Alerta Policial

954 114 46
                                    

Aoko se sentía realmente molesta con su amigo. Además de dejarla sola en el camino al instituto, Kaito no había ido a clase en todo el día. Aunque en realidad no la sorprendía. No era la primera vez que sucedía. Pero esta vez las cosas serían diferentes. Estaba dispuesta a pegarle muy fuerte y a decirle que se olvidase de que le prestara los apuntes.

Llegó a la casa del mago y llamó con energía al timbre de la puerta. Pero Kaito no abrió la puerta, aunque ella llamó y llamó una y otra vez. La chica se asomó a las ventanas, pero no parecía que hubiera nadie dentro.

De seguro se hallaba en el Blue Parrot preparando algún show. Eran los dos sitios donde se le podía encontrar, o en su cama o en el local de su amigo Jii.

Ya estaba por irse a su casa a esperar que regresase, cuando Aoko se fijo en un objeto que había permanecido tirado en el suelo a distancia de donde ella se hallaba. Se acercó y al agacharse para verlo mejor, sintió que su respiración se aceleraba.

Era la cesta de flores que había dejado a la mañana aquel repartidor. La última vez que había visto a Kaito, la tenía en sus manos y se acercaba a hablar con aquel hombre.

¿Porque su amigo la había tirado al suelo? Y si no había sido cosa suya, ¿qué había ocurrido allí en realidad?

Intentó localizarle en su móvil, pero no daba señal, como si lo tuviera apagado.

La gente que se cruzaba con ella por la calle se apartaban para dejarla pasar. Algunas señoras mayores la criticaron duramente ante lo que consideraban una falta de educación, pues la chica actuaba como si nada le importase. Pero Aoko se hallaba ajena a todo, mientras  andaba lo más deprisa que podía. En su mente daba vueltas una idea que la aterrorizada, y necesitaba confirmar que sólo eran imaginaciones suyas.

- Espero por tu bien que estés en el Blue Parrot, Kaito. Porque no quiero que sea verdad lo que me estoy imaginando... - iba diciendo en voz alta Aoko.

~~~~~~

El inspector Megure andaba rápidamente por los pasillos de la comisaría con el detective Shiratori a su lado. Al ser éste el último que había hablado con Saguru Hakuba antes de su secuestro, le habían reclutado rápidamente en el equipo que se estaba organizando para localizar al estudiante antes de que fuera tarde.

Pues en efecto, ya habían confirmado que Hakuba había sido secuestrado por el dueño de aquella furgoneta negra. Una cámara de seguridad de un banco  que se hallaba cerca de un parque infantil, había captado el momento en que el inglés había sido introducido a la fuerza en la parte de atrás del vehículo.

Además, todo parecía indicar que era el mismo sujeto que había estado secuestrando a los estudiantes de secundaria durante los últimos meses.

Megure estaba distraído leyendo en voz alta la descripción de la furgoneta, para informar a Shiratori sobre cuál era su objetivo, cuando alguien chocó contra él provocando que las hojas de papel volarán por el aire y cayeran todas revueltas.

- ¡Pero como se puede ser tan despistado! ¡Mire por dónde camina! - increpó con enojo Megure a la persona que había chocado con él.

- ¡Podría decirte lo mismo, viejo gruñón!

- Inspector Nakamori, ¿qué le ha traído a este departamento? - intervino Shiratori para intentar tranquilizar a los dos hombres.

- Nada, una tontería de mi hija Aoko. No puede localizar a un compañero suyo de clase y me ha llamado muy asustada para que lo intente yo, porque cree que puede haber sido secuestrado. Y todo porque la última vez que le vio estaba hablando con un repartidor en una furgoneta negra...

- ¿HAS DICHO UNA FURGONETA NEGRA?

Nakamori se sobresaltó ante la reacción de Megure. En un principio pensó que era una exageración por su parte, pero al ver el gesto serio de Shiratori su instinto de policía le dijo que allí sucedía algo y exigió una explicación.

Reunidos los tres hombres en el despacho de Megure, éste y Shiratori pusieron en antecedentes al inspector Nakamori sobre la relación del dueño de la furgoneta y el secuestro de jóvenes estudiantes. Nakamori escuchaba muy atento la información que sus colegas habían conseguido en las últimas horas.

- Así que ese sujeto tiene en su poder al joven Hakuba y es muy probable que al amigo de mi hija.

-  Si. Todo parece indicar que en efecto ese muchacho puede haber sido raptado también.

- Y puede que no sean los únicos... - una voz femenina les interrumpió de golpe. Sorprendidos miraron a la detective Sato, quien acababa de aparecer en la puerta del despacho.

- ¿Qué quieres decir con eso, Sato? - le preguntó Megure con tono grave.

- Acabo de hablar con Heizo Hattori, el Superintendente Superviso de la Prefectura de la Policía de Osaka. Al parecer, su hijo Heiji vino a Tokio en la mañana como enlace entre las dos prefecturas, y no han vuelto a saber de él.

- ¿Y piensas que la desaparición de ese chico está relacionada con este caso? - se sorprendió Shiratori - puede haberse olvidado de comunicarse, al fin y al cabo tiene amigos en la ciudad.

- Yo también pensé eso. Pero llamé a la agencia de detectives Mouri y Ran me dijo que no le habían visto. Hattori nunca dejaría de ir a saludarles, y de buscar a Kudo...

- Si, realmente sería lo primero que haría. Esos dos son muy buenos amigos. ¿Has hablado con Kudo también? - quiso saber Megure.

- No he podido localizarle aún.

- Puede que yo sepa por qué... - intervino el detective Takagi, entrando a toda velocidad en el despacho, parecía muy nervioso - Me puse en contacto con la mujer que denunció la persecución de esta tarde de una furgoneta a un muchacho y le pedí que describiera tanto al vehículo como al joven. Por su descripción estoy seguro que dicha furgoneta es la misma que la que secuestró a Hakuba.

- ¿Y la descripción del muchacho? - le pregunto Nakamori.

Takagi tragó saliva antes de responder.

- La mujer me dio una descripción exacta de... Shinichi Kudo.

El silencio que se formó en aquella habitación podía sentirse. Eso hacía cuatro muchachos secuestrados, en menos de 12 horas.

El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora