Capítulo 9

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Ella comenzó a despertar al día siguiente sobre las diez de la mañana.

El médico ordenó su traslado a una habitación para que ella estuviese más cómoda.

Exhausta, miró por todos lados mientras que recuperaba la vista.

Ante la ventana de la habitación se percató de la silueta de alguien. Supo que era su esposo

―¿Dónde estoy Joan? ―preguntó ella.

―En el hospital de la ciudad.

―¿Qué ha pasado? ―volvió a preguntarle.

―Te vi tirada en el suelo y te traje al hospital.

―¿Y qué pasa con el bebe?

―Lo perdiste ―respondió Joan.

―¡Que!

―Lo siento Taylor. Pero tendremos a nuestros propios hijos.

―Yo no quiero tenerlos. Y más contigo

―Créeme. Yo sí.

―Yo no deseo tener hijos en un matrimonio donde no hay amor.

―Lo habrá. No ahora, pero lo habrá.

Ambos hicieron una pequeña pausa.

―Quiero ver a James ―dijo ella.

―Ni hablar Taylor.

―Pues quiero verle. Y más si voy a estar cautiva en esa isla.

―No voy a dejar que veas a James.

―Asumiré cualquier consecuencia.

―No voy a castigarte cuando tú quieras. El castigo será cuando yo lo decida.

―Pues eso. Pero quiero ver a James. Solo cinco minutos.

Joan se maldijo y en breve, le respondió con seguridad.

―Está bien. Pero solo cinco minutos.

―Gracias Joan.

Pero este no respondió.

Salió de la habitación de su esposa y busco a James.

Esté estaba con Allan hablando de negocios. Pero también estaban hablando de las posibilidades de que González iría a buscarle. Y si no atacaría a lo que más quería en ese mundo.

Joan llegó ante ellos y le dijo:

―Mi esposa quiere verte.

―¡Que!

―Le he dado permiso. Solo tiene cinco minutos para hablar contigo. No más.

―Vale. Gracias Joan. Allan te contará algo mientras entro a ver a Taylor. Espero que nos ayudes.

―Según el tipo de trato que sea.

―Ya sabrás el que.

James caminó para ir a la habitación de Taylor.

Allan le informó de la situación a Joan y de pronto, él se sentó sin saber qué hacer.

James entró en la habitación de hospital donde estaba Taylor, sus miradas se encontraron por unos segundos. Pero ella solo supo sacar algunas lágrimas, mientras que unos segundos después bajaba la mirada.

―Lo siento mucho amor ―dijo James mientras que se acercaba a ella―. Siento lo de nuestro bebe.

―Mas lo siento yo. Ya sabía de mi embarazo desde antes de la muerte de mi padre.

―¡Que!

―Joan me prohibió decírtelo. También me castigo por ello dándome unas palmadas en el trasero.

―¡Maldita sea!

―Lo siento de verdad.

James se acercó a ella y en breve se besaron. Fue cuando por fin Taylor pudo sentir algo de paz entre sus labios.

Cuando dejaron de besarse, ella notó algo extraño a James.

―¿Qué ocurre James? ―me preguntó ella.

―Nada amore ―respondió él―. Descansa. Es lo que debes de hacer.

―No voy a descansar hasta que no me digas que es…

―¡Taylor basta! ―dijo Joan mientras que entraba en la habitación―. Déjanos a solas James.

―Nos vemos Taylor ―dijo James, mientras que se separaba de ella.

James se marchó de la habitación y Taylor tragó saliva en cuanto se quedó a solas con Joan.

―Pediré el alta inmediata y te recuperaras en la isla ―dijo de pronto Joan.

―¿Por qué nos vamos pronto? Se supone que aquí me recuperare mejor.

―Tu cállate y obedece mis órdenes.

Ella se calló y en breve cerró los ojos para dejar de pensar.

Joan se sentó a pensar en que es lo que haría tras saber lo que estaba pasando. Pero dejó de lamentarse y miró a Taylor. Fue algo lo que hizo pensar con claridad las cosas con su esposa. Ahora no era tan solo un juguete, era algo que tenía que cuidar para que no dañase sus planes.

González se enteró por uno de sus hombres que la mujer de Joan estaba ingresada en el hospital por un aborto. Pensó por unos instantes que era el momento de atacar, pero no lo hizo. Ya que sabía que no era el momento adecuado para ello. Pues sabía que se trataba de la vida de más gente la que podía estar en juego y no quiso actuar. No era un asesino en serie como para matar a gente inocente.

Por lo tanto, lo único que hizo fue mantenerse al tanto de lo que ocurría en el hospital. De cada movimiento de Joan e incluso de James. De la persona que le había humillado con pegarle una bofetada al enterarse que tenía los informes donde estaban Taylor y Joan.

Pero sabía que tenía que actuar bajo la sombra. Sin que le vieran para no levantar sospechas.

Más tarde, Joan fue a buscar un café para esperar la respuesta del médico. Y mientras tanto, esperaba a la luz del día para hablar con su esposa. Ya que la había dejado durmiendo en la habitación.

Él al ver a James sentado y pensativo, Joan se acercó pensando en lo que estaba pasando con González.

Ante James, Joan se sentó y en breve le dijo:

―¿Por qué volvéis a contactar con González? Sabes que es muy peligroso y sabias que la vida de todos estaba en peligro después de ello. Incluso la mía. Que me lleva buscando por años. Pero dejamos las cosas por la paz.

―Lo sé. Pero estaba desesperado por encontrar a Taylor.

―Pero nos has condenado a todos. Incluso a mi mujer.

―Ya nada importa. Solo quiero protegerla.

―De eso me encargo yo. Que para eso es mi mujer.

―Sera tu esposa, pero ella me ama a mí.

―Pues para amarte a ti, a mí se entrega con mucha facilidad.

―Es porque le tienes amenazada.

―Todo puede cambiar ―dijo Joan―. Y yo hare que eso ocurra. Puede pasar de temerme a amarme.

―Yo no lo permitiré.

Joan se levantó y después sonriendo volvía a decirle:

―Eso ya lo veremos.

Después comenzó a caminar, pero James solo pudo decir:

―Llévatela y protégela. Ahora es lo único que podemos hacer hasta que veamos qué planes tendrá González.

Después Joan terminó de marcharse hacia la habitación y James se quedó pensando en aquellos planes que ahora tenía Joan para la mujer que amaba. Y conociéndole de toda la vida, podría esperarse de él lo que sea.

Cuarenta Días de Dominación (Una Noche en Verona II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora