V.E.I.N.T.I.C.U.A.T.R.O

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Los dos jóvenes se adentran en el apartamento del mayor, quitándose sus máscaras en el momento en el que la puerta se cierra a sus espaldas, suspirando liberados de esas horribles cosas que les ocultan casi todo el día.

Ambos entran al salón, se sientan en el sofá y JungKook no tarda en encenderse un cigarro, el castaño está sentado a su lado y aunque intenta no hacer caso a las corrientes eléctricas que le producen el rozar de su muslo con el de su acompañante le es difícil no recordar con lujo de detalles una noche que repetiría un millón de veces más, su miembro comienza a endurecerse con el recuerdo de esa noche, y teme ser descubierto ya que no es muy difícil ver su pene erecto siendo apretado por una tela que define cada uno de sus músculos.

Jimin por otro lado no puede evitar fijar sus orbes miel en el definido rostro del mayor, apreciando una vez más la desnudez de su cara, una nariz sumamente atractiva, al igual que unos ojos tan negros como la noche, labios finos pero dulces y mullidos y por no hablar de esa mandíbula tan bien definida, observa su pelo, algo despeinado por el viento de la noche antes de haber entrado, pero aún cubriendo parte de su frente, sus pulmones dejan de funcionar al ver a JungKook acercar ese letal cigarro a sus labios e inhalar con lentitud para después alejarlo y dejar escapar el humo de sus pulmones; el castaño no es capaz de entender cómo algo tan letal puede provocar que una persona se vuelva tan sumamente atractiva, aunque a sus propios ojos JungKook es una obra de arte hecha por el mejor de los dioses.

Se apena de no haber podido apreciar de mejor manera el cuerpo del mayor cuando tuvo la oportunidad y, si pudiera volver a suceder, tiene claro que se tomaría su tiempo para apreciar y degustar al mayor, de conocer cada parte de su cuerpo y apreciarlo como es debido, sin embargo duda que eso vuelva a pasar, y no ve el momento exacto para que sus pensamientos tomen otra dirección.

JungKook acaba con su cigarro y lo deja en el cenicero, apoya su mano sobre su ya alzada entrepierna de la forma más natural que puede, ahogando el pequeño gemido que casi escapa de su boca ante el tacto, intenta ocultar su elevado bulto de la observadora mirada de Jimin, no quiere parecer un necesitado ni un depravado, sin embargo por más que ha intentado silenciar sus pecaminosos pensamientos ha sido imposible gracias a la mirada del menor, que le a observado como si realmente fuese un ser superior, siendo que no es así en absoluto.

Su piel manchada con profundas cicatrices y algunos moratones rondando por algunos de sus músculos, su mente llena de problemas y malos recuerdos, su alma con un profundo y áspero dolor que lleva con él día a día, él definitivamente no es un ser superior ni mucho menos, tan solo es un ser humano que carga con problemas y cicatrices no solo físicas, al igual que los demás. Y aun así odia saber que Jimin, aunque no tiene cicatrices manchando su piel lechosa sí que las tiene en lo más profundo de su ser, y lo odia por que aunque Jimin es solo un humano más no merece pasar por ese dolor.

—Jimin.— su voz sale extremadamente ronca por la excitación, provocando no solo asombro en el menor, también un tirón en su entrepierna que avisa de que su erección es cada vez más grande, sin embargo no trata de ocultarla con sus manos, no cuando se encuentra absorto en los labios del mayor, que se mueven lentamente al hablar.—Deja de mirarme así, no pienso controlarme si continúas.— las mejillas del castaño toman un color rosado con demasiada rapidez y cada vez llega más sangre a su entrepierna ante las palabras del mayor, ¿a caso él también está excitado?

—No lo hagas.— no sabe de dónde a sacado el valor de decir esas palabras, pero si sabe reconocer la mirada oscurecida por la lujuria que le regala el mayor, que sonríe de lado, aparta las manos de su entrepierna, dejando a la vista del castaño la prominente erección aún oculta por el pantalón.

Máscaras.  //KookMin\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora