Capítulo 29.

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Narra Malú:

Dejo de oír los pasos y salgo bajo la cama.

Mantengo mis manos en la puerta de madera sin hacer ruido nada más abrir, acto seguido asomo la mirada tras un pequeño hueco y consigo salir.

Escucho sonar la cisterna del otro cuarto de baño, por lo cuál me meto en una esquina oscura donde da lugar a otro cuarto.

Veo como ella entra por lo que acelero mi paso y salgo de la casa con la misma intención que antes, sigilosa.

Aún me pregunto porqué tenía estos documentos de defunción de Sara bajo la tapa del váter.

Recibo una llamada, sale en pantalla Abraham. Doy gracias a dios de que no sucedió antes.

- ¡¿Se puede saber que se te pasa por la cabeza Malú?! - todas las palabras salen en guerra-

- No me grites - digo con la mandíbula tensa-

- ¡Joder! ¿Aún sigues ahí? ¿Te ha visto? - a veces es bipolar-

- No, ahora mismo estoy de camino a casa - veo como una niña tiene una piruleta en sus manos, acompañada de su madre y no me quita la mirada de encima-

- De acuerdo - cuelga la llamada-

De camino a casa observo como una pareja se pasea el barrio, un hombre con traje corriendo hacia su coche para poder llegar lo antes posible al trabajo; típico, una persona mayor con el bastón, y un chico dando un gran bocado a su bocadillo.

Después de los tres minutos caminando me asombro todas las personas que se pasan por estas calles de Madrid.

Nada más acercarme al timbre veo a Abraham abrir la verja, deja paso delante mía.

Presencio como él tiene la mirada seria con los brazos cruzados.

- ¿Cómo se te ocurre ir sola? ¿Te has vuelto loca? - esta última frase mueve la mano hacia la sien-

- Abraham, me preocupo por ti. Sé que aún la echas de menos, Sara. Sé que aún tienes el remordimiento de saber que le pasó, y te empeñas en hacerte el duro pero todo lo contrario, no eres más que un blando - diviso las facciones de la cara, ni el mismo sabe como ponerse-

Tomo de su mano, recorro el jardín para entrar por la puerta corrediza.

Dejo que se siente en una de las sillas del comedor, mientras tanto preparo un té para calmar los nervios y la tensión acumulada en el cuerpo.

Él no dice nada.

Voy de pie a estar en su alcance, dejo los vasos delante nuestra.

Nuevamente hago la misma acción que antes, tomo de su mano.

- Hace cuatro años que murió ella. Sara conoció a Marta en una fiesta de antiguos alumnos, en ningún momento recordaba de que ella sea compañera nuestra. Justamente esa misma noche dejó la relación conmigo, nunca entendí como a mitad de unas tres horas se llegaron a liar ya que estuvo conmigo todo momento, y así ocurrió. La verdad es que la gran virtud de ella es que siempre sacaba el lado positivo de las cosas y por eso lo dejamos como una amistad - sopla alrededor del vaso y da un sorbo-  todos los días me escribía o incluso me llamaba para saber del como estar. Hasta que un día recibí la noticia por parte de Marta de que falleció

- ¿Y si Sara nunca llegó a fallecer? Normalmente suelen avisar la policía o incluso los paramédicos

- ¿Por qué iba a mentir? - arruga la nariz, se ha quemado-

- No lo sé, sólo que guarda un secreto y lo averiguaré - doy un sorbo largo al menta poleo-

- Malú déjalo en serio, no quiero que te involucres por mi

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