capitulo 26

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Nadie resulto más sorprendido que el propio Sasuke cuando su dulce y sumiso esposo se negó a decirle el nombre de los ingleses.

Estupefacto ante su negativa, no tuvo la menor idea de que debía hacer a continuación. Naruto permanecía sentado sobre la mesa con sus manos cruzadas sobre su falda, tan tranquilo como suele estar uno cuando se allá en el centro de una tormenta.

-¿Qué quieres decir con "no"?

-Olvidaste besarme al entrar. Cuando no deberías hacerlo.

-¿Qué?

-Olvidaste besarme.

-¡Por el amor de...!

Sasuke lo alzo en vilo. Deposito un rotundo beso sobre su boca, y volvió a sentarlo donde estaba.

-Vas a decirme quienes son esos canallas ingleses.

-Si –accedió el, para luego puntualizar su respuesta-. Al final.

-¿Y eso que significa?

Naruto se negó a responder. Tomo su cepillo, y comenzó a pasárselo por el cabello. Demonios, estaba precioso esa noche, pensó Sasuke. Llevaba un camisón celeste que parecía flotar a su alrededor y marcaba suavemente sus curvas. Ese doncel era prácticamente irresistible. El hecho una mirada a la cama y luego lo miro a él, antes de advertir adonde se dirigían sus pensamientos.

Era tarde, ya había pasado el crepúsculo, y todavía no había conseguido que Naruto le dijera los nombres, aunque a decir verdad, no lo había vuelto a ver desde el alba, y había estado demasiado ocupado hasta ese instante como para pensar en ello. En ese momento, no obstante, estaba decidido a obtener lo que buscaba antes de que se fuera a la cama.

-Un consorte debe hacer todo lo que su esposo le ordene –le dijo.

La exigencia no pareció gustarle mucho a Naruto.

-Este consorte, no.

-Maldición, Naruto, no te pongas terco conmigo.

-Un esposo no debe maldecir en presencia de su consorte.

-Este esposo, sí. –le espeto él.

A Naruto tampoco le gusto eso. Arrojando el cepillo sobre la mesa, se puso de pie y dio todo un rodeo para evitarlo al dirigirse a la cama. Al llegar a ella se quitó las pantuflas y se sentó.

Como siempre, Itachi había estado en lo correcto. A algunos consortes no les gustaba recibir órdenes de sus esposos, y evidentemente Naruto pertenecía a esa categoría. Pudo ver las lágrimas que brillaban en sus ojos, y supo que había herido sus sentimientos, el matrimonio era más difícil de lo que había supuesto.

-No hagas eso.

-¿Qué no haga qué?

-Llorar.

-Ni se me ocurriría –se apresuró a replicar el. Se puso de pie, retiro las mantas, y se acostó.

Sasuke apago las velas, e iba a extinguir el fuego de la chimenea, cuando Naruto le pidió que agregara otro leño.

-Hace calor aquí –protesto él.

-Yo tengo frio.

-Yo te mantendré abrigado.

Cuando Sasuke se sentó en la cama para sacarse las botas, Naruto se dio vuelta de cara a la pared.

-¿Lamentas haberte casado conmigo? –le pregunto en un susurro.

La pregunta lo pillo desprevenido. Era evidente que Naruto se sentía algo inseguro, y Sasuke sabía que el responsable era él, porque se había comportado como un oso desde el mismo momento que se habían reunido.

EL RESCATEWhere stories live. Discover now