3.- Hogar.

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"Hogar, dulce hogar. Oh, qué dulce encuentro."


   Nakamoto Yuta

   P.O.V

   Un dulce tintineo sonó dentro de mi cabeza... ¿Una campana? ¿Una bici...?

   Y el mismo se hacía repetitivo hasta alcanzar un grado de intensidad en el que se volvió lo suficientemente fuerte y estruendoso como para despertarme. Abrí mis ojos de golpe y dejé escapar un pequeño grito ahogado. Tenía los ojos bien abiertos como si no hubiera estado durmiendo por mucho tiempo, aunque sentí un leve mareo que me trajo una extraña sensación que aún no lograba percibir.

   Fruncí el ceño y miré hacia mis alrededores en busca de lo que sea que haya sido el causante de aquel extraño sonido; pero solo fue un resultado fallido cuando no vi nada más que no fuera yo mismo en mi habitación.

   Sí, mi habitación.

   Lentamente mi vista se sumergió en todo aquel ambiente nostálgico. Mis ojos rodaron hacia las blancas paredes pintadas con detalles de un color azul celeste en cuanto a la línea gruesa que cruzaba y dividía la mitad de éstas. El closet blanco de madera, la tv junto a la repisa de metal, el viejo escritorio que sobre este descansaban varias figuras de acción coleccionables, un montón de cartas, videojuegos e incluso una gran pila de cómics, que también coleccionaba. Muy cerca de aquello, justo en la pared, se situaba una cartelera donde aún se podían apreciar las fotografías junto a mis viejos amigos de la preparatoria, fotos de mi graduación y, para mi sorpresa, todavía seguían pegados los posters de TVXQ.

   Increíblemente todo permanecía en su lugar y perfecto orden como si nunca me hubiera marchado hace años atrás.

   La suave y tierna luz de la mañana me recibió con un bello resplandor que iluminaba mi rostro cuando me asomé por la ventana. Sin duda alguna, la mañana era hermosa. Y cuando por último logré percibir el aroma de la comida, solo pude entender una cosa:

   Estoy en casa.

   Al fin estoy en casa.

   Con una amplia sonrisa dibujada en mis labios, me levanté en un dos por tres y bajé al primer piso. Tal como supuse, mi madre se encontraba en la cocina. Ella se giró y me recibió con una hermosa sonrisa tan característica de sí misma, pero que al mismo tiempo se hacía notar la gran similitud que denotaba el parentesco que había entre ambos. A pesar de los años transcurridos, ella seguía viéndose igual de linda y radiante ante mis ojos.

   El tiempo de verdad le favorecía.

   Ella se acercó con ligereza y arregló mi despeinado cabello rubio, al ponerse de puntillas para alcanzar mi estatura. Nos reímos hasta que ella interrumpió:

   —Ah, mi querido Yuta. Cada vez que vienes te ves mucho más guapo —sonrió complacida mientras rozaba sus finos y suaves dedos en mis mejillas, seguido de eso las pellizcó como solía hacer cada vez que me tenía así de cerca. Su gesto se envolvió de ternura al mirarme a los ojos—. ¿Dormiste bien, mi niño?

   Solté una pequeña risilla después de inclinar mi rostro, su mano ahora acunaba mi mandíbula que acariciaba con dulzura. Parecía un tonto desubicado al no saber cómo mirarla, aun me sentía un poco avergonzado de que mamá me siguiera tratando igual como cuando era un niño, pero al mismo tiempo ese trato me resultó reconfortante.

   Lo había extrañado.

   —Sí, estuvo bien —respondí—. Aunque las horas pasaron muy rápido —me giré para abrir el refrigerador y servirme un vaso de agua—. Por cierto, ¿dónde está papá, Haruna...?

Osaka dream | YuTae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora