Capitulo VII

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Alfred

Siento un leve sudor en mis manos y cada segundo me cuesta más respirar.

Quiero y no quiero encontrarme con sus ojos. Tengo miedo que su mirada me fulmine y acabe conmigo.

Respiro profundo y me dirijo hacia ella.

- Entonces eres la hermana de Javier, no sabía yo que tuviese familia en Barcelona.

La chica aún en el sofá parece que no me ha oído, está concentrada mirando la mesa donde está puesto el catering. Y estoy a punto de gritarle, "oye estoy aquí!!!"

No puede ser normal, seguro tiene problemas de atención o algo raro ocurre con ella. Me pregunto si estará fumada?

Después de un incómodo silencio deja de mirar a la mesa y como si acabase de salir de un masaje relajante, con la tranquilidad más grande del mundo me pregunta

- ¿Vas a comerte todo esto tú solo? Entiendo que tengas hambre después de un concierto como este, pero tal cantidad de fuet no puede ser buena para nadie, a menos que se comparta. Y los kiwis? Los tienes de adorno? Nunca he entendido la fascinación de la gente por el kiwi, es súper caro y bueno hay otras frutas que aportan fibra, si los usas para que todo fluya, tu me entiendes no? Al final todo son modismos, como el aguacate, a quien se le ocurre desayunar con aguacate, no digo que esté malo a mi me encantan los nachos con guacamole, pero de desayuno? Yo, es que hay cosas que no entiendo.

La chica por fin abandona el sofá que tiene como trinchera y camina hacia mi, mientras sin ni siquiera conocerme me alecciona sobre mi tránsito intestinal. Yo que ya no puedo evitarlo y me echo a reír.

-¡¡¡¡Qué cosas dices por favor!!!!!!

- Amaia, soy Amaia

Se acerca y sin dejarme reaccionar se lanza y me da dos besos, como si fuera un amigo de la infancia al que llevase años sin ver pero con toda la familiaridad del universo, sentir sus labios en mi piel es como si una descarga de electricidad cállese sobre mi, y su olor era de lo más peculiar y adictivo.

-Supongo Amaia, que tienes hambre...

Apenas puedo articular palabra pero me cercioro de hacer énfasis en su nombre.

- Haber, Alfred es que te llamas no?
Pues si te soy sincera muero de hambre llevo sin comer desde las 12, mi mejor amiga me ha tenido todo el día de aquí para allá y me he olvidado de comer y bueno de cenar también, no estaría mal un trozo de esa pizza de quesos, que es mi favorita y que está mirándome con ojos de comeme, aunque si solamente pudiera comer algo antes de morir escogería una de esas 10 palmeritas. Sabes que si te comes todo esto tú solo estarías cometiendo un pecado, el de la gula y también si no lo compartes o lo que sería peor es que todo esto terminara en la basura, eso sería lo más doloroso, porque sé que más de un niño podría ponerse morado con este banquete.

Me mira intensamente después de soltarme nuevamente un discurso y descubro que sus ojos con La Luz se hacen más verdes, y detalló las facciones de su cara. No mentí a Marta cuando le dije que no era mi tipo. Yo las prefiero más altas, con más curvas, y menos parlanchinas, pero había algo en ella que me atraía, no sabía el que, no quería que dejase de hablar, era frágil pero a la vez segura, era desestabilizate.

- Come lo que quieras, de repente se me ha quitado todo el hambre.

Y como si de oro se tratase corrió hacia las napolitanas,

- Madre mía !!! que buenas, si esto es como ir al cielo y volver, es que menuda fantasia, de donde son, donde las compras. Puedo llevarme una para el desayunar?

Alcanzar a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora