Capítulo Diez

4K 318 3
                                    

Por duodécima vez en lo que iba de tarde ví el número de mi padre reflejado en la pantalla de mi móvil. No quería hablar con él, no quería escucharlo. Al menos no quería hacerlo en aquel momento porque estaba dolida, dolida con él por haberse tomado la licencia de ocultarme por tantos años sus verdaderas razones, su verdadera forma de vivir.

-Adri-la dulce voz de Jace me habla-. Deberías cogerle el teléfono.

-No quiero-me hundí aún más en su pecho-.

-Cielo-alzó mi barbilla para mirarme-. Es tu padre. Puede que no haya hecho las cosas bien pero tu siempre me hablaste bien de él, siempre me contaste con ilusión tus recuerdos de infancia a su lado. ¿No crees que merece una oportunidad?.

-Él no quiere que tú y yo estemos juntos, Jace. No quiero separarme de tí.

-Y yo te he dicho que nadie va a separarnos. Siempre estaremos juntos porque ambos deseamos que así sea. Anda, no seas cabezota y llámalo.

-¿No se supone que es tu enemigo?.

-Yo no tengo enemigos si se trata de tu felicidad, Adri.

Hice lo que me pidió. En realidad no tenía ninguna gana de enfrentarme a mi propio padre pero Jace tenía razón. Mis recuerdos de infancia, de lo bien que me habia tratado a lo largo de mi vida, merecían una oportunidad.

-Adri, al fin sé algo de tí. ¿Dónde estás? Estaba preocupado por tí.

-No importa donde esté, papá. Te veo en la empresa en media hora y por favor, no lleves a Eros contigo. Sé que es mi hermano pero no soporto sus aires de superioridad.

-Iré solo. No te preocupes.

-Ciao, papá.

-Ciao, bella.

-¿Quieres comer algo?-me preguntó Jace una vez colgué el teléfono-. Llevas todo el día sin llevarte nada a la boca.

-Estoy bien, Jace. Gracias igualmente. He quedado con mi padre en media hora.

-¿Quieres qué te acompañe hasta la empresa?.

-Ahora que lo dices. Sí, quiero que me acompañes.

Caminamos juntos de la mano hasta los almacenes Grimaldi. Cuando entramos por la puerta, saludamos brevemente a Gio que parecía que siempre estaba atento a cuando entraba por la puerta y nos dirigimos a la oficina. Mi padre estaba allí esperándonos o más bien esperándome.

-Adrienna, cielo, pensé que vendrías sola.

-Y lo iba a hacer, papá pero he considerado que Jace debia venir conmigo dado que ahora él es parte di me. Y antes de que protestes-le intuí-quiero que sepas que si estoy aquí es porque Jace me ha insistido en que lo haga.

Mi padre se sorprendió al escuchar esta última parte. Lo supe por como movió su bigote. No era un hombre expresivo pero yo me conocía al dedillo cada una de sus reacciones.

-Adrienna, no se como pedirte perdón por todo esto que estás viviendo así de repente pero te aseguro que nunca quise hacerte daño. Eres mi ojito derecho, ¿cómo iba a contarte mis historias cuando tú permanecías ajena a todo disfrutando de tu vida?.

-No me sirve-negué con la cabeza-.

-Seré sincero contigo. Tus hermanos siempre fueron alocados y rebeldes, parecía que estaban predistinados a seguir con la saga Grimaldi pero tú eras diferente. Con tu inocencia permanecías ajena a todo y yo, a pesar de ser tu padre, te envidiaba. Quise construir para tí un futuro sin preocupaciones o, al menos, sin más preocupaciones de las que se le exigen a una persona pero parece que mis deseos no fueron del todo escuchados porque aquí estás enfrente de mí pidiéndome explicaciones junto a tu novio.

El Jardinero(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora