T R E S

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Cuando siento que he tenido suficiente de Alice Hawk, me levanto del asiento y abandono el estudio en dirección al balcón. Siento a Ciara detrás de mí, pero me esfuerzo por restarle importancia.

Abro la puerta corrediza y salgo hacia el apéndice de mi departamento en busca de todo el aire fresco que pueda conseguir. Pero eso es solo una excusa para llenar mi organismo de pureza antes de mancharlo nuevamente porque, enseguida, tomo uno de los cigarrillos y el encendedor que están en la mesa con la intención de aplacar los nervios que amenazan con derrumbar mi integridad.

Me siento en una de las sillas dispuestas en el modesto espacio, a la par que dejo que el humo invada mi interior. Ciara ocupa el otro asiento y se limita a observarme, sin decir nada.

El ambiente se siente demasiado pesado, así que decido que es momento de exiliar al humo de mis pulmones y romper el hielo.

—Esta mierda pasó de ser una coincidencia a algo verdaderamente retorcido.

—¿A qué te refieres?

Me esfuerzo por no mirarla a los ojos, tengo miedo de descubrir lo que pueda pensar de mi.

—Alice Hawk regresó a casa del trabajo, tuvo una discusión con un chico y se largó de ahí. Días después, fue encontrada sin vida en un bosque.

—¿Y qué pasa con eso?

Entonces me arriesgo a mirarla a los ojos antes de dejar escapar las siguientes palabras.

—Eso fue lo mismo que pasó con la chica de mi historia —digo mientras le doy una larga calada al cigarrillo para aminorar la ansiedad que siento.

Ciara se toma un momento para procesar toda la información que acabo de soltarle. Finalmente, asiente lentamente antes de comenzar a hablar.

—Cualquiera puede ir a casa después del trabajo, discutir con su pareja y luego salir por un poco de aire fresco. Es un escenario común, solo tomaste una situación verosímil.

Expulso todo el humo que retengo en mis pulmones.

—Te juro que no tenía ni puta idea de nada de lo que le pasó a esa chica... jamás la conocí y jamás había escuchado nada sobre ella.

Doy otra calada mientras Ciara se levanta de su asiento, se apresura a arrodillarse frente a mí y acaricia mi mejilla con una de sus manos.

—No quise decir que tomaras su situación en particular, yo solo...

Dejo escapar el humo torpemente para interrumpirla.

—No impliqué que te refirieras a eso... es que hay algo más.

Ella me mira con un remolino de confusión, curiosidad y compasión en sus ojos, y yo tengo miedo de que se aleje de mí por revelarle lo que aprisiono en mi mente... pero, aún así, me obligo a continuar.

—Alice murió en la madrugada de mi cumpleaños. Yo estaba muy drogado y no sé qué pasó durante ese fin de semana.

Ciara frunce el ceño y agudiza sus sentidos en espera de mis próximas palabras.

—Cuando recuperé la conciencia estaba aquí, en mi departamento, con los nudillos rotos y signos de violencia por todo mi cuerpo. Pensé que me había metido en una pelea, suele suceder cuando me coloco... pero entonces escribo esta historia que coincide con lo que le pasó a esa chica y ya no sé qué mierda pensar.

Ciara me mira con condescencia y yo me aferro a eso que veo en sus ojos para no caer en el abismo que trata de absorberme.

—Necesito que me digas que no estoy loco porque en este preciso momento siento que o bien soy un testigo clave de ese crimen, o bien fui yo quien lo cometió.

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