Galaxias

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Estoy sentada corrigiendo los trabajos de mis alumnos, es de noche y afuera el frío se hace presente.

En una dedicatoria que escribo, digo que hacen sentir orgulloso al ángel que guía y protege desde lo alto.

De repente me hago consciente que así como ellos tienen un ángel, también ellos son ángeles para otras personas. Y estoy segura que lo son, porque eso son mis alumnos para mí... ángeles que me protegen y guían.

Una canción comienza a sonar y su melodía, al igual que la letra me va envolviendo más y más.

"No voy a decir cosas obvias como 'tener fortaleza', voy a contarte mi historia."- la primer estrofa de la canción me da una idea.

La historia de mi vida es algo complicada y triste, estuve al borde del abismo muchas veces... caí al agujero negro miles de veces más.
Pero siempre que buscaba una razón para descifrar el porqué de mi existencia en este mundo... mis dudas, al igual que mis decepciones, crecían un poco más.

"¿Me creerías si te digo que tuve miedo al principio?"

Una tarde, llegó una llamada que cambió mi mirada sobre mi vida un poco.

Se trataba de una propuesta de trabajo. Me ofrecian enseñar inglés en un secundario para adultos.

No creía lo que decían pero acepté sin pensarlo mucho.

Horas después, me arrepentía de haberlo hecho. El miedo me invadió y mis inseguridades se hicieron presentes...

¿Y si no era lo suficientemente buena?
¿Y si aparecia alguien mejor?
¿Y si ellos no me aceptaban?
¿Y si no lograba hacerlo bien?

Rompí a llorar en silencio.
Y mientras lo hacía, un mensaje me avisaba que al otro día comenzaba a ejercer.

Hablé con mi mamá sobre cómo me sentía al respecto, y ella tan tranquila y serena me dijo que es normal sentirse llena de miedos... pero que si esa oportunidad se me presentaba, era porque Dios quería enseñarme algo.

Y tan equivocada no estaba.

Esa noche me dormí mientras alzaba una plegaria al cielo, en ella decía:
Que se haga en mí Tu voluntad.

La mañana del día siguiente me llamaron para firmar los papeles que hacian oficial mi ingreso como profesora de inglés.

Eran las 14 hs del día viernes cuando, temerosa, llegué a la escuela para dar mi primer clase.
Me presenté ante ustedes, dije que iba a ser su profesora este año y comencé a desarrollar la clase... recuerdo que pedí disculpas por mi letra desastroza en el pizarrón y prometi mejorar con el tiempo.

Y de repente, mi mayor miedo se hizo presente.

-Perdón, pero nosotros estábamos acostumbrados a la profesora anterior.- Escuché decir a una voz que provenía del lado izquierdo del aula.

Mi corazón se aceleró, mis ojos se llenaron de lágrimas y se me formó un nudo en la garganta.

-Yo sé,- respondí a punto de llorar -pero ella cambió de horario y yo soy la persona que está a cargo de estas horas.

En parte, mi respuesta fue una disculpa y en otra, me dió la valentía necesaria para poder continuar lo que restaba de la tarde.

-No le haga caso, señora. Usted es más que bienvenida.- Dijo otra voz que provenia del fondo del aula.

Ese día me tocó ir caminando a casa y mientras la lluvia me mojaba el alma... me dí cuenta de una cosa. El segundo comentario, me había rescatado.
Llegué a casa toda empapada, pero con el alma limpia, con la mirada serena y con la sonrisa más grande del mundo.

Génesis. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora