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Entre a la oficina de mi padre con la cara más serena que podía fingir, controle los movimientos de las manos, mi respiración y, por supuesto, me mentalicé para no tartamudear. Eran trucos que tuve que aprender en la facultad y me eran de gran utilidad incluso en mi vida cotidiana, eso era una de las cosas positivas de estudiar derecho, ya que en realidad soy demasiado nerviosa y llorona como para aguantar ciertas cosas.

-¿Recuerdas al abogado que contrate hace un par de meses?- asentí una vez.

-Por supuesto, lo mencionaste durante la cena cuando lo aceptaste en tu buffet. Excelentes calificaciones, buen léxico y porte, y aunque le faltaba experiencia le viste potencial.

Por un segundo logre ver el fantasma de una sonrisa en su rostro, pero luego solo desapareció, como siempre. No era la clase de hombre que demostraba mucho sus sentimientos, todo lo contrario a mi madre.

-Exacto.- se sentó en la silla de su escritorio y coloco una carpeta entre nosotros.- necesita un asistente para llevar un caso y le he dicho que quizás tú puedas ayudarlo. Así también puedes tomar experiencia en esto.

Dentro de mi hubo una explosión de alegría, no por el trabajo, sino por el hecho que con tantos conocidos y famosos abogados de su alrededor me escogió a mí.

-Me encantaría..-dije como si el asunto no fuera la gran cosa. Con mi mascara de indiferenciaque solía utilizar todo el tiempo. De hecho en la universidad era conocida comoalguien muy fría, es por eso que no hago muchos amigos con frecuencia. 

Deslizo la carpeta hacia mí y una tarjeta de presentación con el nombre de mi nuevo jefe.

-Llámalo mañana por la mañana. Mientras, estudia el caso. Él no tiene tiempo para casos como esos, son muy complejos por la sentimentalidad de las personas. Espero que puedas manejarlo.

Había tomado mi decisión a los 10 años: ser la mejor y enorgullecer a mis padres. Simple, al menos cuando ya estas acostumbrada. Había tenido cientos de prácticas en la universidad y muchos de ellos con las características con la que mi padre había descrito. Pan comido.

-No te preocupes, tendré todo bajo control.



Busque a Hoseok por todo su estudio, la sala de baile y de canto y no estaba, era extraño. Él era demasiado predecible, con una rutina imposible de romper, a menos que estén de gira.

Camine por los pasillos atenta para no chocar con mi hermano o alguno de sus compañeros, pero me rendí. Hoseok no estaba en la empresa y no me contestaba el teléfono.

Suspire y me dirigí al estacionamiento subterráneo. Subí a mi auto y cuando decidí arrancar tocaron la ventanilla del copiloto. Era el chico que me sacaba una sonrisa con tan solo una mirada y al que había venido a ver.

Le quite el seguro a la puerta y Hoseok entro en el auto, dejándonos a ambos en un espacio reducido y prácticamente a oscuras.

-¿Pensaba irte sin verme?- dijo haciendo un puchero.

-Te estaba buscando y no te encontré, por lo tanto pensaba irme. No iba a esperar por ti todo el día, no puedo arriesgarme a que mi hermano me vea ¿recuerdas?

Asintió y se restregó uno de los ojos. En ese momento me di cuenta que estaba cansado y parecía preocupado, Hoseok no intentaba ocultar ninguno de sus sentimientos, nunca.

-¿Estas bien? ¿Qué tienes?

Se recostó en el asiento y coloco un brazo sobre sus ojos.

-Solo estoy estresado hay un nuevo baile, lo aprendí y lo estoy perfeccionando. Sabes que eso siempre me ha preocupado, me gustan que los bailes sean perfectos, pero todos están sobre mí y no me dejan estar tranquilo para bailar.- soltó un largo suspiro. No podía apartar la mirada de él, de cada gesto que hacia.- sé que es tonto, pero solo necesito un respiro de todo esto, de la empresa, de los chicos, del coreógrafo, todo.

A tu ritmo (Saga Pure Love #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora