Capítulo 20.

181 15 8
                                    

Daniel: Hola –sonrió- ¿qué te parece si vamos a la plaza un rato? –me preguntó mientras cogía mi mano derecha-.

Celia: Perfecto –sonreí-.

Ya lo teníamos todo arreglado pero la situación que estábamos pasando era un poco… ¿incómoda? Si, esa es la palabra exacta.

Íbamos camino de la plaza y ninguno decía palabra, hasta que nos encontramos con una chica, la misma con la que me choqué hace un tiempo y que me advirtió de que sus primos vivían en la misma calle que yo, decidí saludarla.

Celia: ¿Ari? –pregunté alzando la voz y con una sonrisa-.

Ari: ¡¡Hola!! –saludó bastante alegre acercándose a nosotros-.

Daniel: ¿La conoces?

Celia: Si.

Daniel: ¿De qué? –dijo con una sonrisa graciosa-.

Celia: Me choque con ella por la calle… -respondí avergonzada mientras el reía a carcajadas- ¡no te rías Daniel! –le renegué aguantando la risa-.

Ari: ¡Primito! –saludó a Daniel con un abrazo, el cuál le correspondió-.

Celia: ¿Este es el primo que me dijiste? Jo, yo que quería conocer gente nueva, el mundo es un pañuelo –advertí con un falso puchero en mi rostro-.

Daniel: ¿Has visto cuanto cariño me tiene? –le dijo gracioso a su prima- Cómo sigas así, le enseño el video de anoche, eh Celia –concluyó con una sonrisa graciosa en la cara-.

Ari: ¿Qué video? ¡Ahora quiero verlo! –rió-.

Celia: ¡NI DE COÑA! VÁMONOS DANIEL –dije estirando del brazo a Daniel para evitar la conversación que se estaba formando- un placer volver a verte Ari, ¡hasta otra! –me despedí graciosa-.

Daniel: ¡Adiós prima! –se despidió riendo a carcajadas-.

Ari: ¡Adiós!

Daniel: Jope –se quejó gracioso- yo que quería mantener una conversación con mi querida prima- dijo haciéndose el tonto-.

Celia: Pues ahora te fastidias y me compras un helado.

Daniel: ¿Por qué?

Celia: Porque me quieres y … - no pude acabar de decir mi frase porque me besó-.

Daniel: Con eso me vale –sonrió al separarse de mi para luego volver a unir sus labios a los míos-.

Celia: Por mucho que me hagas comerte la boca, no se me quita el mono de helado –le advertí-.

Daniel: Que romántica eres, joder –respondió irónicamente y riendo-.

Celia: ¿Verdad? Sirvo para poeta.

Daniel: ¿Por qué poeta? –preguntó confuso-.

Celia: El helado de vainilla, por favor –respondí cambiando de tema-.

Daniel: Eres tonta –rió besando mi mejilla-.

Celia: Que romántico –le imité-.

Daniel: ¿Vainilla?

Celia: ¡Vainilla!

Daniel: Pues vainilla –dijo refiriéndose ahora al vendedor de helados.

Había pasado media hora aproximadamente desde que Daniel me había comprado el helado pero, estaba tan centrada en él, en su sonrisa, que casi ni lo tocaba y como es normal, el helado se derritió.

Celia: Puto helado –me quejé al ver mi mano llena de vainilla-.

Daniel: Esa boca –rió al ver mi expresión-.

Celia: Esa boca – le imité con voz chillona- ¿complejo de madre o qué? –rió-.

Daniel: No creo que tu madre te mire con los mismos ojos que yo te miro –empezó a reír- vamos eso espero porque si no sería raro, yo me preocuparía –dijo ahora un poco más serio-.

Celia: ¿Y con qué ojos me miras tú? –pregunté curiosa-.

Daniel: Con ojos de enamorado –dijo mirando al frente- con ojos de tonto, sobre todo cuando me quedo hipnotizado en tu sonrisa, esa sonrisa que a ti no te gusta nada pero a mí me encanta, o en tus ojos, tus grandes ojos marrones que con solo una mirada me lo dicen todo, y me alegro de ver que tus ojos en estos momentos hay felicidad –sonrió-.

Le besé, puse mis manos en sus mejillas para acercarlo más a mi mientras el rodeaba con sus manos mi cintura. Paramos y le dediqué una sonrisa, una sonrisa que solo él me saca.

Celia: No es justo que cuando yo te diga cosas bonitas esté el petardo de mi primo grabando, y ahora que me lo dices tú no haya nadie, ni el cotilla de Jesús –dije graciosa e indignada-.

Daniel: Huy que pena, fíjate como lloro –dijo irónico y riendo-.

Después de estar dos horas con Daniel compartiendo risas y más risas, llegué a casa.

Celia: Hola qué hace persona con clase –saludé haciendo el gilipollas a mi hermano-.

Adrián: Celia –me llamó serio-.

Celia: ¿Qué pasa? –me preocupé-.

Adrián: Ya lo has jodido –rió-.

Celia: ¿El qué? –pregunté confusa-.

Adrián: ¡EL MEC! –y dicho esto estalló en carcajadas-.

Celia: Qué gracioso eres. Me parto. Eres la hostia. De verdad –decía irónicamente-.

Adrián: Se me está pegando tu gilipollez, esto es preocupante.

Celia: No, no, no, perdona, lo que es preocupante es que a tu edad tu inteligencia no sobrepase los niveles base de un niño de cinco años –reí-.

Adrián: Que asco das –se quejó-.

Celia: Somos hermanos.

Adrián: Me amas.

Celia: ¡MAÑANA VIENE PAULA! –me acordé-.

Adrián: He dicho que me amas –dijo gracioso remarcando las dos últimas palabras-.

Celia: ¡MAÑANA VIENE PAULA, EH, MAÑANA VIENE PAULA, EH! –canturreé con el ritmo de una samba-.

Adrián: ¿Y si no la traigo? –digo riendo-.

Paré en seco de cantar y de bailar, me senté a su lado, nuestras miradas se cruzaban, le miraba con cara de mala hostia y muy seria.

Celia: Cómo no traigas mañana a Paula tu verano se convertirá en un infierno –le advertí aguantando la risa-.

Adrián: Tranquila chula –respondió riendo- a menudo par de locas voy a tener que aguantar durante una semana, si una es pesado imagínate dos –concluyó dirigiéndose a la cocina-.

23:00 de la noche.

Celia: Lo único que quiero en estos momentos es dormir, dormir, y dormir, para que sea mañana ya y así poder ver a Paula, y para ver a los demás pero sobre todo a Paula, y a Daniel claramente, aunque, también quiero que sea mañana para que Paula y Jesús se conozcan ya que los dos son igual de pesados, digo, encantadores –reí  ante mi comentario- eso sí, como se lleven mal los va a soportar Fernando, porque yo pasaré –volví a reír y me acomode en la cama.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 17, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Lo que pasa en las vacaciones, se queda en las vacaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora