48 HORAS

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ALFRED

Subo las escaleras del edificio de Amaia por miedo a cruzarme con algún vecino en el asesor, y si soy realmente sincero por miedo a su reacción.

Desde que se abrió la puerta de su portal mi corazón late a un ritmo frenético y no es solo por la expectación de finalmente poder verla, ---- limpio mis manos sudorosas una vez mas, mientras lentamente subo cada uno de los escalones que me conducen hacia ella.

El miedo y la incertidumbre me inundan. ¿Y sí lo que teníamos no era tan profundo y se ha esfumado? ¿Y si no encuentro en sus ojos la calidez y la incondicionalidad que la caracteriza?

Que pasaría si todo fuese producto de un sueño, uno maravilloso, pero un sueño que el tiempo y la distancia evaporasen. Me enfrentaba a la realidad de estar a su lado en un espacio y por un tiempo limitado nuevamente. 

Tenia miedo que un golpe de realidad me diera una bofetada y descubriéramos que no nos pertenecíamos, que esto ha sido nada mas que la estela que deja una estrella fugas a su paso, miles de partículas regadas por el espacio.

Finalmente llego al ultimo escalón, voy meditando, tratando de aprender a respirar, por que de repente parece que lo he olvidado y ella esta allí, en el marco de la puerta con una de mis camisetas que seguramente robaría nuestro último día en mi casa, con su pelo enmarañado y unos ojos somnolientos. Estaba perfecta, perfecta para mi, una aparición ante mis ojos, un rayito de luz.

Me pongo enfrente suyo y sus ojos son los de siempre, me miran cargados de amor y devoción y yo solo quiero acortar las distancias y fundirme en ella, pero Amaia parece absorta en otro mundo y mira mis ojos mi cara mi cuerpo como si se tratase de E.T haciendo una parada en su casa.

Finalmente y cuando menos lo espero con toda la fuerza de su cuerpo se abalanza sobre mi y me da el abrazo mas fuerte y eterno que jamás he recibido.

- ¡¡¡Ruru!!! eres tu, estas aquí de verdad y no eres parte de un sueño, ha pasado algo? ¿Estas bien? ¿No deberías estar en Londres? ¿Dios mío algo pasa con Javi?

- Solo quería verte, esa no es una justificación suficiente?

Amaia no me deja terminar la frase cuando nuevamente se abalanza sobre mi y me devora, mientras por fin entramos a su casa, sus besos saben a gloria y por fin me siento completo, estoy en casa.

El beso es apasionado, lleno de promesas y de ganas de acortar las distancias de borrar los kilómetros y mandar a la mierda las videollamadas.

- Cuanto tiempo?

- Cuanto tiempo que mi amor?

- Cuanto tiempo te tengo para mi?

- 48 horas.....

- Me conformo

Mientras nos devoramos a besos, vamos hacia su habitación, y madre mía si la primera vez que vine me pareció un caos hoy parece que la Tercera guerra Mundial se hubiese celebrado en el mismísimo salón o en las esquinas de su habitación, pero esta vez sonreí, mi Amaia no seria tan mía si no viviera en medio del caos, su caos es mi caos.

 Estaba francamente cansado de la perfección y la monotonía de las habitaciones de hotel, todas tan iguales, todas con ese toque impersonal, la misma decoración de almacén sueco, que hace que olvide en la ciudad que estoy por que perfectamente podría ser la misma si no fuera por las horas en autobús, que me llevan de una habitación a otra.

Alcanzar a una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora