Promesas rotas.

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*Larnion*

Abre la puerta lentamente, intentando no molestar demasiado al durmiente dentro de la habitación. El escenario se mantiene exactamente igual, dándole cierta pesadez en el interior, comienza a odiar el humo que desprenden las plantas medicinales y sus ojos reconocen toda la habitación.

—¿Stanley...?

Por primera vez, desea que el rey duerma, pero se halla completamente despierto, sentado sobre la cama, con un libro abierto sobre su regazo.

—Hace mucho que no te veía vestido así — Comenta el monarca con una sonrisa observándole

Quizás el uniforme completo dependía de una armadura de pesado metal sobre sus hombros y pecho, aquella que usó por primera vez en su ascenso, y que olvidó por el simple hecho de ser estorbosa, pero no era importante.

—Irás a algún lado, ¿Verdad? — Pregunta

—Sí...

La sonrisa abandona el rostro del soberano, desviando la mirada con melancolía.

—Te pedí que te quedaras conmigo.

—Lo sé, pero esto es algo que debo hacer — Explica yendo hasta sentarse en la orilla de la cama —Kyle...

—No tienes que devolverme ningún favor

—No es que te lo devuelva — Toma sus manos —Quiero que estés mejor

—Lo haría si obedecieras mis órdenes

Stanley toma aire, calmando y borrando su desesperación cuando ve el rostro todavía más cansado del rey.

Lleva una de sus manos hasta su mejilla derecha, acariciándola levemente con la pulgar, aún conservaba la suavidad que lo caracterizaba; El rey cierra los ojos, encerrando su mano con ambas propias con calma y calidez.

—Quiero estar contigo... — El guerrero habla bajo

—Entonces quédate...

—Más que como tu guardia personal — Confiesa.

En el castillo, fue sorpresa la extraña cercanía entre el rey y el niño humano. Kyle decía que, si había sido el único en sobrevivir de la desgracia de su familia, era especial, y así fue... Stanley retomó terrenos perdidos y unió fuerzas, los puso a la par con los humanos.

Pero siempre se notó cierta atención. El rey era más atento con el humano que con un propio elfo, muchos decían que el niño le recordaba al príncipe fugitivo, o porque tenía un mayor potencial o simplemente porque era el único que sobrevivió.

Aquella atención dio paso a amistad y luego, más que cariño. Conforme los años andaban, las muestras de cariño ya eran obvias y muchos dieron por oficial que había algo más, aunque ambos negasen que era por formalismo.

Entre ellos mismos lo sabían, había algo más y, quizás, era la razón por la cual ninguno había decidido en buscar una mujer como dictaba la vida.

—Yo también quiero estar contigo

—¡Entonces déjame ir! — Levanta la voz ligeramente — ¡Esto lo hago por los dos! Quiero tenerte más tiempo...

Sin embargo, ninguno de los dos lo decía, pues la vida mortal lo negaba.

—¿Y si te topas con Eric?

Su pregunta le sorprende, pues alguien le había dicho que iría al reino humano, más no sabía que iría a ver al rey en persona.

—Entonces lo quitaré del camino.

El Héroe y El Caballero [Style]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora