Capítulo 9

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Quito el cinturón del avión con más calma de lo normal, mientras la voz de la chica de tripulación anuncia el fin de nuestro viaje. 

Estoy en Siracusa, y estoy algo más que nerviosa. Dejo ese pensamiento a un lado y como hay personas amontonadas en el pasillo, decido tomar mi teléfono para dar una ojeada a mi cuenta de Instagram, la he activado durante el vuelo, es que hace un tiempo olvide la clave, eso me pasa muy a menudo. 

Veo a varias compañeras de la Universidad y del trabajo, la mayoría con sus parejas siendo felices y dándose besos por todos lados, bueno aparentan ser felices, no sé si lo son realmente.

Levanto la mirada y veo que solo falto yo, por lo que me pongo de pie y camino hacia la puerta del avión, me detengo por un momento para tomar una fotografía y avanzo mientras la posteo en mis historias de Instagram escribiendo "Aquí voy". 

Bloqueo mi teléfono y me dirijo a realizar el proceso de llegada al aeropuerto. Luego de explicar porque estoy aquí y cuánto tiempo planeo quedarme por al menos diez veces, estoy siendo exagerada, por fin me dejan marcharme. 

Ahora estoy esperando por un taxi que me lleve a mi nuevo apartamento. Se acerca a mí un taxi cuyo conductor es de tez morena y de mediana edad, baja la ventana del conductor y se dirige a mí.

 – ¿A dónde la llevo señorita? – Es muy amable y me atiende con una sonrisa, le entrego el papel que he impreso antes de salir en el cual ponen la dirección de mi nuevo apartamento.

Lo toma y asintiendo me lo entrega, luego se baja de su auto para ayudarme con mis dos maletas – ¿Conoce usted el lugar donde me dirijo? – 

Digo esto mientras él carga una maleta y la coloca en el maletero – Sí, es la zona en la que trabajo regularmente – 

 Asiento mientras toma la segunda – ¿Es tranquilo? – 

Cierra el maletero mientras me responde – Por lo general lo es, de vez en cuando algunas fiestas y todo aquello que les gusta a ustedes los jóvenes – 

Fiestas frecuentes, puedo vivir con ello, pienso esto mientras me subo a la parte trasera del coche. El recorrido dura unos veinte minutos así que, faltando cinco minutos para las seis de la tarde, estoy frente al edificio que será mi nuevo hogar. 

El señor amable baja mis maletas, rebusco en mi bolso el dinero para pagar mi transporte, sé que está en algún lugar en el fondo. Siento unas monedas con mis dedos y algunos dólares enrollados, lo tengo. 

Saco el dinero en un puñado dispuesta a contarlo y como cosa rara, veinticinco centésimos vuelan de mis manos y caen en la parte baja del asiento del conductor. Maldigo por lo bajo mientras me inclino y meto mi mano debajo del asiento buscando a tientas mi moneda, no entiendo cómo es que se pierde algo ante mis ojos.

 Continuo mi búsqueda sin resultado aún, cuando mis dedos palpan un pequeño papel bajo el asiento, no es lo que busco, pero decido sostenerlo mientras sigo buscando, puede ser importante para alguien. 

Finalmente siento la bribona moneda en la punta de mis dedos, por lo que me estiro un poco más y por fin la tengo. Saco mi mano y puedo apreciar que no es un simple papel, es una tarjeta de presentación, con mucha clase, dos golpes en el vidrio hacen que levante la vista, ahí está el señor amable quien me hace señas para que me apure. Meto la tarjeta en el bolsillo trasero de mis pantalones junto con mi teléfono y me bajo. 

Pongo el dinero en sus manos con un rápido y amable gracias y tomando mis maletas me encamino a mi nuevo apartamento. En la planta baja veo el gimnasio, hay muchas personas, en su mayoría hombres. Hoy no iré, estoy cansada del viaje y necesito adaptarme. Mi apartamento está en el cuarto piso, el último y no hay elevador. 

Por lo que poco a poco subo mis maletas y a la vez camino. A lo largo del camino alguno que otro vecino asoma su cabeza por el estruendo, que puedo decir: Yo soy así.

Luego de quince minutos de lucha, finalmente me encuentro frente al apartamento 4C, el mío. Saco las llaves que me entregaron en recepción y con cuidado abro la puerta. 

Es muy bonito, acogedor diría yo. A diferencia de mi antiguo apartamento, este incluye los muebles, así que me encuentro con todo lo que necesito. Frente a mí un juego de sofá completo para cinco personas, una TV plasma de un buen tamaño desde mi punto de vista, es mediana, no sé las pulgadas exactas. 

Justo al lado de la sala de estar me encuentro con un comedor para seis personas y tras este el cuarto de cocina y lavandería, el cual tiene estufa, nevera, microondas y centro de lavado. Avanzo hacía las habitaciones, son dos. 

La primera es de invitados, tiene una pequeña cama y una meza de noche, frente a esta un armario muy amplio. Al lado de la habitación se encuentra el baño de visitas. 

Avanzo hasta la habitación principal, tiene una cama doble y una meza de noche al lado de esta, también tiene su propio baño y un armario gigante. 

Miro que en la parte de arriba caben perfectamente mis libros, sí, mi segunda maleta solo trae libros. No puedo dejarlos, es como dejar un hijo. De inmediato me doy a la tarea de desempacar y acomodar todo. Es la parte no tan agradable de tener un nuevo lugar donde vivir. 

Atrévete a IntentarloWhere stories live. Discover now