Noches de Insomnio

Noche 3: "Un choque inesperado"

Acá estoy otra vez. Es la segunda vez que me pasa esto. No puede ser que tenga pesadillas todos los días ya van 2 noches seguidas. La primera fue humillante, leer ese poema dónde escribí y describí todos mis sentimientos, siendo sincero ese fue un gran susto, era otra vez ese escenario donde me ponía a leer ese estúpido poema.

La segunda Noche fue la peor de todas, nunca hubiera pensado que soñaría con el camino que lleva a mí corazón. Sí, es un lado oscuro, pero nunca hubiera pensado que sería tanto.

Aquí estoy de nuevo son las 3 Am y aún tengo miedo de dormirme y volver a soñar con algo parecido...

Levántate cariño - otra vez mi mamá levantándome para ir a mi colegio y volver a la rutina.

Rick ya es tarde y llegarás tarde a clase - la misma frase todos los días.

- ¿Sabías que tenemos nuevos vecinos? - me dijo emocionada.

- La verdad no lo sabía - le dije sarcásticamente.

- Pues vendrán a cenar esta noche así que debes ser amable.

- Se me hace tarde para ir a clase. Nos vemos mamá!

Siendo honesto no me importaban en lo más mínimo nuestros nuevos vecinos, aunque a ella le emocione tanto. No le vendría mal tener algunos amigos.

En la puerta de la escuela me topé con una chica un tanto engreída, era de una estatura promedio entre los 1,59, tenía bonitos ojos de un color verde ligeramente preciosos, su carácter no era del todo agradable que digamos, nos chocamos, ella exclamó diciendo:

- Ten más cuidado por dónde caminas - un tanto enojada como si hubiera tenido un mal día.

- Lo siento, déjame que te ayude con tus libros - dije, mientras moría de vergüenza por dentro.

- Solo déjalos y lárgate - esta vez me lo dijo con un tono más fuerte.

- Lo siento - Dije eso y me retiré.

Ya eran las 12:30 y mi mamá pasó por mí al colegio y como siempre preguntándome cómo me fue. Continuó diciendo que papá no estaría para la cena de esta noche, lo cual no me sorprendía, ya estaba acostumbrado a que nunca estuviera por las noches.

Eran las 21 cuando sonó el timbre. Eran ellos, los nuevos vecinos, que llegaban a cenar y nunca me imaginé que sería una de las mejores noches de mi vida...