hace más de un día. Nunca lo había hecho.
―Bueno, ella no es mi sumisa. Ella es mi esposa y si no aprende que debe de ceñirse a mis reglas es lo que le toca.
―Desde cuando tu objetivo es educarla como si lo fuera.
―Creo que desde el principio.
―¡Joan!
―Dime Miryam.
―¿Te has enamorado de tu mujer?
Joan no supo que responderle. Pero muy en su interior había algo que solía sentir por cada sumisa. Pero esa vez era algo más profundo. No un sentimiento de cuidarla hasta que un contrato se acabase. Ya que los contratos con las que era sus sumisas solo duraban un año. Salvo con Clare. Que todo era por diversión.
―Respóndeme por favor ―dijo Miryam de nuevo.
―Supongo que sí.
―¿Cómo que lo supones? Tanta protección en ella últimamente no es buena Joan.
―Lo sé. Pero supongo que de tanto protegerla de González y de James ha hecho lo que no quería volver a hacer. Me lo juré cuando Clare me rechazó hace años.
―Pues lo primero que deberías de saber es que quedando a tu esposa atada en una habitación castigada no es bueno. Demuéstrale cada día que la amas y que ella lo vea.
―No quiero que me vea como cuando solo era un hombre normal que no tenía esta vida.
―Tú mismo. Pero deberías de pensar bien en cómo actuar si no quieres perderla.
―No lo hare. Ya sabe lo que ocurriría si se marchase de mi lado.
―Eso no cambiaría nada.
―Miryam por favor ―gruño él―. Sírveme de desayunar. No estás aquí para decirme lo que tengo que hacer.
―Sí, señora.
Miryam comenzó a preparar el desayuno para Joan, mientras que este pensaba en lo que en realidad sentía hacia a Taylor. Y sabía que si se había enamorado de ella, tenía que lidiar que su esposa estaba enamorada de otro hombre. Y era algo que no podía aguantar. Pues sus celos lo decía todo desde hace al menos cuatro días. Cuando ella le nombro a James en una de las cenas que ambos tuvieron. Ahí no se reparó en dominarla y castigarla por nombrar a su enemigo ante su presencia.
James caminaba por el departamento, mientras que pensaba en aquel negocio de España. Pero no paraba de pensar en Taylor y Joan.
Se preguntaba si Joan había conseguido el propósito de enamorar a su esposa, mientras que él estaba con las manos cruzadas. Pero no le importaba. Ya que sabía que ella estaba a salvo de González. Pues sabía que tarde o temprano, este daría su golpe para acabar con Joan y con él.
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Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)
Fiksi RemajaTras el secuestro, la violación y la obligación de casarse con su secuestrador; Taylor sufre las consecuencias de la decisión que tomó para mantener a salvo a su familia y al hombre que ama. James. Que no sé deparará en buscarla para mantenerla a sa...