Not Mine; NaLu [EDITADO]

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*Flashback*

Una rubia de contextura normal de 14 años se encontraba sentada en la sala de espera de una clínica, mientras observaba con detenimiento el piso como si fuera lo más interesante del mundo, ignorando el hecho de que las personas le veían extrañadas.

La recepcionista que era una bella beta ya le había dado una caja de servilletas para que se limpiará las lágrimas , pero ella no podía dejar de llorar al sentirse débil .

Hace un mes la rubia le había rogado a su madre que la llevara con una nutricionista puesto a que quería bajar de peso esto debido a su desconformidad con su cuerpo, Lucy ya había logrado bajar de peso por cuenta propia, comía bastante ensalada y proteína, y de vez en cuando alguna chuchería, salía a caminar todas las tardes con su mamá, a veces con su hermano y a veces con su nana. Su mamá no le vio problema el hecho que su hija quisiera ir con una nutricionista, no por el hecho de que Lucy no tuviera un buen cuerpo por qué sinceramente tenía un cuerpo espectacular (para su edad).

Lo que ella no se esperaba era que esa nutricionista hiciera que la bomba explotará, cuando está nutricionista comenzó hablar de calorías y restricción la rubia no supo controlarse.

"Solo puedes comer cosas de 90 calorías"

Eso había ordenado la nutri

"Deberás hacer 30 minutos de ejercicio y después salir a caminar en la noche"

Lucy había aceptado lo que la alfa le había dicho , y había empezado su dieta alegremente, siguiendo todo al pie de la letra hasta que comenzaron a llegar esos pensamientos que le invitaban a reducir las porciones de la comida.

"Estará bien, la nutri me felicitara" pensó ella.

Cada vez que hacía ejercicio se esforzaba de más , siempre hacia la misma rutina y debía ser sincera de que ya le estaba desagrado un poco.

Llegó a un punto en que su celo no volvió y que su olor se perdió, esto había preocupado tanto a su madre, cuando le contaron esto a la alfa está temió lo peor pero no dijo nada, motivó a la rubia en aumentar las calorías y bajar el ejercicio, puesto a que cada semana la rubia iba pesando un kilo menos, algo que no era normal, y cuando la rubia le contaba su día de comida normal, las calorías no eran las suficientes.

Layla le había preguntado a la alfa que estaba pasando, la nutricionista no le quizo decir la verdad, prefirió guardarselo a si misma que perder una paciente.

Una vez cuando la rubia y su madre se encontraban haciendo la típica rutina de caminar de todas las tardes, la omega menor que había estado callada todo el camino, soltó a llorar, en media calle, contándole a su madre todo lo que pasaba por su mente, desde lo inútil y estúpida que se sentía cuando no podía hacer un ejercicio bien hasta lo gorda que se veía en el espejo.

Layla había tratado de calmar a su pequeña cachorra con un abrazo pero no espero que la rubia le rogara que la llevara con una psicóloga.

Días después las dos rubias se encontraban sentadas en un sillón con una beta sentada al frente de ella usando gafas con un papel en su mano izquierda y un lapicero en la derecha. Ese día la psicóloga había analizado el comportamiento de la pequeña omega, tomando en cuenta todos los puntos de vista y había asignado una cita para la próxima semana, que era el por qué Lucy estaba en la sala de espera.

Su mamá estaba hablando con la psicóloga después de haber platicado un poco con ella. Lucy se sentía fatal, ella solo quería adelgazar, unas pequeñas marcas de raspones se hacían visibles en sus muñecas, raspones que se había hecho con una aguja.