El Robo Mi Corazon

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Capítulo 1: 

«no es necesario que hagas esto» decía mi madre llevándome al aeropuerto. 
-yo quiero hacerlo mamá-dije mientras bajaba mi maleta, ella solo guardo silencio.

Tuve que tomar un vuelo, un viaje en bus, Charlie me esperaba en el coche patrulla. Era policía, soltero, 36 años se había separado de mi madre cuando tenía 4 años pero aún así lo quería, mamá era la típica mujer con personalidad de una chica de 15 años mientras que yo, lo contrario a ella. Mamá se había cansado de estar encerrada en Forks, abandono a papá y me llevo con ella, Charlie digo mi papá no ha encontrado pareja desde entonces. 
- ¿que tal, ______? -dijo dandome un abrazo. 
- hola papá -dije esforzando una sonrisa, en realidad odiaba el lugar era frío y húmedo todo lo contrario a casa.
- vamos sube al auto, hay que llegar a casa -dijo y subio mis pequeñas maletas mientras yo me subía al asiento del copiloto, el viaje se entorno en silencio con música de fondo.

Al llegar a casa Charlie bajo mis maletas y las subió hasta mi habitación, no recordaba nada de esta casa tenía apenas 4 años cuando la deje. 
- Espero que te guste tu habitación, ¿te gusta el morado? -me pregunto.
- si, el morado es genial -dije con mi libro en la mano.
- genial -suspiro y salio de mi habitación, lo bueno de Charlie es que no molestaba. En realidad recordaba perfectamente esa habitación, solo que ahora habían cambiado mi cuna por una cama y un escritorio que se encontraba en una esquina. Baje a cenar, tocino con huevos revueltos, supuse que era lo que siempre comía Charlie ya que cuando abrí el microondas era lo único que había. Me aviso que mañana empezaba la escuela me pareció buena idea, los libros estaban en el escritorio, mañana a primera hora me iba.
- te tengo una sorpresa -dijo él empujandome levemente hasta el jardín- es para ti -dijo pasandome las llaves de un vehículo, rojo desvaído, con guardabarros redondos y grandes para mi enorme sorpresa me encanto. 
- ¡DIOS! papá, ¡me encanta! ¡gracias! 
Ahora no me vería en la complicación de elegir entre andar tres kilometros bajo la lluvia hasta el instituto o dejar que el jefe de policía me llevará en el coche patrulla. 
- Me alegra que te guste -dijo Charlie con voz aspera, avergonzado. 
Luego de agradecerle el estupendo regalo, subí a mi habitación.. me resultaba estupendo estar sola, no tener que sonreír o poner buena cara porque si. Era tarde, me puse unos pantalones de buzo color gris, me metí bajo las sabanas y dormí. Mañana empiezo las clases.

A la mañana siguiente, lo unico que veía a través de la ventana era una densa niebla. Aquí nunca se veía el cielo, parecía una especie de jaula. El desayuno con Charlie se desarrollo en silencio, me deseó suerte en la escuela y le di las gracias. Charlie se fue primero directo a la comisaría, no quería llegar demasiado pronto al instituto pero no podía permaneces en la casa más tiempo, por lo que me puse una chaqueta abrigada y me encaminé hacia la llovizna. 

Fue fácil encontrar el instituto pese a no haber estado antes, el edificio se hallaba como todo lo demás en el pueblo.. junto a la carretera. Solo me detuvo gracias al cartel que indicaba que se trataba del único instituto que había allí. Aparque el auto cerca de otros vehiculos que se encontraban ahí, era momento de bajar, nadie muerde. Suspiré y salí del coche, mantuve mi cabeza escondida en el chaleco negro menos mal que no capto la atención de nadie. 

Fue fácil encontrar el edificio 3 ya que había un gran número pintando. De pronto un chico flacucho, moreno, pelo grasiento se me acerco. 
- tu debes ser ______ ¿verdad?
- eh si. 
- ¿que clases tienes? 
- ehm... historia con williams, en el edificio 4 -dije notando la vista de algunos alumnos. 
- Voy al edificio 7, podria mostrarte el camino -demaciado amable-. Me llamo Christoper -añadió. 
- Gracias.- sonreí con timidez, tomamos nuestros abrigos y nos dirigimos al edificio 4.
- bueno, aquí es muy distinto que nueva york ¿no? -me preguntó
- mucho, aquí llueve allá pega un sol ardiente.
- allá llueve?
- tres o dos veces al año
- vaya, no me lo puedo imaginar, no te ves muy bronceada. 
- es la sangre albina de mi madre.
Me miro con epresión, suspiré, no parecía que las nubes y el sentido del humor encajaran demasiado bien. christoper me acompaño hasta la puerta aunque la podía identificar perfectamente. 
- Suerte -dijo cuando rocé el picaporte- tal vez coincidimos en alguna otra clase.- le dedique una sonrisa que no comprometía con nada y entré. 

Novelas De Christian OrdazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora