Capítulo 4.

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Fernando: ¿Cómo puedes ser tan torpe? –me preguntaba entre carcajadas-.

Celia: No hace tanta gracia –dije frunciendo el ceño al ver que mi hermano y mi primo no paraban de reírse de mi –sois unos exagerados, de verdad.

Fernando: Si nos hubiera pasado a alguno de nosotros dos, tu estarías igual o peor –respondió riéndose cada vez más fuerte-.

Celia: En fin, me voy con los mayores, no es agradable que se estén riendo de ti en toda tu cara –dije mientras me dirigía hacia el jardín en el cual estaban mis padres junto a mis tíos-.

Cuando llegue al jardín, mire a donde estaban sentados los mayores, y al ver que no tenía sitio decidí acomodarme en una hamaca que había en la parte trasera.

Celia: Que bonita es la tranquilidad –dije entre suspiros-.

Decidí coger el móvil y ponerme a hablar por WhatsApp, tenía 27 mensajes de 3 conversaciones, una era un grupo, el cuál ignore por completo.

Abrí la primera conversación que tenía, era de un compañero de clase con el que no hablo nunca, y me había enviado la típica cadena que si no la envías te vienen a asesinar mientras duermes, decidí responderle.

Celia: Tío, deja de pasarme estas cosas, si de verdad te crees estas paridas, estás hablando con una persona a la que han asesinado más de 17 veces por no reenviar las cadenas. *guiño*.

Mientras escribía el mensaje no podía evitar reírme, enviado el mensaje abrí la siguiente conversación, era de Paula, una buena amiga.

*Conversación de wa*

Paula: Tiaa, te has ido hace nada y ya se te echa de menos por el pueblo.

Celia: Pauu sabes que odio las cursiladas, jajaja, prontito vuelvo y hacemos de nuestras locuras!!

Paula: Eso espero!!! Luego hablamos nena, que tengo que irme a comer, un besitooo.

Celia: Hasta luego Pauuu, no te quiero nadaaa <3.

Paula: ¿Siii? Pues yo te quiero menos!!! Jajajajajaja.

Al acabar de responder, me puse a escuchar música, estaba yo en mi mundo, cuando de repente siento unas manos dándome golpes.

Celia: ¿Qué quieres Fernando? –dije ya que no estaba dormida, solo con los ojos cerrados-.

Fernando: A comeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer –dijo entusiasmado-.

Celia: Eh primo, creo que te has dejado por mencionar un par de ‘e’ –dije en tono burlón-.

Fernando: Ja, ja, ja, que graciosa eres ¿no? –me respondió con tono irónico-.

Llegamos al comedor y me senté en la primera silla que pillé, durante la comida cayeron muchísimas risas, mi padre y su hermano nos contaron anécdotas de cuando eran pequeños, era imposible no reírse.

Adrián: Pobres abuelos, ¡lo que tenían que aguantar! –comentaba mi hermano entre risas-.

Al acabar de comer, los chicos y yo recogimos la mesa mientras que mi tía avisaba a los vecinos de que ya podían venir.

Fernando: ¡¡Adrián, cuidado, el armario!! –grito, pero no sirvió de nada, antes de que mi primo pudiera terminar de pronunciar las primeras silabas, Adrián ya la había liado-.

Adrián: Hostia terrible –dijo mientras se levantaba del suelo-.

Yo no podía parar de reírme, mi hermano se dio cuenta y me pego una colleja, pero yo estaba en uno de esos ataques de risa en los que te pones a golpear cosas porque te quedas sin respiración y no te enteras de nada más.

Lo que pasa en las vacaciones, se queda en las vacaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora