50. Papá

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AGONEY

Miércoles 16 de octubrey de 2019.

Las 2 semanas que siguen a nuestra primera noche "casi" juntos son una auténtica locura con la minireforma. Queremos que el piso esté listo para mi fiesta de cumpleaños y eso significa una maratón de operarios, cajas, compras y decisiones. Y eso que ante mis quejas por lo complicado del proyecto Raoul ha hecho una versión simplificada y más económica.

La mejor parte del proceso han sido las compras porque hemos repetido las escenitas de IKEA esta vez en compañía de Miriam y Roi, con lo que el escándalo que hemos montado ha sido aún mayor. Los de seguridad nos miraban de reojo tratando de decidir si se reían con nosotros y nuestras bromas o sí nos ponían de patitas en la calle. No sé lo que ocurre en esa tienda pero nos volvemos dos críos que juegan a picarse, perseguirse y a gustarse con cualquier excusa estúpida. Raoul dice que deberíamos reformar la casa cada 6 meses para mantener viva la parte adolescente de nuestro amor porque no quiere que sus sentimientos envejezcan nunca.

A mí no me importa que nuestros sentimientos maduren pero le saco el tema a menudo pues me encanta oírle hablar en plural de este piso.

Aun dejando que los profesionales se encarguen de todo resulta agotador y eso que Raoul parece incansable y asume de buen grado todos mis escaqueos. Al final el esfuerzo le pasa factura, y también me la pasa a mi, porque se queda dormido casi de inmediato entre mis brazos cada vez que tenemos un momento de descanso. Claro que me encanta que se acurruque en mi cuerpo y se relaje hasta el punto de perder la consciencia pero echo de menos a mi Raoul, a mi niño tierno e inocente, a mi amigo cómplice, generoso y bromista, a mi mayor fan y a mi sexy novio, que sabe hacerme sentir protegido y deseado al mismo tiempo. Porque Raoul es todo eso para mi y mucho más.

- Amor, el domingo me gustaría que te quedaras.

Me mira interrogante, lo ha entendido pero no termina de creérselo.

- Cuando termine la fiesta, quiero decir, a dormir. Este piso... - Ago, no vayas a decir algo que le asuste - me gustaría que la primera noche en él fuera de los dos, que lo estrenemos juntos... - está pareciendo lo que no es - Joder, quiero decir algo bonito y parece que solo estoy hablando de sexo, que también, pero estoy hablando de algo más, de inaugurar este hogar juntos. Bueno, a ver...

- Me encantaría - me interrumpe con cariño para que deje de sentirme tan incómodo dando explicaciones en círculo - Pediré permiso a mis tíos, vale?

Hace tanto que vivo solo que ya no estoy acostumbrado a esos formalismos. Tú el domingo te quedas sí o sí, rubito... la diferencia radica en saber si desayunamos juntos o no, a mi me gustaría de veras prepararte un café y unas tostadas mientras yo saboreo tu piel antes de que me abandones para ir a clase. La idea de esa estampa me gusta tanto que creo que no me sería difícil acostumbrarme a vivirla a diario.

- Pero trata de descansar un poco ese día, por favor, no son ni las 12 y ya estás bostezando. Estoy tentado de mandarte a casa

Le noto tan frágil en mi abrazo que sería capaz de renunciar a él esta noche a pesar del poco tiempo que pasamos juntos.

- No, Ago, por favor. Te prometo que de aquí al domingo descanso. Y ahora tomo una copa y me animo, ya lo verás.

No ha podido evitar terminar la frase con un bostezo reprimido. Reímos.

- Tú decides, es solo que no quiero que caigas enfermo.

- Soy un tío duro, no te preocupes, chaval

Eso ha sonado muy forzado lobito, no te tienes en pie. Esta noche lo mando a casa en cuanto terminemos la primera copa aunque para ello tenga que retirarme yo también.

El Faro de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora