[...Tras hacerse con unos pantalones de pijama largos y en color negro, Brian, con su melena oscura como la noche cayéndole salvaje sobre los hombros, se tumba sobre el colchón con la mirada clavada en el techo y las manos apoyadas sobre su pecho, sin siquiera molestarse en abrir la cama. Cuando quiere darse cuenta, su mente ha regresado de nuevo a la conversación del salón, e irremediablemente vuelve a pensar en su hermana, en su familia, en Michelle... Incluso le da por recordar aquella famosa noche del cuatro de Julio con Johnny y Jason, aunque esta vez, lejos de encontrar divertida la anécdota, siente cómo lo único que hace es agrandar el nudo que se le ha formado en la garganta. Exhausto, suspira largamente y chasquea la lengua, frotándose los ojos en gesto cansado. Algo le dice que va a ser una noche muy larga, mucho más de lo que le gustaría.
Maldita sea, Matt, ¿Por qué no puedes quedarte callado?...]
A la mañana siguiente, Brian recorre el pasillo de camino a las escaleras vistiendo unos vaqueros oscuros y desgastados, una camiseta blanca de manga corta que le queda bastante ajustada y unas deportivas Nike tan negras como su melena, que le cae despeinada sobre los hombros. Sus ojos, que parecen más oscuros cada día que pasa, lucen cansados, y el hecho de que la noche anterior ha sido incapaz de pegar ojo durante más de dos horas seguidas queda confirmado por las oscuras ojeras que han decidido instalarse bajo ellos, dándole a su rostro un aspecto casi enfermo pero que no le resta nada de atractivo, como uno de esos soldados tan guapos que aparecen en las películas de Clint Eastwood y que a pesar de estar absolutamente demacrados siguen dejándote sin aliento.
El reloj plateado que lleva en su muñeca derecha marca exactamente las diez y media cuando emprende el camino escaleras abajo, sumido en sus propios pensamientos y en la total quietud de la casa, que le hace pensar que seguramente haya sido el primero en despertarse.
Cuando llega al primer piso, la luz del sol que entra a raudales por entre las finas cortinas color crema que decoran y cubren los gigantescos ventanales del recibidor le saluda con sus tonos dorados y blancos, tan propios de las primeras horas de la mañana y tan jodidamente incómodos para él en ese momento que le obligan a entrecerrar los ojos y soltar un leve gruñido por lo bajo de pura incomodidad. Con paso pesado, el muchacho emprende el camino a la cocina, comprobando durante el cortísimo trayecto que, en efecto, ha sido el primero en levantarse. Lo primero que hace al entrar es dirigirse a la nevera en busca de leche fría, pero en el momento en que abre la enorme y pesada puerta, unas risillas que parecen proceder del jardín le distraen por completo. Con el ceño fruncido y olvidando su propósito inicial de prepararse un café, aparta sus oscurísimos ojos de los estantes de la nevera y los clava en la ventana de la cocina, a través de la cual puede ver a Matt y Ana atravesando la pequeña portezuela de madera que da entrada al enorme jardín de la casa. Ambos muchachos van vestidos con ropa de deporte, pues mientras que Matt viste unos pantalones de baloncesto negros y una camiseta de manga corta bastante ajustada y del mismo color, Annie luce unos pantalones cortos de chándal en color gris oscuro y una sudadera negra y entreabierta que deja ver una camiseta de tirantes en color blanco. Su larga melena castaña, ondulada e igual de impecable que siempre, está ahora recogida en una cola de caballo alta que le cae sobre el hombro derecho, y mientras avanza junto al cantante por el caminito de piedras que atraviesa el césped y conduce a la puerta principal de la casa, parece mantener con él una conversación de lo más divertida, pues ninguno de los dos deja de sonreír ni un solo momento.
Brian no puede evitar poner los ojos en blanco cuando ve a Matt darle un pequeño empujón y revolverle el pelo, arrancando las carcajadas de la chica y las suyas propias, así que cansado de tanta cursilada, el muchacho de pelo negro sacude la cabeza y suspira por lo bajo, volviendo a centrar su mirada en el interior de la nevera.
Mientras, de pie junto a la encimera, se dispone a preparar su ansiado café, Gates puede escuchar las risillas de los otros dos, que proceden del recibidor y resuenan contra las paredes de hormigón rompiendo con la tranquilidad que reinaba esa mañana en la casa pero al mismo tiempo llenándola de vida. Cuando las risas cesan, escucha la voz de Annie diciendo algo que no logra descifrar y acto seguido la de Matt, que le contesta mientras avanza hacia la cocina, alzando la voz a medida que se aleja del recibidor para que ella pueda escucharle. A juzgar por el tono alegre de su voz y por lo bien que le conoce, sabe que está sonriendo- ¡De acuerdo, esta vez has ganado tú pero quiero la revancha...! -Ríe por lo bajo, sacudiendo la cabeza. Justo en ese momento entra en la cocina, y al ver a Brian frena en seco en el marco de la puerta y le mira con las cejas ligeramente arqueadas y una media sonrisa de pura sorpresa dibujada en sus labios a pesar de que el guitarrista le de la espalda- Oh, hey. No esperaba que hubiese nadie despierto.
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Welcome to the Family
FanficCuando Ana O'Donell decidió hacerle una visita a su mejor amiga durante los meses de verano, lo que menos se esperaba era toparse cara a cara con cinco desconocidos que entrarán en su vida y la pondrán patas arriba por completo.