Capítulo 3.

563 20 0
                                    

Adrián: Despierta marmota –me gritaba mi hermano mientras me daba pequeños golpes en el hombro- que ya hemos llegado.

Celia: ¿Qué pasa? –dije un poco molesta- ¿llegado a dónde?

Adrián: A Mairena del Aljarafe –dijo entre carcajadas al ver que no me enteraba de nada-.

Cuándo me despierto no soy persona, vamos que hasta que no pasan unos minutos no me entero de nada. Al rato de que mi hermano me despertara, de una manera muy poco caballerosa, todo hay que decirlo, miré hacia la ventana para ver cómo era aquel pueblo en el que iba a pasar las vacaciones.

Celia: H-O-S-T-I-A –dije con una cara de sorpresa increíble- ¿y esa cacho casa de quién es? Si es cinco veces la nuestra ¡y tiene jardín con piscina! Qué envidia, unos tanto y otros tan poco… -dije con voz de indignada y un poco bromista-.

Adrián: Pues cuando te enteres de quienes viven ahí vas a flipar más –dijo el haciéndose el listillo-.

Me tiró la típica mirada de hermanos, con la que no hace falta palabras para explicarlo, y mi respuesta a esa mirada fue un…

Celia: ¿ME ESTAS VACILANDO? ¿NOSOTROS VAMOS A VIVIR EN ESA CASA? YO FLIPO –grité-.

Adrían: ¡¡Niña que me dejas sordo!! –me respondió entre carcajadas al ver mi expresión-.

Mamá: Chicos, ¿os vais a quedar a dormir en el coche o qué? Venir a por las maletas para meterlas en casa.

Mi hermano y yo salimos y seguimos las ordenes de mi madre, yo iba flipando cada vez más, ‘vaya palacio nos hemos apropiado’ murmuraba cada vez que veía una sala nueva, mi hermano no podía parar de reírse con mis comentarios.

Papá: Subir arriba para elegir habitaciones, la que tiene baño propio es nuestra, así que ni la miréis –nos advirtió entre carcajadas-.

Miré a mi hermano con cara desafiante, y subí corriendo las escaleras para escoger primera la habitación, pero cuando iba por mitad de escalera mi hermano me propuso un reto.

Adrián: Vamos a hacer una cosa –dijo serio- como seguro que los dos queremos la mejor habitación echamos una partida al piedra, papel o tijera, el mejor de tres, elige habitación –me propuso-.

Celia: Acepto.

Perdí, mi hermano se cogió la habitación más pequeña, tengo que decir que la mía era mejor, solo que Adrián no la quiso porque cuando abrías la ventana, los vecinos te veían, y eso no es que molara mucho, pero oye, ya me las arreglaría yo para que vieran mi nueva habitación.

Celia: Creo que he salido ganando, aunque en verdad creas que he perdido –dije confusa-.

Adrián: Tendrás una habitación más grande, pero yo tengo intimidad, cosa que tu no –dijo riéndose en mi cara-.

Celia: Yo tengo intimidad, yo tengo intimidad –repetí las palabras de mi hermano intentando hacerle la burla- ya me las arreglaré para que los vecinos no puedan ver mi preciosa habitación.

Bajamos al salón a por las maletas, para subirlas a las habitaciones y meter la ropa a los armarios, hacía calor, así que corrí las cortinas para ver la calle y abrí la ventana, para que entrara un poco de brisa, estaba yo tan tranquila ordenando mis cosas, hasta que oí unos gritos que venían de la casa de enfrente.

X: DANISÚ A COMER, VENGA, QUE HEMOS QUEDADO DESPUÉS CON UNOS VECINOS.

Celia: ¿Danisú? –empecé a reír a carcajadas- ¿qué nombre es ese para un zagal o zagala? –dejé de cotillear y seguí ordenando mi habitación.

Lo que pasa en las vacaciones, se queda en las vacaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora