Atrévete a Intentarlo

Capítulo 11

Siento el teléfono resbalar a través de mis sudadas y frías manos a causa de los nervios, han pasado tres tonos y aún no recibo respuesta. Estoy acostada mirando hacia el blanco techo de mi habitación, buscando algo que me distraiga y en consecuencia me relaje.

El cuarto tono suena como un alerta que me trae a la realidad.

Estoy a nada de colgar la llamada cuando repentinamente una voz ronca y muy masculina corta el silencio de mi habitación - Jannssen a sus ordenes - mi corazón late tan aceleradamente que creo que Jannssen, como ha dicho que se llama, puede escucharlo dónde sea que esté.

- ¿Hay alguien del otro lado? - pregunta mientras yo sigo petrificada y con el corazón en la mano - Puedo oírte respirar - añade y yo solo puedo pensar que tiene la voz más caliente que alguna vez escuché.

Me aclaro la garganta, vamos Emma, es solo un hombre, uno con voz muy caliente por cierto - Hola - le digo intentando que mi tono de voz suene seguro,por supuesto, fallando en el intento.

-¿Sí?- me anima a seguir y puedo notar que su tono a adquirido un matiz divertido - Yo - no sé qué decirle, mierda, esto fue una pésima idea.

-¿Tú? - me insita a continuar mientras alarga la "U" - He encontrado tu tarjeta de presentación en la parte trasera de un taxi - hago una pausa esperando oír algo del otro lado de la línea, pero ésta permanece en absoluto silencio, así que continuo - me preguntaba que clase de servicios ofreces - una parte de mí empezaba a sospechar de que iba todo esto, mi sexto sentido trabajando horas extras, como de costumbre.

Escucho una leve risa del otro lado de la línea y solo eso me hace saber que está allí todavía - Sexo - una sola palabra y cuatro letras que consiguieron que mi boca se secara por completo, soy tan inexperta que solo mencionar algo relacionado al tema hace que sienta nervios - Ofrezco sexo a mujeres que estén dispuestas a pagar por ello - dice sin más y yo compruebo una vez más que mi sexto sentido no se equivocó.

- ¿Cuánto debo pagar? - la pregunta sale de mis labios sin que me dé cuenta, por segunda vez en la historia de mi vida he actuado sin pensar en ello. No puedo creer que acabo de preguntarle a un gigoló el precio de sus servicios sexuales, esto sin duda, es efecto de la nueva chica neoyorquina, no de la aburrida y torpe Emma que vive en Salt Lake City.

Resopla por lo bajo y eso me hace saber que está sonriendo - Después hablamos de precios - dice despreocupadamente y haciendo una pausa, interminable para mí, añade - Te espero en el Hotel Hampton Inn & Suites, cuarto piso, habitación 14 a las 9:00 p.m. de mañana. Dejaré la tarjeta de acceso en recepción. Nos vemos - y así sin más, cuelga la llamada.

Permanezco mirando el blanco techo moldeado con gypsum mientras caigo en la cuenta de lo que acabo de hacer, he llamado a un tipo, con sexy, muy sexy y caliente voz, el cual ofrece sexo a cambio de dinero, no me ha dicho cuánto dinero, pero ha decidido que nos veremos mañana a las 9:00 p.m. en un hotel que ni siquiera sé dónde queda.

¿Soy capaz de ir a ese hotel y verme con un tipo con el que probablemente tenga sexo? Peor aún, ¿Soy capaz de entregar mi virginidad a un tipo que vende sus servicios sexuales? Desde pequeña imaginé a un príncipe de brillante armadura viniendo en su hermoso caballo blanco y cola de marfil a rescatarme y finalmente caeríamos enamorados y todo lo demás. Luego creces y te das cuenta que eso jamas va a pasar, sobre todo si tú no luces como una princesa.

En estos días estuve pensando mucho sobre dejar de ser virgen, es incómodo cuando todas hablan de sexo y tú no tienes la mínima idea de lo que sientes al tener un hombre cerca de ti.

Es la oportunidad perfecta, justo lo que estaba buscando, pero, algo dentro de mí, eso que los demás llaman consciencia y yo llamo mi voz interior, intenta disuadir mis pensamientos. No, esta vez te silenciaré por completo, llevo veinticuatro años escuchando tus consejos y solo me han servido para ser la aburrida y sosa ingeniera Emma. Por esta vez, quiero dar rienda suelta a la mujer apasionante que vive dentro de mí y que sólo despierta cuando leo algún libro de romance. Esta vez ella quiere ser la protagonista de esas emociones.

Con ese pensamiento en mente me dirijo hacia la mesa de noche para conectar mi móvil al cargador y finalmente me dirijo hacia mi cama, estoy rendida, mis ojos pesan y aún así, el vacío que tengo en mi estómago me impide dormir.

Sin darme cuenta empiezo a imaginar cómo será Janssen, sus ojos, labios...

La repentina luz que entra por mi ventana me despierta poco a poco y me trae de vuelta a la realidad, he dormido muy bien a pesar de mis nervios, me siento descansada y con muy buen ánimo.

Me dirijo hacia la mesa de noche a por mi móvil, tengo dos mensajes de Patito y uno de mamá. Abro el de mamá.

"Estuvimos visitando a tu abuela Georgina, me ha dicho que has rechazado la sopa de fideos que te ofreció."

Sonrío mientras leo el mensaje, la sopa de fideos es su especialidad y yo la he rechazado. Le cuenta todo a mamá, parece como si en vez de papá, ella fuera su hija. Eso me hace recordar que no he llamado a mis abuelos maternos en Panamá.

"Ya sabes que esta vez sí voy en serio con lo de perder peso"

Le respondo rápidamente y en seguida leo el mensaje de Patito.

"Te extraño"  dice su primer mensaje, seguido pone.

"Hoy estaría camino a tu apartamento para comer pizzas y sentarnos frente al TV a hablar cosas sin sentido :("

Su mensaje me hace añorar esos momentos que en ese entonces no significaban nada.

"Te extraño tanto o mas, ya verás como en unos meses estaré viajando y nos veremos. De mí no te libras tan fácil amigo"

Luego de responderle a Patito, decido dejar el móvil a un lado, tengo mucho que hacer y poco que pensar. Si pienso mucho en el tema, estoy casi segura que acabaré por no ir a mi cita, si se le puede llamar de esa forma.

Mirando el reloj veo que son las 11:00 a.m., me saltaré el desayuno. Después de bañarme, iré a por ropa para esta noche, ni siquiera sé que me pondré, ya veré. Además necesito ropa interior, no es como que deba impresionarle, al fin y al cabo, pagaré por sus servicios, pero quiero sentirme cómoda cuando llegue el momento.

Tomando la toalla me adentro al baño de mi habitación, mientras pienso que hoy será un día interesante.