Capítulo 7.

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                                                                                         Abraham

El silencio interviene entre nosotros. Tal vez no me salga las palabras ya que esta situación se mantiene en tensión, debido a que recibí un correo de Miguel.
El contenido que lleva el mensaje se queda en blanco.

Nuestras miradas están distantes, sobre todo la de ella. Y no decir que la mía podría llegar a ser un problema.

Al recibir un mensaje de él , nuestras cuerdas vocales se congelaron. 
No llego a la teoría por la que tenemos una imagen nuestra juntos. No entiendo como llegó a las manos de él.

Existe varios hilos, pero, dudo suficiente para que sea real.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquila comiendo helado, sabiendo el problema que tenemos? - ella pone los ojos en blanco, lamiendo la cuchara-

- No entiendo porqué no podemos estar juntos, es decir, nos estamos conociendo. Pero, ¿Y si pasa algo más? No digo que vaya a suceder, sólo que sigo sin saber porque ambos están en competencia - deja la tarrina encima de la hamaca- ni siquiera podemos ser amigos

- ¿Amigos, tú y yo? - río- Olvídate

- ¿Por qué no? - sube  las cejas de una manera tan reversible-

- Porque no, tú y yo no nos llevamos bien

- Porque tú quieres que nos llevemos mal, ¿No te das cuenta de que eres un buenazo?

- No, no lo soy - intento esquivar sus preguntas. No me gusta expresar mis sentimientos- creo que lo mejor es que te vayas

- ¿Quieres que me vaya? - su voz ha sonado muy a lo bajo con el aspecto de poder llorar-

Giro la mirada hacia la suya.

Diría que no.

A pesar de echar todo el humo, veo en sus ojos buscando alguna respuesta de mis labios.
No quiero mentirle. Aunque tampoco le quiero hacer daño.

- No, aún así sería lo mejor. Tal vez alguien nos esté vigilando - acaricio entre mis dedos los suyos-

- ¿Te preocupa más alguien que  nos esté vigilando antes de nuestros sentimientos? - evita el contacto de nuestras manos y se los lleva a su pelo recogido con una coleta-

- Malú, no quiero verte sin trabajo. Por favor, vete - la última palabra me ha dolido mucho pronunciar-

Sin intento de insistir se retira por si sola dentro de la casa.

Voy tras ella echando un último vistazo a su silueta, tan pequeña y a la vez tan jodidamente hermosa.

Antes de que salga por la puerta dejo que me mire por unos instantes.

- No sé si preocuparme por ti o por mi. No sé si alejarme de ti o quedarme. ¿Por qué no me dejas conocerte? - la pintura de uñas se vuelve transparente al igual que su mirada-

- No te va a gustar, no soy como te piensas. He hecho cosas muy malas, y te aconsejo que no las sepas - si digo la verdad, sólo he hecho una-

- Está bien, te dejaré en paz si es lo que quieres - va a maniobrar con el picaporte-

- No es que no quiera Malú - le atraigo cogiéndole del codo- es lo mejor que hacemos. No quiero correr el riesgo en que tú lo estés

No dice nada más, al abrir nos encontramos a una pareja.

Intento tener buena imagen ante esta situación.

Roberto, un viejo amigo de la infancia junto a Julia, su esposa; si no mal recuerdo se casaron hace dos años.

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