Capítulo Cinco

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Desperté automáticamente a las ocho de la mañana. Estaba tan acostumbrada a hacerlo todos los días que ya mi reloj biológico ejercía de despertador.

Cuando abrí los ojos me sentí un poco perdida pero pronto recordé lo que había pasado. La noche anterior me había quedado dormida en los brazos de Jace. Me sentía tan protegida, tan feliz a su lado que el sueño invadió mi ser en cuestión de segundos. Sin embargo, me sentí un poco decepcionada al no verlo a mi lado por la mañana. ¿Se habría ido a dormir a otra cama?. Suspiré y me levanté de la cama con la intención de buscar un baño pero antes de salir de la habitación, escuché a Jace hablar por teléfono. Parecía enfadado y no se porque extraña razón me quedé a escuchar escondida tras la puerta.

-Ya te he dicho que lo haré. Asumiré el mando pero llevaré mis negocios desde aquí. No tengo pensado volver a vivir en Chicago.

¿Chicago? ¿Sería Jace de allí?.

-¿A tí qué te importa si estoy con alguien o no?. Iré la semana que viene, arreglaré lo que tenga que arreglar y volveré a Italia. ¿Lo tomas o lo dejas?.

Colgó el teléfono y escuché sus pasos venir en dirección mía. Rápidamente corrí hacía la cama de nuevo cuando me acosté, él abrió la puerta. ¿Por qué narices estaba haciendo estas cosas? Espiarlo y esconderse después era patético.

-¿Estás despierta?-me preguntó mientras acariciaba mi pelo-.

-Así es-le sonreí-. Me hubiese gustado despertar a tu lado.

-Mi dulce y cariñosa Adrienna. También hubiese sido mi deseo pero tuve que atender una llamada importante. No pensaba que fueses a despertarte tan temprano.

-Es mi costumbre hacerlo así.

-¿Quieres desayunar?.

-Me gustaría ir al baño antes.

-Como no-rió-. Te enseñaré donde está así podrás familiarizarte con la casa.

-¿Familiarizarme?.

-¿Crees que será la única vez que vendrás a mi casa?. El rollito ascensor me ha gustado demasiado.

-Eres un depravado-le lancé la almohada-.

-Y tú un ser perfecto, Adri.

Me cogió en brazos riendo y me llevó hasta el baño. La casa de Jace era bonita y acogedora. Estaba impregnada con su esencia, con su forma de ser por todos lados.

-El problema es que no tengo ropa para tí.

-No te preocupes. Le mandaré un mensaje a Gio para que me traiga algo del almacén.

-Te prestaré algo mío hasta entonces.

Me duché tranquilamente sin las prisas a las cuales estaba acostumbrada y el recuerdo de la llamada de Jace volvió a rondarme la cabeza. ¿A dónde debería viajar?. La verdad que no me apetecía mucho separarme de él.

-¿Cómo estás,preciosa?-me habló al otro lado de la mampara-.

-Perfecta.

-Te dejo la ropa aquí. El desayuno está listo.

-Gracias, Jace.

-Gracias a ti por existir.

Me derretía con él, con sus palabras y su delicadeza. Me trataba como si fuera una bella flor, su más preciado tesoro. Me vestí y fuí en busca de la cocina. Olía estupendo.

-Su desayuno está listo, señorita-señaló en dirección a la mesa donde unas deliciosas tortitas reposaban-.

-Eres guapo, sexy, encantador y además cocinas. Dime que no eres un sueño porque sería para mí un horror despertar de esta perfección.

El Jardinero(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora