2-❝Te creo...❞

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Pov. Avocato:

Jamás me sentí más jodidamente incómodo, este tipo con cabellos oxigenados sabe casi todo sobre mi. Incluso varias cosas que ni siquiera mi hijo lo sabe. ¿Cómo sé si de verdad él viajó en el tiempo o algo así y no me está engañando? Aún así, traté de mantener la calma, ya estoy bastante estresado como para empezar a gritarle a este tipo que no vale la pena.

–Mira, creo que no fue la mejor manera de convencerte de que ya se lo que pasará pero creeme, solo quiero lo mejor para ti– Hasta que por fin dice algo cuerdo.

–Si quieres lo mejor para mi... Entonces ayudame a recuperar a mi hijo– Hace tres años que he estado buscando a mi hijo pero jamás logro llegar a él, parece que cada vez que descubro su y ubicación lo cambian hacia otro lugar. Ya estoy harto.

–Por su puesto que si amigo– Me dijo para inmediatamente después quitarme las esposas que me habían puesto los SAMES. –Ahora, ¡vamos por tu hijo!– Vaya... Parece que este tipo siempre está motivado.

Mientras íbamos corriendo directo hacia un Hawk, yo no podía estar más confundido. ¿Por qué él querría ayudarme? Apenas nos conocemos. ¿Cómo sé que puedo confiar en él?

–¿Si quiera sabes dónde está mi hijo?

–En la celda de detención 43– Él... Está ahí, tantos años buscando y siempre estuvo tan cerca de mi. ¡Mierda!

Después de que Gary y HUE tuvieron una pequeña discusión finalmente pudimos subirnos al Hawk, sentía que era mejor llevarnos a Mooncake pero Gary insistió que mejor se quedara, se despidió de él y luego encendió la nave. Tengo un mal presentimiento...

[...]

Cuando llegamos, yo no pude aguantar más y al salir de la nave, me fui corriendo directamente hacia donde estaba mi hijo, no puedo soportar otro maldito segundo sin estar con él.

Gary fue tras de mi gritándome que me detuviera, él hizo su mayor esfuerzo para superarme y ponerse frente a mi para evitar que siguiera corriendo. Lástima que lo hizo en tiempo justo lo cual ocasionó que chocáramos y él cayera encima mío. Un silencio incómodo invadió de pronto.

–Oh... Cielos, no había notado lo fuerte y musculoso que es tu torso– ¿Qué rayos acaba de decir? ¿Y por qué hizo que se me erizara todo mi pelaje? ¿¡Quién dice eso después de una caída incómoda!?. –¿Acaso nadie te lo había dicho? Vaya me pregunto como te verías sin tu ca– Cuando el idiota finalmente escuchó lo que había dicho inmediatamente se levantó totalmente rojo de su rostro.

–Muy bien...– Me aclaré la garganta. –Hagamos de cuenta como que eso... No pasó, en todo caso... ¿Por qué me detuviste?

–Porque es una trampa, el Sr. Comandante ya sabe que quieres ir por tu hijo y si sí lo haces, no te dará otra oportunidad y tratará de matarte.

Por ahora no tengo el apoyo de nadie y si Gary tiene razón necesitaría de un... ❝Compañero❞ en lugar de estar solo y fallar miserablemente.

–Está bien Gary... Te creo...

Él mostró una gran sonrisa para inmediatamente darme un fuerte abrazo, el más incómodo que jamás me han dado. Podía sentir como su corazón latía al mil por hora y tengo una leve sospecha de que eso que sentía entre mis piernas... No era su pistola, pero para no hacer más incómoda la situación, decidí no decir nada.

Gary planeó un complicado plan para infiltrarnos en aquella celda en donde mantenían encerrado a mi hijo sin ser detectados o caer en la ❝trampa❞. Me sorprendió su forma de planearlo, era obvio que solo decía lo primero que se le venía a la mente, sin pensarlo dos veces o ver los contras de este plan.

Según él, si nos metíamos por los ductos de ventilación hasta llegar dentro de la celda, evitaríamos caer en la trampa y rescatar a Pequeño Cato muy sigilosamente. No me convencía mucho su plan pero en todo caso, no tengo a nadie más así que... Ni modo.

Empezamos a ejecutar el plan, con suerte funcionó, había llegado hacia la ubicación de mi querido hijo, me alegra haber seguido a Gary, puesto que si hubiera ido por mi cuenta me habría topado con el problema de aquel muro ❝anti-ruidos❞. Gary me sostuvo de mis pies y me fue bajando lentamente para alcanzar a Pequeño Cato.

–Pss. Pequeño Cato... Hijo...– Aunque sabía que no se podía escuchar nada a través del cristal, preferí hacer el menor sonido posible. El Sr. Comandante suele estar lleno de sorpresas... –Toma mi mano.

Pude sentir su pequeña y suave mano agarrarse con fuerza de mis manos, le hice señas a Gary para que me levantara, todo iba de acuerdo al plan hasta que fue la hora de irnos, puesto que, cuando estábamos retrocediendo, los muros se empezaron a hacerse más pequeños, casi al punto de aplastarnos. Gary hizo lo posible para romper o hacer alguna abertura para salir de ahí pero cuando lo logramos, al caer nos encontramos con el Sr. Comandante... Ese maldito...

–Oh... Avocato... Una vez más me sorprendes con tu brillante astucia– Me decía con su rasposa y profunda voz mientras me atraía a él telepáticamente. Gary me agarró por la cintura y trató de jalarme, aún sabiendo que era imposible él hacia lo posible para si quiera lograr moverme un poco.

–¡Dejalo en paz cara de idiota! ¡Esta fue mi idea!– La cara del Sr. Comandante cambió drásticamente, me soltó y rápidamente trajo a Gary hasta unos metros cerca de él. Agarré a mi hijo y huí lejos, mientras escuchaba como Gary gritaba de dolor porque...

Le arrancaron el brazo...

Miré fijamente a mi hijo, él tenía una cara de preocupación... Gary me ayudó a reunirme con la persona más importante de mi vida... No puedo abandonarlo. Le di ordenes a Pequeño Cato de que se quedé ahí mientras yo iba por Gary.

Por suerte, al arrancarle el brazo, su sangre salió a chorros cayendo un poco (mucho) en la cara de ese imbécil, distrayéndolo y así soltándolo para que yo le pudiera ayudar. Al llegar a él, le puse un poco de mucosa para evitar así que perdiera más sangre, lo cargué entre mis brazos y me fui corriendo lo más rápido posible. Pequeño Cato estaba corriendo detrás de nosotros.

–Mis piernas aún sirven ¿sabes?– Dijo con el ceño fruncido y sus mejillas de un tierno color rosado. Dios, ¿por qué me gustó verlo de esa forma?.

–Lo sé pero...– Vaya ni siquiera podía buscar una buena excusa para justificar aquella acción. –Apenas y puedes seguir mi paso ¿cómo esperas lograr correr más rápido? No quiero retrasarnos– hacía lo posible para que no se me notaran los nervios que sentía.

–¿¡Dónde está la nave!?– La voz de mi hijo asustado tratando de evitar los disparos me hizo darme cuenta que estaba corriendo sin ir a algún lugar en específico.

–Saltemos– Mencionó Gary señalando a la orilla.

–¿Estás loco?– Dijimos mi hijo y yo al unísono.

–No... Estoy súper loco– Gary jaló de mi cuello como si estuviera apunto de caerse lo cual ocasionó que yo me tropezara y cayera al vacío. Mi hijo saltó para aferrarse a mi, era eso o morir disparado. La caída se sentía eterna pero justo cuando llegamos al final (osea en el espacio) encendí mi escudo que nos brindaba oxigeno por al menos... Media hora más o menos.

¿Por qué me siento así con él? Yo... Yo no sabía si realmente podía creer en él pero... Algo en sus ojos... Me hizo cambiar de opinión.

Modo: Novio... ¡Activado! [Garycato] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora