Atrévete a Intentarlo

Capítulo 13

Faltando cinco minutos para las 9:00 p.m. atravieso las puertas del Hotel Hampton Inn & Suites, el cual, solo al atravesar las puertas me hace darme cuenta que no pertenezco a este lugar. Lámparas del más fino cristal alumbran el lobby del hotel, las cuales se complementan con una hermosa lámpara gigante en forma de pastel invertido, por supuesto, se encuentra en la parte central de la estancia.

Mientras avanzo hacia la recepción, noto que los pisos se encuentran tan lustrados que puedo ver mi reflejo perfectamente, no sólo eso, las célebres pinturas del techo y las paredes se reflejan casi a la perfección, puedo distinguir un hermoso caballo blanco que corre felizmente en una pradera.

Repentinamente me doy cuenta que he llegado a mi destino, una ansiosa y algo mayor, recepcionista me mira através de sus lentes con unos grandes y curiosos ojos grises, su cabello negro, el cual asumo es teñido, se encuentra perfectamente arreglado detrás de sus orejas

- Buenas noches señorita, dígame en qué puedo ayudarle - dice esto y me mira como apremiandome a responder.

- Eh - digo mientras coloco mi cabello detrás de mí oreja izquierda, vamos Emma, no es momento de titubeos - Yo - me interrumpo nuevamente y noto que ya empieza a impacientarse, pero no dice nada.

Finalmente lo suelto - tengo una cita en la habitación 14, el señor Jannssen me informó que dejaría la tarjeta de acceso en recepción - ella se limita a asentir y en el fondo sospecho que sabe perfectamente de qué va todo esto.

Mis mejillas se tiñen de rosa mientras tomo la tarjeta que amablemente tiende para mí. Nota que no sé a donde dirigirme, por lo que añade.

- al fondo, utiliza el elevador de la derecha - en piloto automático me encamino hacia el lugar mientras digo un suave gracias entre dientes.

Las puertas del elevador se abren para mí con un "click" y me encuentro en el cuarto piso, aún estoy a tiempo de arrepentirme, pero, ¿Quiero arrepentirme?, Mientras camino mi corazón late tan acelerado que temo por un ataque cardíaco, de inmediato decido que me gusta sentir este tipo de adrenalina.

De pie frente a la habitación 14, dónde estoy segura han estado muchas mujeres más, colocó la tarjeta en el lector y de inmediato oigo la puerta desbloquearse, quedando entreabierta. Es todo, ya no hay marcha atrás.

Empujo la puerta tan suave como me lo permiten mis nervios hasta que queda un espacio suficiente para que pueda entrar, dentro está oscuro, desde mi posición no puedo distinguir absolutamente nada, por lo que avanzo através de la puerta y poco a poco todo empieza a tomar forma dentro de la estancia. Es una suite la cual se encuentra alumbrada únicamente por la luz de una lámpara situada en una mesa de centro, la cual distingo, es de cristal, hermosos sofás color hueso rodean la mesa y sobre uno de ellos, distingo al hombre más imponente que alguna vez mis ojos han visto, está sentado a pierna suelta con una de sus manos en su mentón, distingo la silueta de su rostro, su perfil es perfecto

- Por favor, cierra la puerta -

Su petición interrumpe mi escrutinio, mientras siento toda mi piel erizarse, si creí que por teléfono su voz era sexy, pues puedo decir, que no le hace justicia. Escucho el sonido de la puerta al cerrarse y solo eso me hace darme cuenta que he obedecido a su petición.

Avanzo apretando con todas mis fuerzas mi bolso tipo sobre, mientras él se pone de pie y me permite contemplarlo en toda su gloria, es alto, muy alto, su contextura es fuerte, pero sin exagerar, me está mirando fijamente, pero no puedo descrifrar el color de sus ojos, está muy oscuro para ello, sus labios son carnosos, hechos para besar y su nariz es tan perfilada, todo su rostro, parece tallado por un escultor renacentista. Sonríe y es justo allí que me doy cuenta que he visto la sonrisa más sensual que puede existir en la tierra.

- ¿Por qué tan tímida?-

Me dice mientras acomoda la manga de su camisa blanca la cual envuelve la tela de su saco azúl oscuro, creo, es lo que la falta de luz me permite apreciar.

Finalmente me encuentro frente a él, los dos parados justo al lado de la mesa de centro y puedo ver que sus ojos son azules, son hermosos, aunque los ojos de ese color nunca fueron mi delirio, en él lucen perfectos, hacen un contraste armonioso con su traje.

- Hola - digo cómo puedo, lo he dicho tan bajo que pienso que no me ha oído.

Sin embargo, me bendice nuevamente con su hermosa sonrisa, por lo que me queda claro que me ha escuchado - Hola - repite y seguido añade - ¿No vas a responderme?-

Mientras hace la pregunta me recorre con la mirada de pies a cabeza, mis vellos vuelven a erizarse

- No - digo repentinamente y sorpresivamente alto, continuó - No, claro que no, es solo que -

Me interrumpe levantado su mano
- ¿Nunca has pagado por sexo? -

Puedo sentir el calor en mis mejillas y sé que debo verme como un tomate, ¿ Que podría decirle? Mira, no es que nunca haya pagado, es que nunca he tenido sexo con alguien; suena sencillo pero no encuentro las palabras correctas para decirlo en voz alta.

Decido mentirle, al final, ¿Me interesa lo que pueda este, sexy y caliente, extraño pensar de mi?

- Sí, he pagado por sexo muchas veces, no te creas tan importante -

Y la soberbia Emma ha salido a la luz, solo para esconder el conejillo asustado detrás de esta situación.

Vuelve a sonreír y yo muero por tercera vez.

- Entonces no perdamos más el tiempo, te daré lo que has venido a buscar - se interrumpe a si mismo ajustando su corbata plateada.

- Antes de empezar, tienes que saber mis reglas - eleva el dedo índice frente a mí - primero, no es tú obligación decirme tú nombre, es más, prefiero que no lo hagas - elevando su dedo medio añade - segundo, no puedes besarme - ¿Qué? Me va a negar el acceso a sus labios siento una punzada de decepción. Levantando su dedo anular me saca de mis pensamientos mientras dice - tercera y más importante, a excepción de mi pene, tienes prohibido tocarme - bajando su mano añade - ¿Quedó claro? - a lo que me limito a asentir, niega con su cabeza diciendo - Por favor dilo, más adelante no quiero confusiones, dije: ¿Quedó claro? - al terminar la frase me mira directo a los ojos y puedo sentir que todo en mí reacciona a su mirada, algo dentro de mí se estremece.

- Sí, quedó claro - le confirmo y puedo ver como en sus labios se dibuja una sonrisa de satisfacción.