Estoy sentada en este barco, que no es solo mío sino también nuestro.
Voy cargada de sensaciones nuevas, de malas experiencias, de malos tratos... de recuerdos amargos.
Y vos me mirás despreocupado, casi enigmado por todo lo que voy contando.
A veces fruncís el ceño, otras tantas te reís conmigo, pero me vas escuchando atento a lo que digo y no perdés detalle alguno de lo que expreso.Mi mochila que es pesada y enorme, va aferrada a mí. Y es la única cosa segura que llevo conmigo desde hace algunos años.
-Soltá.- Me decís mientras remás contra marea.
Y te voy haciendo caso. Voy soltando.
Primero dejo caer al río mis preocupaciones, después dejo caer mis dudas y mis tristezas les siguen a estas.
Miro por primera vez el sol que se está poniendo por sobre tus espaldas y nunca me detuve a mirar la grandeza de un atardecer, ni lo bien que se ve el sol por sobre tus hombros firmes.
Nuestro destino es el mar y hasta que lleguemos ahí, no pensamos deternernos.
-Todo lo que soltás en este río, desemboca en el mar.- Decís mientras tus hombros se mueven al son de los remos.
Y yo no te contradigo, nunca ví el mar de la manera en la que decís pero sé que desde que te conocí quiero ver las cosas con otros ojos... con tus ojos.
Mientras hablamos sobre el mar, veo en la inmensidad de tus ojos.
No serán azules como el mar pero son iguales de infinitos como el mismo e iguales de pacíficos.Me preguntás temeroso sobre mi vida, sobre lo que siento y sobre lo que pienso... me preguntás si hay algo que me quedó por contar.
Y te cuento de la vez que me olvidé de cenar porque alguien me dijo que la clave para bajar de peso era dejar de tragar.
Te cuento también de la vez que alguien me calló a base de golpes y de la vez que me desmayé de la impresión por ver mi brazo colgando después de escuchar mi hueso quebrarse en dos.
Mis lágrimas caen y las enjuago enseguida.
-Dejalas que fluyan, que vayan por dónde quieran ir... que naveguen por tu ser.- Decís mientras me ofreces una sonrisa reconfortante.
Y remas más y más... y me pedís que me vaya soltando de más cosas.
Te cuento entonces de mis amores, de las veces que amé en demasía y me rompieron el corazón... y de las veces que yo le rompí el corazón a alguien que me consideraba especial.
Una carcajada me recorre el cuerpo y a la vez, una lágrima se me escapa. Me abrazo a mis rodillas y hundo mi cara entre ellas.
Confieso que tengo miedo, confieso que soy más dudas que existencia y confieso que me entristece mi incomprensión ante la inmensidad del mar.
-Al final,- dijiste mientras dejabas los remos a un costado- todo desemboca acá. Descargá, que el mar se hizo de lágrimas; algunas de felicidad, otras de tristeza... pero lágrimas al fin. Y todo, todo lo que me contás se queda pequeño entre tanta inmensidad.
Levanté mi vista y estudié los alrededores.
Nunca había prestado atención a la inmensidad del mar ni a lo infinito que puede llegar a ser... pero ahí estabas vos, ahí estaba yo.
Ahí estabamos los dos.Nos reímos como locos y nos dejamos arrastrar por la corriente del mar.
-Este es nuestro comienzo. Acá radica nuestro Génesis.- Dijiste mientras me ayudabas a sanar.
No te equivocabas... ahí radicaba mi génesis. A un ladito tuyo, que también es a un ladito mío.
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Génesis.
RandomEs el principio de un caos, de una lluvia, de un arcoirís... de un mundo. De mi mundo. Esto va dirigido a las personas que llevan la magia en ellas y no se dan cuenta... brillá hasta con el alma rota.