Capítulo 18

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Sentí que Luke apretaba más fuerte mi mano. Levanté la vista asustada. Estaba temblando.

"¿Luke?" Pasé una mano por su frente, de golpe me levanté para poder verle mejor. Tenía la boca ligeramente abierta y los ojos cerrados, la máquina que indicaba su ritmo cardíaco empezó a pitar más fuerte y más rápido para después silenciarse. Instintivamente puse una mano en la zona de su pecho donde se encontraba el corazón, ahora era yo la que temblaba.

No había nada, no se movía, no latía.

"¿¡Luke!? ¡LUKE! ¡LUKE, POR FAVOR! ¡JAMIE! ¡JAMIE, SE ESTÁ MURIENDO! ¡LUKE!" Apreté más fuerte su mano. El sudor resbalaba por mi cuello y sentí que el estómago me subía por la garganta. Entonces la puerta se abrió de un golpe, dos hombres y una chica entraron. Ella me sacó a empujones de la habitación, mientras yo intentaba quedarme.

Él me había pedido que me quedase, y tenía que quedarme.

"¡NO! ¡LUKE! ¡POR FAVOR! ¡SUÉLTAME! ¡LUKE!" Cerraron la puerta con llave, prohibiéndome el paso.

No podía estar pasando, esto no podía estar pasando.

Me apreté la cara con ambas manos y lloré más fuerte que nunca antes. Se estaba yendo, le estaba perdiendo, para siempre.

Le di un puñetazo a la pared, lo único que conseguí fue hacerme sangrar y que varias enfermeras me mirasen asustadas.

Di varias vueltas por el pasillo, frotándome la cara y pellizcándome varias veces. Él se estaba muriendo ahí dentro y yo no podía hacer nada.

No podía hacer nada.

¡NO PODÍA HACER NADA!

Esto es tu culpa, todo esto se está desmoronando. Ya no queda nada, estamos rotos, estamos perdidos y nunca nos vamos a encontrar. Y todo es mi culpa.

Volví a golpear la pared, me volvió a sangrar el puño pero seguí golpeándola. Porque no había nada peor, nada más doloroso que Luke se esté muriendo a excasos metros de mí.

Y no podía hacer nada.

-

"Me gusta la forma en la que sonríes cuando dices que estás enfadada conmigo. Me gusta cuando no te quieres ir a tu casa porque tienes miedo de que tu madre te encuentre. Me gusta cuando intentamos ver películas de miedo juntos y terminas escondida debajo de las mantas. Me gusta cuando me coges ropa, te la llevas para usarla de pijama y me la devuelves a las dos semanas, diciendo que ya han perdido mi olor y que no las quieres. Me gusta cuando pretendes saberte la letra de una canción que nunca has escuchado. Me gusta cuando arrugas la nariz y me sacas la lengua, haciendo como si tuvieses cinco años. Me gusta la forma en la que te queda mi sudadera favorita. Me gusta cuando juras que no volverás a hablarme, y terminas llamándome de madrugada, diciendo que has tenido una pesadilla. ¿Sabes cuál es la peor pesadilla que he tenido? En la que te pierdo. Vamos andando por la calle, cogidos de la mano y lentamente siento que ya no estás a mi lado. Desapareces y no comprendo qué ha pasado. No me hagas eso nunca, ¿de acuerdo? Quédate siempre a mi lado, aunque las cosas vayan mal entre nosotros, quédate. Porque te quiero, y te quiero muchísimo."

Así terminaba una de las cartas que me escribió hacía unos meses, la que leí cuando estaba en España. Me la había encontrado en el bolsillo de mi pantalón, y no había podido evitar leerla.

Seguía sentada allí, ¿cuánto tiempo había pasado?

Seguía sentada y la gente seguía entrando y saliendo de la habitación, con máquinas y papeles. Había una enfermera que me ofreció un vaso de agua y se sentó durante un tiempo a mi lado. No hablamos nada, porque yo no quería hablar con nadie. Ya no tenía ganas de hacer nada. Ni siquiera lloraba, solo seguía a los médicos con la mirada. Les oía hablar de lo que estaba pasando.

Según uno de ellos, a Luke le había dado una parada cardíaca. Lo que quiere decir que había muerto y había vuelto a la vida, por segunda vez en una noche.

La peor noche de mi vida.

"Cielo, son las cuatro de la mañana, deberías irte a casa." La enfermera de antes se volvió a acercar a mí y me tendió una mano para ayudarme a levantarme, pero yo no la cogí. Negué con la cabeza, no iba a dejarle solo, no pensaba alejarme más de tres metros de esa maldita puerta. Ella suspiró y me miró, después se sentó a mi lado y me hizo compañía mientras observábamos el movimiento del pasillo. "Tu amigo está mejorando, es muy fuerte, ¿sabes?" No la miré, solamente apreté la mandíbula. "¿Cuánto tiempo llevas aquí esperándole?"

Me encogí de hombros, porque realmente no tenía ni idea. Mi móvil se había quedado sin batería hacía unas horas, me dió tiempo a decirle a mi madre que esa noche no iba a dormir en casa.

La enfermera se puso de pie y se volvió para mirarme. "Si necesitas algo puedes ir a secretaría. Rezaré para que mejore." Dijo sonriéndome cálidamente.

¿Rezar? ¿En serio iba a rezar por él?

De qué servía.

Hay gente en todo el mundo muriéndose, y otra gente rezando por ellos. ¿Y para qué? Rezar no va a conseguir que caiga comida o medicamentos del cielo.

Rezar no va a conseguir que Luke mejore.

Claro que sabía que aquella chica me había mentido, porque justo unos minutos antes habían llamado a más médicos porque le estaban perdiendo.

Apreté mis piernas contra mi pecho y me abracé a mí misma. ¿Qué pasaría si le perdiesen de verdad? ¿Si se diesen por vencidos?

Post Amnesia || l.h (Temporada 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora