035.

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La profesora tomó la clase para hablarnos acerca de los ensayos para la graduación, si, las dos benditas horas para hablarnos de como debemos formarnos, como te debes parar, si puedes hacer esto o aquello ¿no quieren también enseñarnos a como rascarnos los huevos disimuladamente? Miré a Brendon en el banco de junto, estaba poniéndose plasticola en la mano, escuchaba música con sus auriculares inalámbricos y movía la cabeza de vez en cuando, estaba en su mundo, así que no lo molesté, porque no quería arruinarle el momento, como hacía con todo lo que tocaba.

― ¡Mañana es el ensayo, de tres a cuatro de la tarde, y es obligatorio!

Cuando mi humor era una mierda, solía ser el numero uno en poner los ojos en blanco, y eso hice. La semana estaba siendo un asco, no sólo porque tocaba ensayo para la graduación, no porque faltaba menos de dos semanas para graduarme, tampoco porque reprobé seis materias, mi problema tenía nombre y apellido.

Tyler Joseph no me miraba, no me hablaba, no me sonreía, no se sonrojaba cuando lo miraba, no notaba mi puta presencia en la casa, en la misma casa, joder. Intenté de todo para acercarme y explicarle las cosas, pero me hacía oídos sordos, ¡Lloré como una magdalena durante horas cuando le hablaba y no me respondía! Mamá insistió en que le diera tiempo, que ni piense que esperaré tres o ocho meses hasta que él decida hablarme, esa misma noche ese tonto me iba a escuchar.

Nadie escuchaba a la profesora cuando sonaba el timbre, me incluyo. Guardé la única hoja que saqué y la tiré dentro de la mochila con mis demás cosas, que no eran muchas. Apenas Brendon vio movimiento, lanzó todo a la mierda y prácticamente salio corriendo del salón de clases, ultimamente estaba algo raro, desaparecía por horas, a veces por días, ¿tendrá novia?

Salí por los pasillos, y me detuve a guardar algunos libros innecesarios en mi casillero, los lancé a todos tan fuerte que la mitad de las cosas se me cayeron al suelo.

― Libros de mierda, ni sé para qué los tengo —mascullé juntando los malditos libros.

— ¿Problemas en el paraíso? —dijo Dallon pateando suavemente todas mis porquerías esparcidas. Subí la cabeza para mirarlo, dejé los libros en el suelo y me coloqué a su altura, joder, contuve las ganas de romperle esa cara de imbécil que tenía.

— ¿Tú que crees? —hice un gesto molesto con la cabeza—. Te encanta meter el dedo en la llaga eh.

— En realidad me encanta meter el dedo en otros lugares, más estrechos.

— Vete a la mierda y no me rompas los huevos.

— Ya, sólo bromeaba —rió y comenzó a juntar mis cosas del suelo, me las entregaba y yo se las quitaba de mala gana, guardando cada mierda en su lugar—. ¿Estás bien?

Ajá no te imaginas, estoy en mi salsa.

— ¿Para que preguntás? Si ya sabes cómo está la maldita situación.

— Oh, lo siento. Creí que ya lo habías solucionado —pasó una de sus manos por su cuello mirando el suelo, algo incómodo.

— No, claramente no lo hice. Al parecer a Tyler no le basta con ignorarme una semana.

— La cagaste en grande —me entregó mi cartuchera con dos lapiceras y una goma de borrar—. Ya verás que todo se solucionará...

• i hate you • [joshler] pt. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora