13. Ojos vendados

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Los miembros de la Orden al fin se habían marchado, después de un par de horas de platicas y algunas botellas de hidromiel, el tiempo pasó volando. Todos habían decidido dejar la guerra y los problemas del otro lado de la puerta para descansar un poco.

Ahora que todos se habían marchado, Harry y los demás se disponían a ir a descansar, sin embargo, apenas subir las escaleras, cierto rubio se encontraba bajo el marco de la puerta de su habitación con un aparato en las manos, el giratiempo, picando aquí y allá sobre la pantalla; a su lado y como siempre, se encontraba su hurón, quien al escucharlos subir, lanzó un pequeño gruñido, como alertando a su dueño.

— Oye, te dije que descansaras hasta mañana —En tono molesto, Draco le llamó la atención. Daniel entonces levantó la vista y arqueó una ceja.

— No es necesario —Guardó el giratiempo en su bolsillo para poder verlos de manera correcta—. Hay algo que debo hablar con ustedes. Es urgente.

Entre todos se miraron los unos a los otros, no sabiendo que tan grave podría ser eso. Draco rodó los ojos, pues ya hace un instante, le habían dicho que aquel era el famoso viajero del tiempo. Ron y Harry contaron acerca del como lo encontraron y el porque había llegado herido; para Draco, todo eso se le hacía ridículo e imposible. Aceptaba que desde la ultima vez que lo vio, hace tres años, en la batalla de Hogwarts, no había cambiado nada, que seguía pareciendo el mismo chico de 16 años, pero a pesar de todo eso no significaba nada para él.

En lo que ellos se interrogaban sus dudas en silencio, Daniel entró a la habitación. El hurón hurgó cerca de ellos, pasando entre los pies de Hermione y finalmente subiendo por la pierna de Draco hasta su hombro.

— Creo que a esa cosa le gustan los rubios —Dijo Ron un poco divertido al ver la cara de fastidio de Draco cuando el hurón trepó como si nada en él.

— Ah no, tú ya tienes el tuyo —Harry trató de acercarse a Draco, pero el hurón gruñó amenazante y Harry detuvo sus movimientos al instante. 

— Hey... —Dijo Draco— me agradas —Sonrió como si el ganar distancia entre él y Harry, fuese lo mejor; cosa que a Harry no le agradó y frunció el ceño.

— Dejen de jugar, mejor entremos ya —Reprendió Hermione, entrando a la habitación de Daniel. Ron le siguió de cerca y después Draco. Harry lanzó un suspiro resignado.

— Es la segunda vez que me gruñe, pensé que ya lo habíamos arreglado — Refunfuñó Harry.

Al entrar a la habitación, Daniel había tomado asiento en la cama, Ron transfiguró algunos muebles para crear sillas improvisadas. Todos tomaron asiento rápidamente.

— Debo explicaciones, lo sé —Dio una rápida mirada a los cuatro chicos, solo Harry asintió—. La primera vez que llegué desconocía muchas cosas, pensaba estúpidamente que todo sería simple, que solo debía prevenir futuros acontecimientos y dejarles todo el trabajo a ustedes. Me equivoqué, permití que Vo... quien-ya-saben escapara y todo se complicara. Lo siento.

por un momento nadie dijo nada, todos se mantuvieron en silencio, como meditando todo lo que había pasado hasta ese momento, preguntándose qué de entre todo lo que había pasado era culpa de la intervención de Daniel. Harry hasta ese entonces, tres años después, seguía culpándose por haber confiando en que Daniel acabaría con Voldemort si es que él fallaba en hacerlo, culpaba a Daniel por haberle hecho creer que esa pesadilla tendría un final, vidas inocentes se perdían diariamente por su culpa, por fallar. Muchas veces quiso golpearlo y maldijo el nombre de Daniel al cielo cientos de veces en medio de su coraje. Ahora que lo tenía enfrente y que se presentaba la oportunidad, podía hacerlo y no sería juzgado por ello, pues él mismo se estaba declarando culpable.

El último díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora