Capitulo 16

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-entonces así está el orden aquí, ¿entendido? -

-si teniente- respondían un grupo de nuevos reclutas siendo comandados por Jihoon, les mostraba las tareas y responsabilidades, Jihoon suspiro y los dejo ir.

-teniente? ¿Tan rápido ascienden aquí? - Jihoon se quedó helado al escuchar aquella vos, se giró para ver y ahí estaba Seungcheol sonriendo.

-pensábamos que el capitán Choi nos había dejado...-

-pues ya he vuelto, y aquí me quedare-

Sin preguntar más, Jihoon lo acepto de vuelta, ahora sí, a pesar de que las cosas parecían seguir mal, poco a poco se reacomodaban, el imperio chino había llegado a un trato con Mingyu, Silla y Tang estaban al margen, respetando los reinos, delimitando sus valles, pero eso sí, con un ojo en el tratado de absorción para volverse una sola cuidad.

-su majestad...- decía Jisoo apoyándose sobre una rodilla antes de pasar. Mingyu lo miro y se sentó en el trono.

-adelante- al llegar frente a él, Jisoo sostuvo frente a Mingyu aquel frasco que había salvado a Wonwoo. - qué es eso? -

-yo...lamento haberlo ocultado, yo...yo hice un trato con Jun, el hechicero del emperador Xu...-

-de que hablas? -

-Wonwoo...Wonwoo está vivo- al escuchar aquello Mingyu se levantó rápidamente arrebatándole aquel frasco.

-donde! ¿¡Donde esta!?-

Jisoo finalmente le conto toda la historia del origen de aquel hechizo, le conto cada cosa que sabía de Wonwoo y cómo podrían encontrarlo con tan pocas pistas, el tiempo seguía avanzando, aquel tiempo era el principal rival para el gran rey Mingyu, un rival que jamás le daba tregua, tiempo que le arrebataba el sueño, lo dejaba curioso pensar que al ser el poseedor de tales poderes, no podía siquiera dar con Wonwoo, no había nada, ni una sola forma de bajarlo del cielo, Mingyu sabia que Wonwoo era una estrella, pero en su mente, algo se sentía vacío.

-bajare a la cuidad-

-necesitara escoltas su majestad? - decía Jisoo sobre su rodilla al ver pasar a Mingyu vistiendo ropas comunes, nada de linaje, nada de espadas ni armaduras, solamente su hanbok común en tonos oscuros, su larga y castaña melena sostenida por una coleta alta y su fleco cubriendo su frente.

-no, no demorare, veré a Seokmin- ya que Mingyu era el rey, tenía poco tiempo para sus viejas tareas, ayudar a los ciudadanos en zonas de pobreza, el había abandonado su casa por vivir en el palacio, la gente ya no podía acceder tan rápido a él para pedir su ayuda, pero de vez en cuando, si tenía tiempo, bajaba a la cuidad, volvía a su casa y ayudaba a quien podía con aquellos ostentosos poderes.

-entonces le dije que estaba loco, como va a pensar que un recluta como yo haría tales cosas, aun soy aprendiz...- decía Seokmin caminando aun lado de Mingyu por el mercado del pueblo, cientos de personas, rostros y voces saturaban al rey, ese rey que cada día perdía la esperanza de volver a ver a su estrella.

La leyenda del Hijo del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora