Jugador 1: Shinichi Kudo

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Había sido una semana muy agitada en la agencia de detectives Mouri

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Había sido una semana muy agitada en la agencia de detectives Mouri. El inspector Megure, junto a los detectives Takagi y Sato, habían acudido a pedir la ayuda de Kogoro y la suya para un caso bastante desagradable.

Varios alumnos de secundaria, tanto chicas como chicos, habían sido hallados asesinados. Todo parecía indicar que se encontraban ante un asesinato en serie. El modo operandi era muy básico, los jóvenes eran secuestrados durante la ruta de vuelta a sus casas y al día siguiente aparecían muertos en callejones o en el monte medio enterrados.

Lo que hacía que el caso fuera muy misterioso y siniestro era las condiciones de los cuerpos. Muchos de ellos presentaban mutilaciones de las manos o la lengua, o les habían extraído los ojos de forma que solo quedaban dos cuencas vacías sangrientas. Los que habían salido mejor parados eran aquellos que como mucho presentaban algunas lesiones menores como moratones. ¿Qué les ocurría en el periodo de tiempo entre el secuestro y su hallazgo? ¿Quién les provocaba esas agresiones?

No parecía que hubiese relación entre las víctimas ya que eran estudiantes de muy diversos institutos de la ciudad, así que eran escogidos de forma casual por el o los asesinos. No se podía descartar que fueran varios. El problema es que los secuestros habían sucedido cuando los estudiantes habían estado solos, así que no había testigos. Eso no facilitaba la investigación ya que la policía carecía de pistas que seguir.

Los días habían pasado, y no había habido nuevas desapariciones. Eso no quería decir que el asesino hubiera parado, no, lo más seguro es que estuviera buscando nuevos objetivos, ya que estaba claro que estudiaba los movimientos de los jóvenes que secuestraba. Tanto a él como a Kogoro les había dado terror que Ran fuera una víctima potencial, así que la habían prohibido acudir a clase hasta que no se resolviese el caso. La chica había protestado mucho, pero cuando su padre y su novio se ponían de acuerdo en algo, era difícil discutirles.

Esa tarde, después de pasar un rato con Ran, había decidido volver andando a su casa por una ruta diferente, y así de paso recorrer uno de los caminos que había seguido una de las víctimas antes de ser secuestrada por su agresor, para buscar algo que le ayudase en la investigación.

No se había dado cuenta en la furgoneta que le había estado siguiendo desde que había salido de la agencia de detectives hasta que fue demasiado tarde. Se le echó encima, obligándole a correr por dónde el conductor quería, hasta que fue conducido y arrinconado en un callejón sin salida.

La parte de atrás de la furgoneta se había abierto, y él había sido introducido a la fuerza por alguien que le había sujetado de sus brazos. Le tiraron sin consideración en el suelo, mientras la furgoneta volvía a ponerse en marcha. Había querido resistirse, pero le mantenían inmóvil contra el suelo y el sujeto que le había cogido no cedía en el agarre de sus brazos.

La furgoneta no tenía ventanas, y estaba a oscuras. Imposible ver quiénes eran sus asaltantes y a dónde le estaban llevando. Su único consuelo era que en esta ocasión había habido gente que había presenciado la persecución, y que podría ponerse en contacto con la policía.

Tras un rato de moverse por carreteras, le dio la sensación de que se metían por un camino más rural y no asfaltado, ya que empezó a haber muchos saltos y oscilaciones por parte de las ruedas. Debían estar en el campo. Así siguieron un poco más hasta que se detuvieron. Habían llegado a su destino. Así pues se escondían en las afueras.

Entonces, el conductor había dejado su puesto y había ido a la parte de atrás con ellos. El tipo que le tenía sujeto le levanto con brusquedad y le hizo una llave de modo que sus manos se encontraban sujetas a su espalda. El conductor se acercó entonces a ellos y dando un tirón a su chaqueta, dejó su cuello expuesto. Sintió el pinchazo de una aguja en el. Le habían inyectado algo. Empezó a encontrarse muy débil y finalmente se desmayó.

No sabía cuánto tiempo había permanecido sin sentido, si minutos, horas... Los parpados le pesaban bastante, lo que hacía que abrir los ojos se le hiciera un trabajo realmente difícil. Pero poco a poco fue capaz de abrirlos del todo. Parpadeo algunas veces para acostumbrarse a la luz y recorrió con la vista todo lo que le rodeaba. Intento moverse, pero se hallaba sentado en un sofá parecido a los de las consultas médicas y además estaba atado a el con correas de cuero, de tal forma que le era imposible levantarse.

La siguiente tarea no le iba a resultar fácil tampoco, y era procesar dónde se hallaba y por qué.

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