Capítulo oculto

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Había vuelto a Corea después de un año de haber viajado por el mundo. Todo había cambiado, mi manera de ver las cosas e incluso mi actitud y mi aspecto. Me sentía más completa, alegre y sin miedo a nada.

Mi primera parada después de haber dejado mis pertenencias en la habitación de un hotel fue la casa de mis padres. La tensión que inundo la casa fue extrema cuando mi padre y mi hermano me vieron, seguían molestos conmigo.

-¡Mandy!- grito mi madre emocionada mientras corría de la cocina a la sala para abrazarme. Era la única que se alegraba de verme.- Estas hermosa mi niña. No sabes cuánto te extrañamos.

Sonreí. Yo también los había extrañado.

-¿Hermosa?- gruño mi padre.- ¿Puedes explicarnos que te paso en el cabello?

Cuando estuve por Estados Unidos fui al orfanato donde había estado por cuatro años. Allí algunas de las señoras me recordaron y me dejaron ayudarla con los niños. Durante ese periodo hice amistades con otras personas negras y me enseñaron algunas cosas, como trenzarme cada mechón de cabello que era como lo había llevado desde entonces.

Necesitaba saber cuáles eran mis raíces, así que después pase un tiempo por África, de donde eran mis padres biológicos que ya casi ni logro recordarlos. Allí estuve en una comunidad vestida como ellos y ayudándolos en lo que fuera, fue una experiencia muy hermosa.

-¿Cultura negra?- dijo Daniel como si fuera espantoso.- ¿Estás loca? ¿Piensas llevarlas aquí en Corea?

Asentí completamente orgullosa. A diferencia de Daniel yo nunca olvide que no había nacido en Corea, a pesar que muchas cosas de mi actitud seguían gritando coreana.

-Mamá y papá me adoptaron en un orfanato negro, lo que quiere decir que a ellos no les molestaba esa cultura o su gente. No le veo el problema a que quiera llevarlas.

A mi padre casi se le escapa una sonrisa, pero la oculto. No iba a admitir que me extrañaba, como tampoco que seguía orgulloso que me defendiera como una abogada, de todas maneras esas cosas han sido difíciles de olvidar.

-Te van a tratar mal en las calles.- siguió mi hermano al punto del colapso.

-No me importa, no sería algo nuevo.

El silencio reino por un segundo que ninguno supo que decir. Suspire y comencé a sacar unos regalos de mi bolso y los deje en la mesa de la sala.

-Los extrañe mucho a todos, los sigo queriendo y los adoro sin importar lo que haya pasado antes. Siguen siendo mi familia.- espere a ver si alguno decía algo al respecto, pero solo hubo más silencio. Sonreí a pesar de ello.- Vendré a visitarlos de vez en cuando.

Salí de la casa con mi siguiente parada clavada en la mente, hasta que sentí un jalón en mi brazo. Era Daniel.

-¿Dónde vas a quedarte?- no le respondí, no quería que supiera mis futuros planes. No cometería el mismo error.- ¿Volverás con él?

Ese él, era más que obvio que se refería a Hoseok.

-Él me dijo que cuando volvieras haría lo que fuera para verte otra vez.- sonrió sin gracia, seguía molesto.- ¿Sabes lo gracioso del asunto? Que no podrán verse por mucho tiempo.

Me explico lo que había estado ocurriendo con ellos y la empresa, y lo que harían en dos días. Casi rompo a llorar en ese momento, pero me arme de valor y autocontrol para no hacerlo e ir a casa de Hoseok. Daniel solo estaba comportándose como cuando éramos niños, buscaba hacerme llorar y luego alegaba que era para hacerme más fuerte, decía que era una blanda y cualquiera me haría daño.

A tu ritmo (Saga Pure Love #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora