Ocho.

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Esto hubiera sido pan comido si hubiera sido yo la que tuviera que meterse al Lago Negro, pensó Percy mientras miraba el libro frente a ella con los ojos medio cerrados por culpa del sueño.

Habían descubierto el acertijo que guardaba el huevo gracias a la ayuda de Cedric (y ella porque podía escucharlo sin importar qué), pero aún les faltaba una manera de superar la prueba. Necesitaban una solución para que Harry pudiera estar bajo el agua por lo menos una hora, el trío de cuarto año se encontraban ahí con ella en la biblioteca, intentando buscar la tan esperada respuesta, pero mientras que Percy quería seguir intentando ayudar, sus párpados se sentían cada vez más pesados. Hasta que de un momento a otro, simplemente se quedó dormida sobre el libro que había estado leyendo.

Entonces, llegó Moody y por alguna razón, su sola presencia bastó para despertar a la semidiosa en un instante. No era por presumir, pero los amigos de Percy solían bromear sobre su sexto sentido, que parecía permitirle saber cuando algo no estaba bien a su alrededor, y en este caso, cuando podía haber alguien sospechoso. 
El profesor de DCAO les dijo a Hermione y a Ron que McGonagall los llamaba, dejando a campeón y compañera solos para descubrir la respuesta que necesitaban.

—Y será mejor que Potter ya se vaya a dormir, necesita un buen descanso antes de la segunda prueba, al igual que la señorita Jackson —les dijo Moody mientras pasaba a su lado y señalaba los libros abiertos extendidos delante de ellos, una indirecta para que comenzaran a guardar todo.

Ambos pelinegros se miraron con caras largas y comenzaron a cerrar sus libros.

—No sabía que usabas lentes —le susurró Harry a Percy, intentando tener una conversación normal para aligerar el ambiente.

Percy sonrió de lado y se arregló sus lentes que seguro habían terminado chuecos después de su pequeña siesta sobre un libro.

—Son mágicos, tengo dislexia por lo que no puedo leer muy bien, con estos soy capaz de leer normalmente.

Harry asintió, entendiendo lo que Percy le decía pero antes de que pudiera seguir conversando con ella, otro gritó de parte de Moody los sacó de su ensimismamiento. 

—¡Longbottom! Ayúdales a acomodar sus libros —dijo el profesor, haciendo que Neville apareciera alrededor de la esquina de uno de los pasillos de la biblioteca. 

La azabache siguió con la mirada a Moody, sin poder quitarse el presentimiento de que algo estaba mal, siguió acomodando libros sin prestar mucha atención gracias a ello.

Tal vez debería investigarlo un poco una vez que termine la segunda prueba, razonó ella. 
Sería una tarea difícil, pues sabía que Moody había sido un auror, pero no había tarea imposible para Percy, o eso quería creer. Podría ser un dios y aún así lo haría, parece demasiado interesado en Harry como para no tomar cartas en el asunto.

—¡Percy! —le llamó entonces Harry, haciendo saltar a la azabache en su lugar—. Neville ya me ha ayudado a encontrar algo que ayude con la prueba de mañana, no te preocupes y ve a dormir.

La azabache asintió entonces, en parte somnolienta y en parte pensando en un plan para comenzar a investigar a un profesor tan imponente como Moody. 

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A la mañana siguiente, despertó tarde haciendo que su recorrido por el castillo hacia el Lago Negro fuera prácticamente un maratón. No se topó con ningún alumno por los pasillos, cosa que la hizo acelerar el paso, eso quería decir que iba realmente tarde. 

¡Era la compañera de uno de los campeones! No tenía porque llegar tan tarde, seguro que le esperaba alguna reprimenda tan pronto como se reuniera con el resto. 

Harry Potter y la Hija de Poseidón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora