capitulo 29

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Naruto había llegado al límite de sus fuerzas. Sencillamente, no podía seguir, y de todas maneras, era muy peligroso. La noche se acercaba rápidamente y la niebla se ponía cada vez más espesa. Se habían detenido al lado de un arroyo, y estaba a punto de decirle a Kiba que con su ayuda o sin ella iba a quitarse la flecha, cuando escucho un fuerte retumbar a la distancia. En pocos segundos, la tierra comenzó a temblar.

Kiba desenvaino su espada, mientras Gaara buscaba frenéticamente su arco y sus flechas. Naruto saco la daga de su cintura, y se acercó a Gaara.

-¡Preparaos! –grito Kiba, haciendo una mueca ante el temblor que oyó en su propia vos.

-Tal vez sean Choji y Shino –aventuro Gaara.

-Demasiados caballos –dijo Kiba, mientras colocaba el caballo delante de los donceles.

Segundos más tarde, Sasuke emergió de la niebla. Al verlos a los tres, tiro de las riendas y freno. La sola visión de su esposo, aparentemente sano y salvo, lo colmo de un alivio tal que al desmontar sintió que se le doblaban las rodillas. Sus soldados fueron tras él. Ellos también desmontaron y fueron tras Kiba. El muchacho temblaba con tal violencia que parecía estar saludándolos con la espada que mantenía agarrada. Pero no retrocedió ni se echó a correr. Aterrado como estaba, se mantuvo firme, dispuesto a arriesgar su vida por los donceles.

-Baja la espada, muchacho –le ordeno Jugo.

Sasuke corrió hacia su esposo.

-Naruto, estas bien.

Esperaba una inmediata afirmación y entonces le iba a echar un buen sermón. ¿Acaso ese doncel no comprendía lo mucho que significaba para él? ¿Cómo se atrevía a exponerse a un peligro semejante? Por Dios que le exigiría que le suplicara su perdón por haberlo sometido a esa tortura. Y pasarían muchos días antes de que lo perdonara.

Naruto se sentía tan lleno de júbilo y de alivio porque Sasuke lo hubiera encontrado que no le importó que estuviera furioso.

-No, no estoy bien, Sasuke, ¡pero estoy tan feliz de verte!

Kiba, con las manos aun temblando, al cabo de tres intentos logro por fin envainar la espada. Acababa de pasar la pierna sobre el lomo de su caballo, y se disponía a desmontar cuando Sasuke se acercó a su esposo. El soldado se lanzó hacia el Laird.

-¡No lo toquéis! –grito.

Sasuke reacciono con increíble presteza. Los pies de Kiba no habían alcanzado a tocar el suelo, cuando fue arrojado hacia atrás con tanta fuerza que aterrizo de espaldas sobre la hiervas.

-¿Qué diablos le pasa? –pregunto Sasuke mientras se giraba hacia su esposo.

Jugo aferro al enloquecido soldado por el pescuezo y lo alzo en vilo. Luego empezó a sacudirlo.

-¿Te atreves a darle órdenes a mi Laird? –bramo.

-¡Está sujeto a la silla! –Grito Kiba-. Una flecha...

En cuanto pronuncio estas palabras Jugo lo soltó. Sasuke ya había notado la flecha y se había trasladado hasta el flanco derecho del caballo para verla mejor.

Naruto le apoyo la mano sobre la mejilla.

-¡Estoy tan feliz de verte! –le murmuro.

-¡Y yo estoy feliz de verte a ti! –le dijo el-. Ahora déjame ver que te has hecho –le ordeno con un gruñido.

Naruto se puso rígido.

-¡Yo no he hecho nada! –Grito-. Salvo tratar de escapar. Si no hubiera sido por Kiba, Gaara y yo estaríamos muertos.

EL RESCATEWhere stories live. Discover now