Capítulo I

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Tres años después...

Ross

— Es que... No lo entiendo. — comienza a decir mi primo, Adam, mientras caminamos por las calles de Nueva York.

— ¿Qué es lo que no entiendes? — pregunto, dándole un sorbo a mi café.

— Por qué rechazas a cada mujer que se te insinúa.

Ruedo los ojos y sigo caminando, unos pasos más adelante, Adam se apresura para llegar a mi lado.

— Ross...

— No estoy interesado, ¿de acuerdo?

— ¿Eres... gay? — pregunta, provocando mi risa.

— No, Adam. No soy gay. Soy un idiota.

— De acuerdo. Es por... — comienza a decir pero no termina la oración ya que su teléfono comienza a sonar.

Una sonrisa ilumina su rostro y atiende de inmediato, después de darme una mirada de disculpa. Miro hacia el parque, en donde habían parejas con sus respectivos hijos o simplemente hablando.

— ¡Laura, jodida zorra! — exclama Adam, riéndose.

Laura. Siento una punzada en mi corazón y me obligo a no rogarle para que me pasara con ella. Aún recordaba sus labios sobre los míos, sus caricias, sus gemidos... Lo recordaba todo.

— ¿Vendrás a Nueva York? ¿Este fin de semana? — le pregunta su mejor amigo, provocando que una pequeña esperanza nazca en mi.

Tal vez... Tal vez podría hablar con ella. Tal vez podría lograr más que un encuentro sexual. La amaba, la amaba con todo mi corazón. Dios, soy un idiota.

— De acuerdo, te espero. Yo también te he extrañado, cariño. Te quiero. — se despide para luego cortar.

Un silencio se instala entre Adam y yo mientras seguimos caminando, él jamás supo lo que pasó aquella noche y yo no me atrevía a preguntarle por Laura directamente.

— Siempre... Siempre pensé que Laura terminaría contigo. — dice, luego de un rato.

— ¿Por qué?

Joder, yo también me había permitido pensar aquello.

— Ella es como tú. Ambos tienen sueños, metas, son apasionados, dedicados y especiales. Pensaba que estaban hechos el uno para el otro, ya sabes... Destinados a ser. No sé por qué, pero recuerdo aquella noche, Laura estaba destrozada por Jess y cuando tú la fuiste a buscar, su rostro se iluminó y dejó atrás todo el asunto con aquel idiota. Jamás la había visto tan feliz.

— No sé que decir... — murmuro.

— Nunca me has contado lo que ha pasado esa noche. — reflexiona.

Suelto un suspiro. — Se acostó conmigo y luego me dejó, como si yo simplemente no valiera nada. Disfrutó su momento, tomó sus cosas y se marchó rumbo a Yale. — respondo, para después llamar a un taxi e irme.

Necesitaba salir de aquí.

***

Le doy un largo sorbo a mi copa, y miro a los hombres bailar con otras mujeres buscando sólo una cosa: sexo. Jamás comprendí por qué preferían esto los hombres casados, pasarse un viernes por la noche acostándose con mujeres desconocidas en lugar de estar en sus hogares con sus esposas e hijos.

Amaría tener una esposa e hijos esperando por mi en casa, en su lugar, me recibía la soledad de un departamento de soltero. Ellos eran tan afortunados, y estoy seguro de que ni siquiera tienen noción de aquello.

Tal vez a estas alturas de mi vida, al menos tendría a una mujer con la cual podría pasar mi viernes por la noche haciéndola reir o escuchando cómo estuvo su día, o simplemente acostado a su lado disfrutando de su compañía. Tal vez lo tendría, si Laura no me hubiera destrozado.

— Una soda y un tequila, por favor. — pide una mujer en la barra al lado mío, y de repente mi mundo se detiene.

Sus ojos se fijan en mi y me sonríe levemente.

— ¿O prefieres whisky? — me pregunta.

Intento hablar pero no puedo. Laura... Laura está en frente mío. Está aún más hermosa desde la última vez que la vi, si aquello es posible.

— Tequila está bien. — digo, en voz baja.

Ella asiente y unos segundos después tiene dos vasos en su mano, me apresuro para pagar yo por las bebidas y Laura ríe suavemente.

— Hola, Ross... — murmura, y puedo ver un leve rubor en sus mejillas. Adorable.

— Yo... Hola, Laura... — la saludo, y me abofeteo mentalmente por no ser capaz de hablar correctamente.

— Escucha, te debo unas disculpas. Jamás debí tratarte de esa forma, ni haberte dejado sin siquiera una explicación. Realmente lo siento. Esa noche ha sido jodidamente increíble... Y lamento haberlo arruinado todo.

— ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? — pregunto.

— Porque soy una estúpida, lo siento... — susurra, para después acercarse a mi y rozar sus labios con los míos. — Realmente lo siento, Ross.

Estoy a punto de besarla, de decirle que está bien, que la perdono. Pero entonces, siento algo fresco en mi cara y abro los ojos.

Ya no estoy en un bar.

Laura ya no está a mi lado.

Había sido un sueño.

Un maldito sueño.

— ¡Ross,al fin te despiertas! Apúrate. Sé que te mueres de ganas por verla. — exclama Adam, sonriendo ampliamente.

— ¿Acabas... Acabas de tirarme agua? — pregunto confundido.

— Lo siento, no te despertabas. — se encoge de hombros. — Tienes media hora para estar listo. Su vuelo llega a las 10.

Asiento y decido alistarme antes de que comience a gritarme. Adam ha sido mi mejor amigo desde que tengo memoria, no era sólo la única familia que me quedaba, sino que también era mi amigo.

Mis padres murieron cuando yo tenía 16 años, a partir de ese momento me cuidaron mis tíos, los padres de Adam. Laura siempre venía a casa, pero yo buscaba alguna excusa para ni siquiera estar cuando ella estaba presente. Jamás me conoció realmente, no hasta esa noche.

Veinte minutos después, Adam y yo nos dirigimos al aeropuerto. Mi primo tenía la esperanza de que esta vez Laura se quedara a mi lado y lo intentara conmigo, en vano era decir que yo no tenía las mismas esperanzas. Me sentía un completo imbécil.

Ella me había utilizado.

Llegamos un tiempo después, Adam busca con la mirada a su mejor amiga y yo muevo mi pierna reiteradas veces, nervioso por verla al fin.

La sonrisa de Adam se borra al ver hacia una dirección y yo sigo su mirada.

Allí estaba Laura.

Pero no estaba sola.

Había un hombre con ella.

Se estaban besando.

Adam intenta decirme algo, pero ya es demasiado tarde.

Ya me estoy marchando lejos de Laura. Lejos de ese hombre. Lejos de Adam. Lejos de todo. Rogando para que no me hubiera visto minutos antes esperándola.

Había sido un error. Un estúpido error. Por supuesto que ella no estaría soltera, por supuesto que tendría a alguien en su vida. Ella es perfecta, había que ser un idiota para no querer estar con alguien como Laura.

En ese momento, me di cuenta de la verdad que estuve evitando por años.

Laura jamás estaría a mi lado.





Him (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora