Capítulo 5.0

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«Piensa antes de actuar, te servirá y te darás cuenta de ello cuando menos lo esperes»

🍃 🌸 🍃

Mi mente quedó en blanco unos cuantos minutos mientras intentaba procesar la información recién brindada. Sentía el incesante latido de mi corazón golpear mi pecho de forma acelerada e irregular, mientras miraba con atención y duda al chico de nariz respingona y labios esponjosos.
     Consideré seriamente que esta sólo era una mala pasada de mi jodida imaginación, pero sabía bastante bien que las cosas no eran así.
     Ya no estaba tan segura de si el chico que estaba en mis clases de música, era el mismo que estaba aquí de pie en mi puerta. De hecho, ya no estaba segura de nada.
     —Eres un cínico —escupí con ganas, acercándome a Bill y señalándolo con mi dedo índice hasta tocar su firme torso, cubierto por una remera de manga larga color azul marino—. ¿Crees que es divertido esto? ¿Ah? —mentía si decía que no estaba furiosa. A mí nadie me trata de tonta, y menos con aquel descaro—. Pensé que eras un chico incomprendido que sólo tenía el aspecto un poco escalofriante, ¡pero vaya que no! —reí amargamente—. ¿Por esto no tines amigos? ¿O esa también fue una mentira?
      Definitivamente ya dudaba de todo lo que me había dicho.
      La expresión de Bill ahora era de burla y diversión, muy diferente a la que tenía en la oficina del director o la que tenía cuando ambos llegamos al edificio.
      —¡Por Dios, Summer, ya cálmate! —escuché el gruñido de mi primo a mis espaldas, mientras en el proceso, me tomaba de la cintura, en un intento de alejarme del chico—. ¿Qué mierda pasa contigo?
      —¿Que qué me pasa? —respondí molesta, casi gritando, apartándolo de mí bruscamente—. ¡Lo que pasa es que este idiota es un maldito mentiroso de mierda! ¡Eso es lo que pasa!
      —¿Qué? —preguntó Ellier con una voz exageradamente aguda, en un tono lleno de incredulidad.
      Por el rabillo del ojo pude ver cómo Bill rodaba los ojos con visible irritación, acción que empeoró mi actitud notablemente.
      Yo no era su puta burla.
      A punto de lanzarle alguna mala palabra, vi que detrás de Bill la puerta de su departamento se abrió de repente, y detrás de ella aparecía una copia casi exacta de Bill.
      Toda la sangre se me vino abajo de una, y fue entonces que sentí la respiración entrecortada.
      Ay, no. Estúpida, estúpida, estúpida.
      Debí suponer que también cabía la posibilidad de que tuviera un gemelo.
      El rarito era Bill y el grosero era Istvan. Vaya par.
      —Y-yo... ah... uhm —nada. No sabía qué demonios decir, pues me había quedado, nuevamente, en blanco.
      ¿Para qué tienes la cabeza, Summer? ¿Para lucir el cabello únicamente? ¡Carajo, úsala de una maldita vez!
       En ese momento, lo único que me apetecía era que la tierra me tragara y que no me escupiera nunca más. Estaba taaaan avergonzada.
       —Eh, fierecita —me llamó el chico que decía ser Istvan. Yo, con la poca dignidad y orgullo que me quedaba, volteé a verlo con las mejillas súper coloradas y parte de mi flequillo cubriendo mi vergüenza—, por si aún no te funciona bien la sinapsis, este idiota es Bill. Yo soy Istvan. ¿Capicsi?
       Bill, desde atrás de Istvan, nos miraba confundido sin saber qué es lo que estaba ocurriendo. Y no lo culpaba.
       Hoy, sin lugar a dudas, no era mi día.

·

       Hoy ya era miércoles, un nuevo día, aunque eso no significaba que había olvidado todo lo ocurrido el día de ayer, o que al menos, había podido procesarlo con detenimiento.
       No sólo el hecho de que Bill tenía un hermano gemelo que era igual que él, sino que también lo ocurrido con la hermana de Caroline, a la cual no quise ni siquiera llamar porque la situación era aún fresca y no quería molestarla o abrumarla más de lo que ya debía de estar.
       Ayer no había podido dormir bien, ya que al cerrar los ojos, lo único que veía era a Leah muerta. En uno de mis tantos sueños la imaginé viva o como yo creía que era cuando aún respiraba. Sabía que era simplemente mi imaginación, pero podía jurar que, a altas horas de manera madrugada, escuchaba sus gritos desesperados mientras era desmembrada.
       Había llorado de nuevo y, mientras que el miedo me carcomía con lentitud, deseaba poder regresar el tiempo y mejor no haber visto eso.
       ¡Sólo tenía 19 años, por Dios! Este tipo de cosas eran muy delicadas para una chica con una vida de color rosa que no había pasado por dificultades de tal nivel.
       Verlo en un vídeo de internet, era una cosa. Verlo en la vida real, era otra muy, muy diferente.
       Si yo la estaba pasando horrible, no podía siquiera imaginarme cómo estaba Caroline o su familia. Lo último que recuerdo de ella, es que se tiró al suelo al llorar con fuerza mientras gritaba incoherencias que yo no alcancé a entender y temblando mientras cubría su rostro de cualquier individuo.
       Lo que sí sabía, es que esto nos marcaría de por vida. Porque claro, el policía dijo que yo debía ir a terapia psicológica para poder llevar una vida normal luego de aquel incidente, como si ese recuerdo pudiese ser borrado de mi memoria. Por supuesto, era fácil decirlo.
       Ayer Bill se había quedado hablando conmigo mientras yo le mencionaba el malentendido. Ellier se había quedado hablando con Istvan (al cual, por obvias razones, no le agradé como a Bill).
       Además, me enteré de que Ellier tampoco sabía que Istvan tenía un hermano gemelo.
       Y hablando de Bill, ahora ambos estábamos en el sofá de mi departamento viendo televisión mientras teníamos una taza de café caliente entre nuestras manos.
       Desde temprano él llegó a mi puerta y dijo, tímidamente, que si necesitaba compañía después de lo ocurrido, ya que Ellier fue nuevamente al supermercado y me había quedado sola. Por supuesto dije que sí, ya que no quería estar sola mientras me torturaban mis propios pensamientos con Leah como protagonista.
      Ya había tenido suficiente ayer por la madrugada.
      —¿Quieres más galletas? —pregunté después de casi media hora de silencio mientras veíamos los viejos episodios de Bob Esponja. Esos que de verdad valían la pena y no las chorradas que sacaban ahora.
      A pesar de que Bill no hablaba mucho, debía admitir que su compañía dejaba de poco a poco de ser incómoda, y comenzaba a tornarse pacífica y reconfortante. Era algo así como un silencio perfecto.
      El chico de ojos saltones miró su platito lleno de migajas de las galletas de mantequilla de chocolate (de esas que le gustaban a Ellier), dudando en si quería o no. Al final, me miró tímidamente y asintió con la cabeza mientras me daba el plato.
      «Y pensar que este chico tiene una lado bromista y terrorífico —me dije internamente, mientras recordaba lo que había sucedido en la oficina el día anterior». Él debería considerar seriamente el convertirse en actor, porque se le daba de puta madre fingir un papel diferente.
      Tomé el plato y me puse de pie, fui a la cocina y abrí otro paquete de galletas para luego servirlas como lo había hecho hace una hora, cuando Bill llegó. Ojalá Ellier no vaya a molestarse.
       —Toma —le tendí el plato, a lo cual él sonrió en agradecimiento. Era una sonrisa pequeña y casi invisible, como la de ayer cuando nos despedimos.
       Pasamos unos minutos nuevamente en silencio, y cuando estuve a punto de quedarme dormida en el sofá ya con los ojos cerrados, una imagen de Leah me vino a la mente, donde claramente me gritaba que la ayudara antes de que alguien le clavara una cuchillo en las entrañas.
       Abrí los ojos de golpe y miré a mi alrededor, tratando de averiguar si de verdad había sido producto de mi imaginación o si era un verdadero recuerdo. Pero rápidamente me di cuenta de que sólo estaba cansada y que mi mente me había jugado sucio otra vez.
       —¡Cielos, ¿estás bien?! —sentí una mano tomar mi hombro y al voltear me encontré con el rostro de Bill demasiado cerca de mi rostro. Incluso más de lo que me gustaría.
       —Ajá —respondí con la voz ida y sofocada, tratando de apaciguar mi respiración irregular. Él se apartó al notar nuestra cercanía y ambos intentamos no concentrarnos en ello.
       Unas inmensas ganas de llorar me asaltaron, porque me sentía débil e indefensa al no poder siquiera cerrar los ojos y ver sólo oscuridad como antes.
       Ya no estaba segura ni dentro de mí misma.
       Quería, con todas mis fuerzas, tratar de seguir como si nada hubiera pasado. Pero la mente humana no funcionaba así.
       —Lo siento —escuché lejanamente la voz de Bill, tratando de darme apoyo y de reconfortarme. No estaba segura de porqué lo decía y tampoco me importaba justo en ese momento.
       Lamentablemente yo no podía sonreirle o decirle un gracias. Estaba tan jodida ahora mismo, que mi cuerpo sólo podía ejercer sus funciones simples como hacer que mi corazón latiera y que siguiera respirando.
       Aunque muy en el fondo, el deseo de tirarme por un puente era malditamente tentador.

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¡Hola, crayola :D ! Ok, no, me sentí una niña tarada de primaria v': Bien, a lo que iba... Quería preguntarles si les gustaba que los capítulos fueran así de 3000 o más palabras, o si quisieran que fueran más cortos. Ya que no sé si les llegan a aburrir o algo, ustedes diganme con confianza, el chiste es que ustedes sean felices.

Por cierto, muchas acertaron desde antes que Bill tenía un gemelo, así que no es la gran sorpresa xd.

Well, ¡nos leemos hasta la próxima actualización (que espero no tarde mucho)! Cuídense, acá la mua las adora 💜.

—Alexa.

Silence Street | Bill Skarsgård Donde viven las historias. Descúbrelo ahora