Capítulo 16: Lucas

623 100 12
                                    

Me sentía terrible. Estaba horriblemente furioso, pero al mismo tiempo sentía cómo la tristeza embargaba mi cuerpo. 

No podía recordar la última vez que me había sentido de ese modo, pero no deseaba volver a sentirlo otra vez. 


Liv dormía con su cabeza apoyada en mis muslos, su cuerpo estaba casi inerte sobre el pequeño asiento largo que había dentro de la celda, sus delicados zapatos estaban en el suelo, justo donde ella los había dejado al aceptar que no podía caminar más con ellos. Me había enojado al simplemente escuchar eso, porque ella no podía caminar en absoluto. Estaba tan malditamente borracha que apenas podía mantenerse de pie, tambaleándose de un lado a otro, llorando como magdalena y luego riendo sobre vaqueros, y enseguida volviendo a llorar. Pero había algo más allí. Culpabilidad. Porque Liv debió haber ido a beber luego de yo haber salido de su departamento. Luego de haber terminado nuestra relación. Y el dolor me recorría toda la columna al verla así. Por mí, una vez más. 

En algún momento de la noche había llamado a Ethan, el jefe de seguridad de su equipo, avisándole que ella estaba detenida por haber manejado estando ebria, pero estaba a mi cargo.

 Él había dicho que informaría a sus padres, pero me negué a que lo hiciera. Incluso me las había arreglado para que Liv no manchara su hoja con ese tipo de detención. Nadie sabía que ella estaba aquí, además de cuatro personas, contando a que dos eran cercanos a mí y no dirían una sola palabra.

El policía a cargo de la estación había aceptado no procesarla, pero que debía pagar una fianza y esperar a que acabara el turno de la noche para poder irse. La fianza había sido pagada cuando Elizabeth, su mejor amiga, había sido informada de que Liv estaba detenida gracias a Garrett, y se había levantado en medio de la madrugada para ir al loft de su amiga y traer sus documentos, para que de esa manera Liv pudiese pagar la fianza terriblemente cara que le habían puesto.

Decir que me había sorprendido cuando la vi caminar con el idiota de Drake era un eufemismo. Porque había estado tan impresionado que ni siquiera había podido moverme durante unos segundos que parecieron interminables.

Joder.

Solo viendo a Liv tambaleándose, con su rostro húmedo a causa de las lágrimas, sus delicadas manos esposadas por delante de ella. Viéndose tan pálida como jamás lo había estado.

Y enseguida me había sentido culpable. Porque sabía que era mi culpa que ella estuviese en ese estado justo después de haber terminado nuestra relación. Y me golpeó como una jodida bola de demolición en el estómago.

Luego de que haya quedado momentáneamente inconsciente luego de haber vomitado sus entrañas como una posesa, había despertado llorando, sus sollozos haciendo mella en mí, porque no me había reconocido y había preguntado por qué los hombres siempre eran tan crueles. Había preguntado por qué la vida era tan cruel como si su vida dependiera de la respuesta. Había sollozado y dicho entre respiros que deseaba que esto fuese nada más que una pesadilla, porque se sentía tan rota como se había estado sintiendo meses atrás. Había repetido como un mantra mi nombre.

― ¿Luke? – Me tensé al escuchar su voz pastosa. Sus ojos grises estaban hinchados y sin una pizca de maquillaje, de esa manera se veían tan grandes y asustados.

―Sí, cariño. – Suspiré, sintiendo el cuerpo agarrotado por haber estado en la misma posición por tantas horas. – ¿Estás mejor?

―Uhm, sí, supongo que sí.

Liv se sentó con cuidado en el duro banquillo, haciendo una mueca de dolor cuando se enderezó, evitando en todo momento mi mirada. Estuvo en esa posición unos minutos, donde solo podía ver su pecho subir y bajar con cada respiración acompasada. Probablemente calmándose y preparándose mentalmente para lo se vendría momentos después: ponerse de pie después de tener una resaca de tal nivel sin ponerse a vomitar otra vez. Aunque dudaba mucho que aún quedase algo en su estómago.


La vi estirarse para recoger y ponerse sus zapatos, y luego pasar una mano por su cabello castaño, tratando de deshacer los nudos con cuidado.

No volvió a mirarme mientras se acomodaba lo mejor que podía, porque su ropa había estado arrugada y corrida.

― ¿Ahora qué? ¿Debo pagar algo o...? – Comenzó con lentitud, su voz se escuchaba ronca y ligeramente pastosa.

―No. Puedes irte en el momento en que quieras. Ya está todo arreglado. – Ella asintió, sin mirarme todavía.

Don't let me FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora