Capítulo 3: Olivia

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Amaba ese momento en el que estabas a punto de despertar, cuando no sabes quién eres, cuando no sabes nada sobre tu entorno, cuando no recuerdas ni uno solo de tus problemas. Eres libre, porque tu cerebro sigue medio dormido.
La luz de la mañana me molestaba, porque las cortinas habían quedado abiertas, lo cual encontré extraño. Nunca olvidaba cerrarlas.
Entonces todo comenzó a venir a mi mente. La fiesta, los ―oh― muchos tragos, Luke... Oh, Luke. Él ayudándome a regresar a casa, a cambiarme de ropa. Mi vergüenza aumentó cuando lo recordé sosteniéndome el cabello mientras vomitaba, acariciando mi espalda, tratando de tranquilizar a mi tenso cuerpo.

Me removí incómoda en la cama, y entonces lo noté. Un brazo me rodeaba por la cintura, volteé mi rostro lo suficiente como para mirar sobre mi hombro. Entonces me puse rígida. Oh. Jodido. Dios. Esto no podía ser posible. ¿Me había acostado con Lucas? Dios, no permitas que mi mente haya olvidado algo como eso, porque iba a estar realmente enojada si lo había hecho. No por el hecho de haberme acostado con él, lo que ponía en duda mis prioridades, sino por no poder recordarlo. Calor comenzó a recorrerme el cuerpo, lo que estaba fuera de lugar. Pero entonces me di cuenta que yo estaba con la camiseta que Luke me había puesto, siendo todo un caballero en el proceso, evitando mirar a una mujer ebria. Sonreí, incluso mientras estaba muerta de vergüenza por mis acciones de anoche.

Moví mis piernas tentativamente, buscando las suyas, y mi estómago cayó cuando pude sentirlas desnudas. Él se removió y yo me quedé quieta, como si aún siguiese durmiendo. Lo pude sentir tensarse por detrás de mí, su brazo haciéndose ligeramente más pesado, sin embargo, no lo quitó, pero sí se movió un poco. Y entonces, se levantó de golpe, como si algo lo hubiese picado.
―Mierda. – Soltó cuando lo oí caer de la cama. Me volteé precipitadamente, con los ojos pesados, jadeando.
― ¿Qué rayos?
Su mirada verdosa y alerta se encontró con la mía y luego la desvió al reloj que estaba sobre el velador junto a él, desde el suelo. Sus ojos se abrieron aún más de lo que ya estaban. Empezaba a temer que esos bellos orbes pudiesen salirse de sus cuencas.
―Voy a llegar tarde al trabajo. – Oh. Bueno, eso explicaba mucho.
Me senté en la cama, mirándolo hacia donde aún seguía en el suelo, pude ver su bóxer negro, y la tensión que había tenido en mi cuerpo me abandonó, sintiéndome ligera. Su expresión era tan torturada que no pude evitar soltar una risita, causando que Luke me mirara curioso, su ceño fruncido desvaneciéndose para que una sonrisa tentativa empezara a curvar sus labios.
― ¿Qué es tan gracioso? – Preguntó, levantándose al fin. – Si no llego en veinte minutos a la estación estaré realmente jodido. Y no en el sentido en el que me gustaría. – Hizo una pausa en la cual miró a los pies de mi cama, donde se encontraba su ropa, su media sonrisa desvaneciéndose. – Debo llamar un maldito taxi.

Entonces mi mirada se quedó trabada en él. En su cuerpo semidesnudo. ¡Santa mierda! Lucas estaba para ser la portada de GQ por el resto de sus días, porque su cuerpo era delgado pero musculoso, no exageradamente, solo un cuerpo trabajado, su pecho solo llevaba un poco de vellos, seguí bajando la mirada hasta llegar a su plano abdomen, fijándome en la delgada línea de vello que seguía justo por debajo de su bóxer, y tragué con dificultad, mi sangre bombeando caliente por todo mi cuerpo. Todo eso añadido a su altura de más de metro ochenta, hacían que se viese absolutamente delicioso.
―Puedo llevarte a la estación. No me molestaría. Es lo mínimo que puedo hacer luego de todo lo que hiciste por mí. – Ofrecí, obligándome a dejar de comérmelo con los ojos. ¡Qué inapropiado!

Luke me estudió unos largos segundos, en los cuales comencé a sentirme realmente incómoda, sintiéndome tonta, porque después de todo, yo ya lo había estado mirando como a un delicioso pedazo de carne. De la mejor carne, de todos modos.
Yo no tenía el mejor aspecto, ciertamente, con todo el cabello despeinado, el maquillaje corrido. Lo peor de todo era que Luke me había visto devolver las tripas. Sexy.
Apenas pude ver a Luke dando un pequeño asentimiento.

―Eso... estaría genial, gracias.
Salté de la cama rápidamente, mi cabeza no dolía como debería, supongo que debía agradecer por otra cosa más a Luke, ya que le di algo de problemas cuando intentó meter el ibuprofeno en mi boca.
―Vístete entonces, no queremos llegar tarde. – Le sonreí, dirigiéndome al armario, agarrando los primeros pantalones que vi y una sudadera, unas zapatillas que me puse sin siquiera desamarrar los cordones y salí en dirección al baño, para arreglar el desastre que tenía por sobre mis hombros. – Dame solo dos minutos y nos vamos.
Luke estaba vestido cuando salí del baño, tras haber arreglado lo de mis necesidades fisiológicas, lavarme los dientes, la cara y cepillarme el cabello.

Don't let me FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora