Capítulo Dieciséis

3.3K 288 15
                                    

Relax. Ese concepto tan buscado. La gente solía encontrarlo tomando una copa al salir del trabajo, hablando con sus amigos, yendo a un spa o incluso de compras pero para nosotros, hacía tantísimo tiempo que era un tema tan vetado, que cuando finalmente pudimos disfrutar de él, tardamos casi una semana en acostumbrarnos.

Toqué mi barriga, ya abultada. Hacía cuatro meses que habíamos huído de Verona. Cuatro meses desde que mi padre había jurado matar a Gianbaptista, cuatro meses desde que todo lo referente a las trifulcas Conte-Grimaldi había quedado desterrado de nuestra vida. Lo último que supe fue que mi suegro había desaparecido de la faz de la Tierra y eso me tranquilizaba y preocupaba a partes iguales aunque trataba a toda costa que ocupara poco espacio en mi mente.

Había sido sugerencia de mi padre que nos trasladásemos a vivir a Chicago. Según él, la boca del lobo era más segura que ningún otro lugar y así Jace podría trabajar desde allí demostrando a sus rivales  que sus negocios le importaban. Chicago era demasiado desconocida para mí. Acostumbraba a vivir en una ciudad en la que iba caminando a todos lados, tener que coger el coche cada día para desplazarnos fue algo con lo que tuve que aprender a convivir aunque tenía otras muchas cosas buenas: la pizza Chicago y little India eran algunas de ellas.

-¿Qué crees que serà?-me preguntó Jace impaciente-.

Estábamos en la consulta del médico. Habían pasado tres meses desde que nos habíamos mudado y después de mucha impaciencia, estábamos a punto de descubrir el sexo de nuestro  bebé. En el fondo de mi corazón deseaba que fuera una niña. Las palabras del padre de Jace aún resonaban en mi cabeza y no quería que mi hijo se viera envuelto en ninguna clase de rencilla familiar  cuando fuese mayor. Me aterraba tan sólo pensar en ello.

-¡Enhorabuena, papis!-nos felicitó la doctora una vez pudo ver a nuestro bebé en la ecografía-. Estáis esperando un niño y por lo que veo, parece que serà bastante grande.

¡Mierda! Ahora tenía una nueva preocupación: el futuro de mi bebé y eso que aún no había nacido.

-Muchas gracias, doctora-le sonreí-.

-¿Ya saben cómo lo llamarán?.

-En realidad, tenemos varios nombres pensados. La mayoría de niña-comentó Jace y la doctora empezó a reírse-.

Esa era otra. ¿Qué nombre le pondríamos?. La mayoría de las veces en las  que había surgido el tema, no fuímos capaces de ponernos de acuerdo y yo siempre acababa sacando mi ramalazo feminista asegurando que si yo paría, yo decidía el nombre. Creo que en verdad Jace me picaba para verme enfadada. El caso es que el tema no tardó demasiado en salir a la palestra.

-Me gustaría llamarlo Brian.

-¿Brian? ¿Cómo la vida de Brian?-no daba crédito a lo que estaba escuchando-. Nada de nombres americanos, Jace.

-Está bien. Nombres americanos excluídos del repertorio. ¿Qué tal Marcelo?.

-No me gusta.

-Creo que terminaríamos primero si me dijeses cuáles te gustan a tí.

-Me gusta Giacomo.

-Por favor, Adrienna. ¿Cuántos años hace que ese nombre no se pone a los niños?.

-Está bien-me crucé de brazos-. Qué él decida como quiere llamarse cuando  sea mayor. Mientras tanto, lo llamaremos "niño" o "hijo".

Empezó a reírse en mi cara sin sentido porque realmente, gracia lo que se decía gracia, no me hacia mucha.

-Lo único que tengo claro es que no quiero que nuestro hijo acabe siendo un don o algo por el estilo.

-Lo lleva en la sangre, Adrienna-lo miré con cara de espanto-. Sé que mis palabras te resultan duras pero imagínate que yo fuera actor y supiese la mierda de mundo  que es Hollywood, que tuviera un hijo y me dijera que quiere ser actor. ¿Qué crees qué pasaría si me opusiera a ello?. Seguramente, clavaría una espina en su corazón al saber que su padre no le dejó hacer lo que realmente quería hacer. Se frustraría por no saber qué es lo que se sentía siendo actor.Debemos dejarlo aprender de sus propios errores, ¿Por qué otra razón íbamos a estar en el mundo?.

El Jardinero(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora