6. Un cuento y un extraño

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Hace tiempo, cuando era pequeño y los estragos de la guerra contra Voldemort aún existían; recuerdo que mi padre solía contarme historias maravillosas, llenas de héroes valientes y un final feliz.

Era lo único que podía darme mi padre para que tuviera una infancia "normal".

Recuerdo que de entre todas esas historias llenas de fantasía, había una que era mi favorita. Con el tiempo y a medida que fui creciendo, pedía a mi padre ya no contármelas pues me sentía ya demasiado grande como para escuchar un cuento para antes de dormir, sin embargo mi mente infantil se empeñaba en imaginarse toda esa historia durante las noches en mi cama.

Posteriormente esa historia quedó en el olvido cuando esas cosas no muertas invadieron el mundo entero y poco a poco la fui olvidando, sobre todo cuando el buscar sobrevivir y encontrar un lugar seguro se volvió una prioridad.

Recuerdo que la historia comenzaba con el inicio del universo, en aquellos lejanos entonces cuando El Bien y El Mal eran apenas una pequeña chispa de nada, cuando ambos eran como dos niños pequeños jugando en el infinito y basto jardín del universo, contemplando galaxias enteras entre nebulosas y asteroides, creando y haciendo nuevas constelaciones. Uno era travesuras y risas, el otro era razonamiento y justicia.

Ambos vieron al mundo nacer; vieron su formación, su crecimiento y su desarrollo, y con él, ellos también maduraron. Hicieron de la Tierra su hogar, su creación.

Mi padre me contó que los dos convivían en armonía, sin embargo, cuando vieron aparecer a los primeros seres humanos habitar la Tierra, decidieron crear La Vida y La Muerte para tener un inicio y un fin, para recordarles a todos aquellos que la habitaran; que la Tierra no les pertenece, que solo es prestada y pudieran comprender lo frágil, complejo y maravillosa que es su simple existencia, como única y fundamental regla.

El Bien y El Mal dejaron a La Vida y La Muerte como cuidadores inmediatos del equilibrio que debía existir; mientras que ellos continuaron trabajando bajo sus propios principios. El Mal incitando a la humanidad en busca de la guerra, la muerte y la conquista, mientras que El Bien inspirando a la humanidad por el arte, la ciencia y el amor a la vida. Mientras uno era tempestades, huracanes y terremotos; el otro era renovación, florecimiento y prosperidad. Juntos eran sabiduría.

Ninguno de los dos quería ceder terreno pues bajo sus propios puntos de vista, ambos tenían razones justificables para actuar como lo hacían, sin darse cuenta que con ello solo conseguían dividir a la humanidad, y que en cierto punto se comenzarán a autodestruir.

Solo hasta ese momento, solo hasta que notaron que entre la humanidad surgió el odio y que la creación por la que tanto habían peleado se estaba muriendo; fue que comprendieron que no puede haber vida sin la muerte y que tampoco puede haber muerte sin la vida, y para que ambos existieran, era fundamental la intervención de El Bien y El Mal. Todo en un perfecto estado de equilibrio solo para que la Tierra continuara existiendo. Al parecer ellos mismos olvidaron la fragilidad de la creación.

El Bien y el Mal decidieron que deberían darse una segunda oportunidad para volver a convivir en armonía. Pero fue demasiado tarde, la semilla del odio ya había sido sembrada en el corazón de la humanidad, desencadenando nuevos sentimientos negativos tales como la envidia, la soberbia y el orgullo.

El Bien se sintió herido y traicionado, pensando en que El Mal solo se había burlado de él y su inocencia. El Mal trato de enmendar su error e hizo de todo para obtener su perdón y demostrar que su arrepentimiento era sincero. Le tomó cerca de un siglo en descubrir que El Bien se había mantenido oculto en la Tierra; siempre tras la imagen de un humilde hombre, predicando la paz y el amor, sirviendo a los demás; moviéndose de lugar y cambiando su apariencia. Y le tomó casi otro siglo obtener su perdón; sin notarlo ambos comenzaron un juego de estira y afloja, y sin querer ambos se enamoraron.

El último díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora