Capítulo Tres

4.9K 407 22
                                    

Quería decir que no, quería negarme a besarlo, a sentir sus dulces labios sobre los míos pero no podía, me era imposible resisitirme a Jace, a su varonil aroma, a su sexualidad.

Me dejé llevar por el momento, por la atracción que ejercía sobre mí para intensificar el beso que nos unía, para dotarlo de pasión. Y ninguno de los dos consiguió controlarse a partir de ahí. Con cuidado, se deshizo de mi vestido y me dejó en bragas ante sus ojos.

-¡Todo este tiempo has estado delante de mí sin sujetador!-exclamó mirando hacía mis pechos-. Son perfectos, Adri. Tú entera eres perfecta.

-Si te sirve como referencia para futuros encuentros, no suelo llevar sujetador-le guiñé el ojo-.

Comenzó a besar mis pechos mientras los masajeaba haciendo que me excitara más y más a cada segundo. Empecé a desabrocharle los botones de la camisa pues necesitaba observar la perfección que se escondía debajo de ella. Me empujó contra la encimera de la cocina mientras lo hacía y sentí su incandescente erección contra mi ombligo. Estaba a punto de suplicarle que se introdujese dentro de mí pero su plan era hacerme sufrir un poco antes. Introdujo un par de dedos dentro de mí zona intima y comenzó a deslizarlos a través de ella. Jace era un pervertido que me estaba haciendo disfrutar de una forma bastante cálida e intensa. Cuando llegó mi primer orgasmo, me acerqué a él sintiendo su torso desnudo y suave acariciándo el mío y no pude evitar moderle en el cuello al recorrer mi cuerpo una ola de calor y placer que me hizo marearme. Me cogió en brazos y me llevó hasta el sofá donde me echó suavemente para después quitarme las bragas y dejar al descubierto su miembro, su perfecto y enorme miembro. Empezó a introducirlo dentro de mí con suavidad.

-Si te hago daño, avísame por favor.

Caso omiso. Le cogí el culo y empujé para que se introdujera totalmente dentro de mí. Estaba demasiado caliente, demasiado mojada como para sentir el dolor. El hecho, hizo que Jace comenzara a darme bastante fuerte sin parar ni un segundo. Cada estocada era pasión, era placer, era un cosquilleo que llenaba mi parte íntima y recorría mi espalda con un hormigueo que me hacía perder la noción de donde estaba. Tan sólo existíamos él y yo en ese instante y era el mejor instante del que había disfrutado en años.

-Córrete para mí, Adri-me dijo mientras me agarraba las caderas-.

Me corrí varias veces antes de que él lo hiciera y cuando al fin depositó su semen en mi interior, le acompañé una vez más al compás de una plegaria de gemidos mutuos que nos hicieron arañarnos al no poder soportar más nuestros cuerpos. Ninguno de los dos fue capaz de articular palabra hasta un buen rato después. En su lugar, nos quedamos mirándonos durante largo rato mostrándonos nuestras impresiones con el brillo de nuestros ojos.

-Eres increíble, Adrienna. Jamás había sentido nada igual.

-Creo que la mayor parte del trabajo ha sido tuya-le dije-.

-Pero no podría haberlo hecho sino me excitara cada gesto, cada caricia, cada parte de tu cuerpo.

-Me pones con tus palabras.

-Pues tengo mucho más para tí.

-¿De verdad?.

-¿Tienes algún viaje que hacer mañana?

-Soy la jefa,Jace. Cualquier viaje puede ser pospuesto.

-En ese caso, déjame hacerte mía de nuevo.

Desperté a la mañana siguiente con un brazo obstaculizándome el paso hacía el baño. Me meaba como una condenada pero el brazo de Jace era demasiado pesado para liberarme de él.

-¿Jace?-le pregunté-.

-Dime, preciosa-me respondió adormilado-.

-Me estoy meando y soy incapaz de salir de tu secuestro.

El Jardinero(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora