Luego de haber salido de la vieja casa de Raya, Draco y Daniel continuaron manejando por cerca de una hora. Aproximadamente unos 50 kilómetros al noreste. Si los cálculos de Draco no estaban mal, estarían acercándose a Oxford. Con suerte llegarían a la casa de Pansy Parkinson, esperando que ella (en caso de que aun viviera) les recibiera.
Los inferís los habían seguido durante los primeros 10 minutos y a esa distancia, parecía que definitivamente los habían dejado atrás.
Habían aparcado a orillas de la carretera en medio de un bosque para intentar descansar un momento. Daniel había sido el primero en dormirse pero Draco no podía pegar el ojo por temor a que mientras durmiera una de esas cosas logrará meterse al convoy, a pesar de que por el momento parecía estar todo tranquilo, no podía bajar la guardia, ya había notado que varias de esas criaturas rondaban hasta por las zonas de agricultura.
Giró la mirada a la izquierda, donde Daniel descansaba encamarado en el sillón del convoy, frunció el ceño al verle los pies descalzos cubiertos de lodo (obtenido seguramente del invernadero al escapar) y la delgada chamarra que le cubría, además de los rasguños en sus manos que los vidrios de la ventana le causó.
Por la repentina huida, ninguno de los dos tuvo tiempo para sacar más que lo que llevaban puesto, es decir, solo sus pijamas y la mochila en la que guardaba su varita y otras cosas del mundo mágico.
Vio la hora en su reloj, eran las 6:30h, pronto amanecería y el cielo se estaba comenzado a pintar de tonos azulado. Se estiro con la mano izquierda para alcanzar una manta de los asientos traseros y colocársela a Daniel.
En un rato más se volverían a encaminar rumbo a la casa de Pansy, y Draco debería al menos intentar descansar un rato, por lo que recostándose en el sillón, cerró los ojos dejando que el cansancio ganara terreno haciéndolo dormir. No dormiría mucho. Solo unos minutos, se dijo antes de sentir el confort del sueño invadirle.
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Un golpe seco le hizo levantarse de golpe. Algo había golpeado el capot del convoy. Miró al frente sin poder encontrar algo más que el seco bosque y la luz clara del día, ya había amanecido y el día había avanzado sin darse cuenta. Vio la hora una vez más, eran las 9:15h.
Giró la cabeza a la izquierda para ver el estado de su hijo, pero la sangre se le helo al ver que él no estaba ahí, que solo quedaba la manta que le había puesto en la madrugada. La puerta estaba abierta y no escuchaba nada alrededor.
Sintiendo el corazón en la garganta, Draco bajó el convoy y miro de izquierda a derecha sin ver o escuchar algo. El terror y la preocupación de no ver a Daniel pronto se convertirían en histeria. Su respiración se volvió pesada y pronto sintió las terribles ganas de toser.
— Daniel... —No podía ponerse a gritar, si lo hacía, podía alertar a los inferís de su posición— Daniel... ¿dónde estás? —Volvió a pronunciar con las manos temblorosas y el cuerpo ligeramente encorvado, los síntomas de la muerte negra parecían regresar en el momento menos indicado.
El aleteo y graznido de cuervos cruzando el cielo le hicieron levantar la mirada. ¿Dónde estaba Daniel? ¿Qué había pasado en el rato que se quedó dormido? ¿Y si algo le había pasado? ¿Estará bien?
— Que bien que ya despertaste, papá —La voz de Daniel interrumpió el flujo de pensamientos pesimistas de Draco— ¿Te sientes bien?
Preguntó casualmente, pasando de largo a Draco para dejar en el suelo algunas ramas secas, las cuales comenzó a apilar para guardarlas en el convoy como reservas.
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El último día
FanficUna epidemia que solo afecta a magos y brujas predice el final definitivo del mundo mágico. En un mundo post-apocalíptico magos y muggles, han perdido la esperanza en volver a caminar tranquilos por las calles sin tener que cargar un arma, por temo...