Querida Lilian

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Escribo esto escuchando la que es nuestra canción favorita cuando las luces se apagan y quedamos a solas.

El estribillo nos recuerda que todo lo que necesitamos es... otro día más.

Vives dentro de mí, ¿o será que soy yo quien vive dentro de ti?

Creo que nunca lo sabremos realmente y eso es lo bueno. El misterio nos mantiene unidas, escribiendo y en sintonía perfecta con todo a nuestro alrededor.

Nos hemos desequilibrado, varias veces.
Nos hemos perdido en el camino algunas veces más.
Nos hemos caído sin ganas de volvernos a levantar.

Pero nuestro mayor pecado...

Es el de alejarnos una de la otra.

Siempre digo que somos dos.

Yo soy la parte que se muestra al mundo.

La parte humana de este duo.

Y tú, mi dulce Lilian, eres la parte que solo se asoma a la superficie cuando escucha canciones y la razón no tiene cabida entre vos y el mundo.

Sos mi parte espiritual.
Sos mi parte más pura.
Sos mi parte más tímida.
La parte de mí que siempre vuela alto.

Aquella que se oculta por miedo y precaución, pero que aparece en cada risa catártica y en cada lágrima que me recuerda que todavía estamos un poco rotas.

Lilian, estuviste siempre dentro de mí.
Pero ambas sabemos que saliste a la luz gracias a nuestro amor más grande, a ese que en nuestras novelas llamamos "Doctor Schmidt".

Le rompimos el corazón.
Y se lo reparamos también.

Pero cuando nos dimos cuenta de que en su vida no había más espacio para nosotras, nos despedimos sin querer hacerlo. Aunque después comprendimos que era una historia inconclusa y necesitabamos terminarla para poder escribir una nueva.

Terminamos con muchas historias.

Aprendimos que eso nos hace crecer y nos hace un poco más fuerte.

Escuchando la canción que suena ahora, me hago consciente de que la noche en que nos conocimos... fue aquella misma en la que casi termina con nuestra existencia.

¿Recuerdas cuando vimos toda nuestra vida pasar cómo si fuera una película?

¿Los gritos del médico diciendo que nos quedaban pocos minutos en este mundo?

Y quizás también recuerdes, que al despertarnos, sentimos un ardor en la garganta y en las vías nasales.

Sangrabamos.

Y no solo por la nariz.

Nos sangraba el alma.
Nos sangraba la vida misma.

La noche en la que nos conocimos, recuerdo, que estabas sentada hundida en un mar de lágrimas que escondías detrás de tus rodillas.
Rogabas por entrar, aunque te daba miedo hacerlo... pero la muerte misma se puso enfrente de ti y dijo que no era el momento.

¿Recuerdas la flor blanca que vimos?

Nos fascinamos con ella y dijimos: "¿quién cuidará de mi crisantemo?"

Tiempo después me dí cuenta de que eso somos... crisantemos.

Cada primavera florecemos.
Cada invierno nos cuesta mantenernos en pie.
Cada otoño luchamos por no marchitarnos.
Y cada verano, queremos dejarnos morir.

Pero Lilian, no lo hacemos.

Nos quedamos de pie.

Florecemos cada vez más.

Ahora mismo eres tú quién escribe esto y yo, maravillada de ti, te observo.

Eres tú la que crea y me permite a mí ser parte de esto.

Ninguna vive dentro de la otra.
Las dos vivimos en armonía.
Y vaya que nos costó encontrarla.

Hay gente que trata de rompernos.
Hubo gente que lo hizo y otras que siguen tratando de hacerlo.

¿Recuerdas lo que aprendimos en el retiro espiritual?

Aprendimos a ver más allá.

Me enseñaste a ver más allá.

Cada mañana y tarde que nos sentábamos a meditar, escuchabamos el aletear de una paloma... las palomas siempre venían cada vez que nos sentabamos bajo aquel enorme árbol que daba una sombra increíble.

Hiciste que me sacara los zapatos.
Hiciste que caminara descalza en el pasto.
Hiciste que me recueste en el cesped y trate de ocultar el sol con una mano... pero cuando ví que era imposible hacerlo, hiciste que simplemente... este me llenara por completo.

Me hiciste conectar con Dios.
Me hiciste conectar conmigo misma.

Y eso, Lilian, es algo por lo que estaré siempre agradecida.

Pero, ¿qué hay de Adrián?

Él sigue doliendo, ¿verdad?

Duele más que los anteriores.
Duele casi tanto como cuando vimos partir al doctor Schmidt de nuestras vidas.

Y aunque por las noches lloramos un poquito recordando el olor de su perfume sobre nuestra almohada...  otras tantas noches, nos dedicamos a abrazarnos a nosotras mismas mientras nos decimos que fue la mejor decisión el habernos alejado.

Últimamente te veo a tí en el espejo.

Dejaste de ser aquella niña que llora mientras esconde su cara en las rodillas, dejaste de tentar a la muerte, diste un paso al costado... y creciste.

Todo lo que necesitamos... fue otro día.

Lilian, estas palabras van dirigidas a ti.

A la musa inspiradora de mis novelas.
A la niña que estuvo rota.
A la adolescente que dejó de doler.
A la joven que hoy sos.
A la que es libre.
A la que no se esconde.
A la que no planea.
A la que solo vive y disfruta.
A la que enseña.
A la que es vida.
A la que es muerte y dolor, a veces.
A la que no tiene miedo y todo teme.
A la que ama.
A la que fluye.
A la que resiste.

A la que no se deja vencer.

A la misma que intentó quitarse la vida y aún así... sobrevivió.

A la que no deja de buscar.

A la que no se rinde.

A la que perdona y sigue adelante.

A la que es princesa, musa, príncipe azul y todo lo que necesite ser para estar en el mundo.

A la que tiene fuerzas.
A la que tiene esperanza.
A la que confía.
A la que cree.
A la que crece día a día.

A Lilian.
A Lourdes.

A ambas.

De nosotras.
Para nosotras.

Sigue adelante.
Y no te rindas nunca.

Brillas con el alma rota.
Y eso es magia pura.

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